martes, 19 de abril de 2011

Entrevista a Marcelo Luján, autor de Arder en el invierno

Marcelo Luján nació en Buenos Aires (Argentina) en junio de 1973. Justo hace diez años, a principios de 2001, decidió cambiar Argentina por España y trasladarse a Madrid, donde reside actualmente. Ha publicado las obras Flores para Irene, En algún cielo, El desvío La mala espera. Su última obra se titula Arder en el invierno. Gestiona un blog de misceláneas literarias titulado El concepto de ficción. Además, también podéis encontrar más información sobre este autor y sobre todas sus obras en su página web personal: http://www.marcelolujan.com/

-¿Cómo y cuándo supiste que querías ser escritor?
-A los ocho o nueve años le pedí a los Reyes una patineta y me trajeron la patineta y dos libros. Siempre digo que todavía los conservo en mi biblioteca y es cierto. Corazón, de Edmundo de Amicis y La isla misteriosa, de Julio Verne. Eran unas ediciones juveniles que venían con algunos dibujos. Me impactaron tanto esos relatos (sobre todo Corazón, el diario personal de un chico de la misma edad que tenía yo en ese entonces) que me dije: “yo tengo que hacer esto, es lo más grande que hay”. Mi madre prefería que me dedicara a la ingeniería... alegando que su futura nuera se lo iba a agradecer.
 

-¿Por qué te hiciste escritor?
-Pues por eso: porque al leer los primeros libros de mi vida supe que probablemente sería feliz contando historias (eso no quita que mi madre haya tenido razón, desde luego).

-¿Dónde buscas y encuentras la inspiración?
-Básicamente en la ciudad donde vivo. Quiero decir en la gente, en las personas, que son el verdadero motor de una ciudad. Aunque sería un cretino si ocultara que uno también encuentra ganas de contar cuando lee buenas historias.

-¿Eres maniático a la hora de escribir: lo haces siempre a la misma hora, el mismo sitio, sigues algún tipo de ritual o por el contrario te dejas llevar por la inspiración, estés donde estés?
-Soy maniático antes que nada. Por lo tanto, sigo casi escrupulosamente absurdos ritos a la hora de construir una ficción. La noche, por ejemplo, es un momento mágico. Eso me convierte en una especie de zombi cuando tengo entre manos una historia: escribo de noche y duermo de día. El mundo entero se fastidia mucho conmigo. Y me lo hace saber.

-¿Cómo definirías Arder en el invierno?
-Uh… Arder es un libro muy particular. Un ejercicio literario y una prueba de que los escritores estamos todos locos. El truco está en hacer creer que nuestra locura es una herramienta, un puente para alcanzar ciertos objetivos más o menos intelectuales que, después de todo, a nadie le interesan.

-¿Hay algo de autobiográfico en esta obra?
-En todas las obras de todos los autores hay algo autobiográfico. Una escena, el carácter de un personaje, una descripción espacial concreta, etcétera. Saber disolver las aristas autobiográficas en la sopa de la ficción propiamente dicha, es la clave de la literatura (a mi juicio).

-¿Qué es lo mejor y lo peor que has oído de Arder en el invierno?
-Creo que todas las críticas y comentarios sobre este libro coinciden en un punto: es un libro especial, incluso muy especial. Incluso delirantemente especial. Me alegro de todo eso.

-¿Cómo se te ocurrió crear una historia a partir de 81 pequeños relatos, tres partes con un texto por cada letra del abecedario?
-Tiene gracia pero Arder surgió por una casualidad. Supe que había allí un libro, una historia, un hilo conductor, mucho tiempo después de haber empezado a escribirlo. Los primeros textos de Arder aparecieron en mi blog y fueron escritos exclusivamente para eso. Recibí demasiados comentarios halagadores (algunos de autores consagrados a los que no conocía) como para abandonar esos parrafitos algo cabrones pero que me daban tantísima libertad narrativa. Cuando llevaba escritos unos treinta o cuarenta, me propusieron que fuese un libro. Eso me llevó a reescribir algunos fragmentos pero siempre intenté que mantuviesen el espíritu inicial. Luego, todo lo demás es estructura.

-¿Se puede leer Arder en el invierno siguiendo los tres relatos de cada letra o, por el contrario, sólo admite una lectura en orden, de cada una de las tres partes?
-He visto que al reseñarlo hablabas de esto. La verdad, no se me había cruzado por la cabeza esa posibilidad rayuelística. Que decida el lector.

-¿Qué quieres expresar con estas historias?
-Que pertenecemos y formamos parte de un mundo que está patas para arriba y al que nunca vamos a poder poner en su sitio. Y que la memoria es la única prueba de que estamos vivos.

-¿Eres tan intenso, onírico, melancólico, nostálgico, poético y entusiasmado por el fracaso como tu obra?
-Suelo ser un absoluto militante de las cosas que me gustan. A veces rozo el fanatismo. Y los libros que escribimos son como nuestros hijos: se parecen mucho a nosotros.

-¿En qué estás trabajando ahora?
-En una novela venenosa.

-¿Qué buscas a la hora de leer?
-Que el texto tenga alma. Aunque estoy convencido de eso que se suele decir por ahí: los escritores sólo leemos para saber cómo está escrita una historia.

-¿Y al escribir?
-Sonará egoísta pero prefiero ser sincero: sentirme a gusto conmigo mismo. También pagar el alquiler o las cartitas de amor que me manda, todos los meses sin excepción alguna, Visa y MasterCard.
                                                                                                   
-¿Cuáles son tus escritores favoritos? -Uh, eso va por rachas. Lo importante es no perder la pista de los maestros, tener siempre presente las historias que nos marcaron, los libros inolvidables. Me apasionan los tipos que se dejan la piel escribiendo, los que se lo toman en serio. Los que se rompen la cabeza tratando de regatear los estereotipos y las construcciones clásicas (aunque luego no lo consigan). Hay autores algo escasos a los que respeto muchísimo porque sé que su vida entera es o fue la literatura.

-¿Cómo ha sido tu experiencia personal a la hora de publicar y, en general, en el mundo literario y editorial?
-Bueno, yo entré por la puerta de los premios literarios. No conseguí vislumbrar otra entrada. Creo que el acceso al mundo editorial, para un autor novel, es difícil y muy cruel. A veces pienso cuántos autores que iban a ser grandes, se perdieron en el intento; cuántos se hartaron de recibir las mismas e insolentes respuestas. De todos modos, y no me contradigo con esto, hoy en día cualquiera puede ser escritor.

-En Arder en el invierno hablas de fútbol, de mate, en la escritura dejas notar tu acento. Se te nota muy orgulloso de ser argentino. ¿Me equivoco?
-No es orgullo la palabra. Argentina, Buenos Aires, siempre están en mi corazón. Eso no se puede evitar. Soy argentino. Y ya que mencionas el fútbol, te cuento: veo los partidos del Barça solamente para ver jugar a Messi. Y no por que Messi sea el mejor jugador del mundo sino porque el mejor jugador del mundo es argentino. ¿Entendés? La idiosincrasia de algunos países se manifiesta de modos inescrutables. En cualquier caso, llevo muchos años viviendo en el extranjero. Antes era peor. Y volviendo al libro: Arder está escrito en argentino. Forzado, a veces. Fue un objetivo que me propuse al comenzar con esos textos. Por eso te había dicho que es un ejercicio literario.

-¿Por qué cambiaste hace diez años tu Buenos Aires natal por Madrid?
-Porque quería saber si la vida era igual en otras partes del mundo.
 
 
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