Día 101. Arturo Méndez Cons. Vi a Proust, lo juro (2009)
Todo son excusas.
Si te fijas un poco, enseguida te das cuenta.
Tenemos, por un lado, esta legión de individuos
deprimidos, que caminan casi sin peso,
y dan rodeos para llegar a los sitios,
se asustan fácilmente y son reacios a utilizar
el transporte público.
Hay otros tantos, también,
muchos otros, incluso algunos de
aquellos, que cruzan la
calle con excesiva precaución,
viven continuamente angustiados.
En la oficina, a todas horas y por la ciudad, colmada de
fenómenos paranormales y cuchillos afilados a última
hora, distingues,
en sus manos y en sus espaldas una escalada
de locura, un color amarillo, servidumbres atávicas
y usufructos vitalicios y deudas que desean enfrentar
con dignidad,
a los mandos
de motos y furgones, funcionarios y dandis,
con vocación suicida.
Números rojos en la cuenta corriente y en
el alma una tristeza definitiva y
auténtica.
La buena noticia es que siguen sin robarme la bici.
Buena para mí, quiero decir
son ya varios meses y puede que ése sea el récord desde que
vivo en este barrio
tal vez sea el principio de una buena racha.
Buena para mí, quiero decir
aunque lo cierto es que el tráfico es el principal
responsable de mi incipiente
demencia, eso creo, bien,
me ha sentado de puta madre abrir el portal de una
patada
de todas maneras, hoy a medio día
lo explico: debido a la lluvia
la madera se ha hinchado y se atranca y es prácticamente
imposible abrirla con la llave
a mí, desde luego, cada vez me hace menos falta hablar
de cosas interesantes, y más pegar patadas en las puertas
todo el mundo debería probarlo
al menos un par de veces al mes
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