martes, 23 de agosto de 2011

Noches árticas en La Biblioteca Imaginaria


Su portada no engaña, Noches árticas es una historia de frío, de frío y silencio, de frío y color blanco. Ana Vidal Egea, su autora, tiene la capacidad de colocar al lector, desde la primera página, en el medio de un espacio gigante y desolado, al que nos acerca como si contemplásemos la historia que nos narra a través de una cortina de humo o, mejor, a través de las partículas de nieve en polvo que flotan en el aire tras una tormenta de nieve.
Con una cadencia que recuerda a la escritura de Marguerite Duras, Vidal Egea consigue que la novela se lea como en un susurro, al tiempo que nos envuelve en la tensión de lo que no se dice, de lo que no se hace, de lo que no se da; de las extraordinarias dificultades de la comunicación emocional.
Desarrollada en Finlandia, Noches árticas es, sin embargo y fundamentalmente, una historia de amor, de un amor poco común, o quizá no tanto. Del mismo modo que los inuits, que habitan en el Ártico, tienen decenas de palabras para referirse a la nieve, la autora encuentra todo tipo de referencias para hablarnos del amor; un amor que en este caso se consuma de manera limitada y agónica, que se llena y se vacía de sentido con cada palabra, con cada gesto.
Alejándose de una relación que no le hace feliz, la protagonista decide instalarse en Helsinki para escribir su tesis doctoral sobre el silencio. Allí se enamora de un hombre homosexual e intenta que ese amor tenga alguna posibilidad. En el intento los personajes se hieren y se entregan, sienten sus respectivas soledades y se aman de esa extraña manera en que pueden hacerlo.
Al mismo tiempo, en la novela se entreveran la música, la pintura, el arte y el cine como nexo de unión entre las sensibilidades de los protagonistas, mientras la mujer comprende el verdadero sentido del silencio en su propia vida.
Una novela inquietante, de atmósfera claustrofóbica, donde los personajes se debaten entre la necesidad de amar y la imposibilidad de hacerlo con el cuerpo; una historia llena de interrogantes sobre los sentimientos y la soledad relatada con una voz cargada de matices  convierte Noches árticas en una propuesta de intensa y buena literatura.

Inma Luna

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