Los lectores habituales a estos desayunos conocen ya a Boris Pintar, escritor esloveno del que hablamos con ocasión de la publicación en España de Parábolas familiares. Nos llega ahora otra colección de cuentos cortos, Atlantis, publicado en la Colección Deleste de la Editorial Baile del Sol.
De nuevo cuentos oscuros, de esos que uno lee con miedo puesto que espera el mazazo en cualquier momento, alguna frase lapidaria, alguna revelación que dé sentido a todo: familia, sexo, política, identidad: todo se tambalea y se trasforma en los relatos de Pintar.
El El canto del cisne, una pianista musulmana conocerá a un bailarín y coreógrafo mulato. En Edipo, de nuevo una mujer tiene un hijo con un hombre que perderá rápido el interés por ambos. Mariliendre, una mujer que se vuelve loca por los coxis de sus amigos gays. Yo, Claudia, el más largo en extensión y que se diría una novela corta, es casi una carta que la protagonista escribe a su marido al que ha puesto los cuernos con un negrazo de pene descomunal que hace que (supuestamente) su esposo pierda el interés por ella y se vaya detrás de un periodista como un perro en celo. En La ciudad de los prodigios, una historia de un profesor en la Universidad de Barcelona desemboca en amoríos de jóvenes estudiantes (Jordi, Pau): el liceo, las Ramblas, el Raval, los prietos glúteos de los mossos d’esquadra…
Obviamente todo esto no es más que anecdótico: sobrevuela Freud, Lacan, Žižek e incluso son citados explícitamente junto con Barthes, Nabokov, Eco, Pamuk, Platón y hasta Eduardo Mendoza. Porque hay una omnipresente atracción del autor por nuestra España de todos los dolores que algún día me tendrá que explicar (espero).
“Si lo deseo, besaré a mi hijo, en la mejilla o en la boca, de pequeño o de grande, y si es homosexual, lo será por culpa de su padre maricón, no por culpa del beso materno”.
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