jueves, 3 de febrero de 2011

ANTONIO ORIHUELA "Narración de la llovizna"


Manuel Garrido Palacios







Hay poemas que rozan lo mágico y que te concilian con un libro por razones que quizá vayan más allá de la razón. Te paras en sus versos porque notas que su latido trasciende de la individualidad del poeta al universo común, al sentir de todos. La editora me envía el poemario “Narración de la llovizna”, de Antonio Orihuela, y lo abro, y lo leo:
“Somos extraños en el único lugar donde no somos / extranjeros, / aunque a nadie conoce el río como a nosotros, / ni su fondo de fango e historias podridas. / Extraña nuestra forma de mirar las puertas, / el amor, / las mayorías. / Igual que otros, / extravagantes temporeros / llegados por la cosecha de recuerdos amarillos. / Tejemos con ellos un viejo mantel de tiempo / un lugar a donde trasladarnos un día, todos juntos / cuando sucesivamente caduquen los salvoconductos / los cuerpos y los labios. / Un lugar / no extranjero / a todas partes extraño”.
Antonio Orihuela nace en Moguer. Profesor, escritor, investigador, Doctor en Historia, ha publicado en poesía libros como “Comiendo Tierra”, “Piedra, corazón del mundo”, (Valencia, con 2" Edición), “Tú quién eres tú” (Tenerife, 2006), “La ciudad de las croquetas confiadas”. (Tenerife, 2006), “Para una política de las luciérnagas”, (Madrid, 2007), Durruti en budilandia (Tenerife, 2007), “Que el fuego recuerde nuestros nombres”, (Huelva, 2007) y “La destrucción del mundo”, (México, 2007). Autor de la novela experimental “x Antonio Orihuela”, (Béjar, 2005) y de los ensayos “La Voz Común: una poética para reocupar la vida”, (Madrid, 2004), “Archivo de Poesía Experimental”, (Málaga, 2007) y “Libro de Tesoros”, (Sevilla, 2007). Coordina los Encuentros Voces del Extremo, de la Fundación Juan Ramón Jiménez, desde 1999.
“Narración de la llovizna” (Baile del Sol. Tenerife) es un poemario que sale en 2ª edición, cosa no frecuente en los libros de versos (la 1ª es de 2003) y el autor agrupa los poemas en tres partes: “Lluvia”: “Infiernos del agua / ahora me paseo lineal y suave, / abriendo una brecha en la memoria para que salga / lo que quede de todo lo que fue... / cartoncito, / dolor de piernas, / me alegro, igual que la fina proa recta de mi barca, / así nos vemos, sin rumbo, / no vinimos aquí para ganar concursos, / sino para pasar disfrutones en el concurso / que es vivir con otros vivos / sin juicio. / Es hermoso salir de este agua de marisma / y respirar la noche sin humo / y sin más ruido que el de los astros desplazándose, / regalo extendido que nos han hecho seres muy brillantes, / dividiéndonos entre la azucena, / los maestros naranjas / y este resoplar de perro que se atraganta de sol en los atardeceres... / ¡Ay de ti!, si pruebas / un sorbo de todo esto”.
La siguiente es “La púrpura”: “Otro día / para la taba que hemos recuperado de debajo del laurel, / para el fragmento de terra sigilata / que Ángela ha encontrado en el jardín, / para la extraña piedrita que ha recogido Mar entre los aromos / y que limpia es un as de época de Galieno. / Otro día / para el bifaz que Dor trae en la boca desde el río / y del que me sorprende su perfecto acabado, su filo / cuando, a modo de raedera, entre risas, / lo uso sobre él. / Otro día para todos nosotros, / seres y pedazos / de tan frágil duración / mientras, / en la casa de los vecinos, / una pala excavadora precipita todo esto mismo / en un camión / y en su estruendo, / creo ver la ternura barrida / y el amarillo / de las últimas páginas / de un libro”.
La que cierra es “La muerte”, a la que pertenece el poema que sigue: “Un niño / suspendido en las ramas de la higuera / mira un paraguas roto aún más alto. / El no sabe que es pronto para llegar allí. / Yo ya no soy / ese niño. / Inútil, como entonces, / me afano en arrancar algunas notas a la flauta / escondida / de sus ramas. / Ellas caen sobre mí / a través de un paraguas roto. / Me dicen que es tarde para el niño, / que es pronto para mí”.
Todo el libro responde a lo dicho al principio, a esa magia que te une a sus páginas más allá de la lectura. Y siempre hay un poema que hace de llave. En mi caso, no sé por qué, o sí lo sé, es “Con su mano en la mía”, que dice: “Le dijo a su compañera de cama que yo era su hijo / pero que no me gustaban los hospitales. / Hacia frío en la calle / y los árboles estaban pelados / a ella le gustaban las flores / y los días de estío / murió esa noche / vino a decírmelo”.

http://manuelgarridopalacios.blogspot.com/2011/02/antonio-orihuela.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario