Día 316. Francisco Croissier. Tríptico del tiempo (1992)
TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES LIBRES
Yo soy el mar que hay dentro de un hombre
que se desconoce a sí mismo.
Dentro de mí vive y muere todos los días
el último sueño de miles de hombres y mujeres
que se fueron con los ojos abiertos.
Esos ojos nunca vieron a la razón
ponerse de su parte.
Estuvieron toda la vida pegados al suelo,
buscando por entre los rincones
un miedo
que venía corre corre detrás de otro.
Y es que vivieron contra la pared
pensando que ese era su sitio.
Tuvieron que hacer su vida ahí:
apretujados unos contra otros,
sin espacio ni para la sangre,
con la mentira delante
y el silencio siempre detrás
cogiéndole a uno.
Y ahora
ese silencio viene hablando por sí solo
Viene por el camino del tiempo que no pasa
Viene tocando en todas las espaldas.
Trayendo de la mano un día azul y un día triste
que son la copa derramada de un crimen
encima del banquete de cobardes,
que son un trapo negro
puesto en el chillido de agua de los barrancos,
que son un estampido de multitudes
que estalló sin hacer ruido
... el baile macabro de la miseria
que viste y calza el lobo de la boca
de una noche que nunca va a terminarse.
Por todo eso sé que estos hombres y mujeres
fueron la casa que se quedó en tristeza,
la ilusión de un mundo
que se despertó apagado.
Y todas esas cientos de miles de miradas
se me asoman a la cara.
Salen de lo más profundo de lo hondo que soy
para alongar el futuro de las coas que no pasaron.
Sintiéndolos como los siento
quietos y mirándolo todo,
midiendo el vacío
aquí dentro,
sé que aunque pierdan el sentido y la cabeza
las horas amargas de la lluvia
y venga el viento
con los dientes apretados
y en el cielo
y se quedan sin sal
los corazones de las criaturas
que pasan por entre los muertos
y de peleas y espolones
y gallos ciegos y oscuros
traigan las cárceles desangrado el horizonte,
a pesar de todo eso y con eso
ellos son la piedra mansa
que nunca va a ser arrojada
contra la frente de nadie en absoluto.
Porque esa piedra es un corazón
que se sale por la boca
con la canción de todos estos sitios
por donde el amor se esconde.
Y a ese corazón
es la vida encendida
la que lo está esperando.
El beso abierto que da el sol
a todas las cosas
antes de marcharse.
La primera semilla indispensable.
El primer fruto de ese día necesario
en que un hombre mire a otro
al mismo centro de los ojos
y le tienda la mano desnuda
con un gesto
en el que cabrá toda la luz del mundo,
que parará a la historia
y le dará la vuelta.
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