jueves, 9 de septiembre de 2010

ACANTILADOS DE HOWTH (David Pérez Vega)

Publicado por Arrecogiendobellotas


David Pérez Vega, poeta madrileño nacido en 1974, es profesor de bachillerato y secundaria. Acantilados de Howth es su primera novela.

Siempre he mantenido una teoría, de esas chusqueras de andar por casa, que puede resumirse en lo siguiente: quien domina el idioma como para ser capaz de escribir poemas con cierto decoro, puede escribir una novela con mayor facilidad que cualquier mortal. No sé mucho sobre la técnica del verso pero creo que David Pérez escribe poesía con tino y talento.

La lectura de la novela resulta ser una lectura sorprendentemente agradable. Lo de “sorprendente” es debido a la carga de prejuicio con que, por desgraciadas y continuadas experiencias, acometo las novelas de escritores vivos.

David Pérez traza una trama sin vericuetos ni enrevesamientos, con personajes de carne y hueso, casi tangibles. Incluso acierta a intercalar un pasaje que tiene momentos tragicómicos: tres cuerdos ejerciendo de oligofrénicos es una buena base para provocar una situación pintoresca, y el autor consigue trasmitir la cómica angustia de los personajes de este pasaje.

Emplea una corrección en el lenguaje que, visto el panorama, merece mencionarse. El tono narrativo bascula entre moderadamente intimista y lejanamente poético, sin ñoñerías ni poses desenfadas “Retorció el trapo de la cocina, como si le estrangulase el cuello a la realidad o al ave sucia de la mala suerte.” Y algo muy importante: pasan cosas y aparecen personajes diversos y bien perfilados. Todo ello, bien mezclado, hace de Acantilados de Howth una historia cercana y atrayente.

A mitad del libro me sorprendí intentado alargar los períodos de lectura lo más posible. La trama resulta muy atrayente. Y es que las abundantes analepsis hacen amena la narración y relajan la lectura con las idas y venidas en el tiempo. Cuando despegaba la vista del libro, me daba cuenta de que llevaba un largo rato atado a una grata narración que protagoniza un joven corriente entre gente corriente.

David Pérez nos retrata. Hace algo tan antiguo como colocarnos delante del espejo. Nos muestra una vida estructurada según los parámetros neutros que nos encajonan. Nadie busque en esta novela aventuras o vivencias espectaculares.

El hastío y el cansancio, la monotonía de la vida en pareja, con el trabajo como trasfondo, en el que realmente se emplea toda la energía no quedando fuerzas ni para hablar con quien se comparte la cama.

Ricardo, el protagonista, comienza a recordar su viaje de juventud a Irlanda y lo intercala con su vida de estudiante, con su vida de pareja, con su vida actual trabajando en una multinacional.

Con este panorama, intercalando aventuras de la adolescencia tardía, el lector comienza a preguntarse por el título de la novela. ¿Será metafórico? ¿Aparecerán realmente los acantilados? Hasta la mitad de la novela es trabajo del lector tenerlos en cuenta, aún sin haberse mencionado. Pero a partir de este punto el autor hace sentir de vez en cuando el sabor salado en los labios, el sonido de las olas chocando contra las rocas y el grito de las aves sobrevolando el mar. Durante el siguiente tramo de la novela el lector tiene ahora referencia explícita de los acantilados pero aún siguen sin aparecer. Hasta que por fin se muestran como lugar de meditación y apartamiento del protagonista durante su estancia en Irlanda.

Narrado el recuerdo desde Madrid, los acantilados de Howth se revelan como el lugar donde Ricardo, deposita el recuerdo de su juventud. Donde deposita las frustraciones y la memoria de los errores cometidos. Donde se encuentra la inevitable interrogante de lo que pudo ser.

La sentencia es clara. Cuando se es joven todas las circunstancias que rodean la vida son consideradas eventualidades. Desde la perspectiva que da la madurez se acepta lo definitivo de la vida corriente.

“Mis padres no me reprochan nada, pero a veces creo sentir en ellos una resignada pasión por estar tristes. Lo noto en la forma de pasar las hojas de un periódico o de cerrar una puerta, entonces el aire hace corriente, y el portazo se clava en mí como un reproche. Supongo que esto se pasará cuando pueda dejar por tercera vez el cuarto de mi infancia.”
 
http://arrecogiendobellotas-marlow.blogspot.com/2010/09/acantilados-de-howth-david-perez-vega.html

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