miércoles, 30 de diciembre de 2015

Bailando con Jesús María Cormán: "El mejor abono para la poesía es la vida, en toda su dimensión".



Baile del Sol- Los poemas que aparecen en La leña helada nos hacen pensar en escenas descritas desde un observador que contempla el paso del tiempo y también la complejidad de las relaciones, ¿es esa tu intención?

Jesús María Cormán.- Sin duda. Son dos de los elementos que más me interesan a la hora de acercarme al texto: el tiempo y la manera en que lo utilizamos para relacionarnos. Pienso en el poema como en una atalaya, un punto privilegiado de observación desde el que certificar lo que les ocurre a los individuos en su afán de relacionarse, o por qué no, en su rechazo a hacerlo.
Me gusta pensar en mis poemas como pequeñas ficciones. Poemas escritos por personajes independientes, con libertad de movimientos, ajenos a mí, que por momentos se detienen ante la cámara, interaccionan entre ellos durante un instante –incluso con su autor- para luego disolverse.

BdS.- Encontramos despedidas y desencuentros relatados incluso antes de que se produzcan, ¿estamos condenados al adiós?

JMC.- El adiós es parte del encuentro. Relacionarse en pareja, o no en pareja, es una despedida anunciada. La muerte, en el caso más extremo, se encargará de ello. Las relaciones no son circunferencias, son segmentos con principio y final, con dos extremos concretos, aunque de distancias variables. A veces, esos extremos se hallan muy separados, otras, no tanto. Relacionarse jamás es un bucle.


"Pienso en el poema como en una atalaya, un punto privilegiado de observación desde el que certificar lo que les ocurre a los individuos en su afán de relacionarse, o por qué no, en su rechazo a hacerlo".


BdS- Son poemas muy narrativos, alguno incluso con descripciones curiosas, como en el caso del poema Agua dulce, en el que se describe a un pez de modo enciclopédico para finalizar con una conclusión poética. ¿Está la poesía en la mirada del poeta?

JMC.-Pienso que la poesía –pero también un cuadro o una película- comienza en la mirada del poeta pero termina en la mirada del lector; con lo que cada poema es uno, pero también es un número indefinido de poemas. Un poema es un recorrido entre el poeta y el lector.
La construcción del poema al que te refieres –Agua dulce- es un caso curioso. Vi un documental en televisión sobre estas criaturas que viven en el Amazonas, y me impresionó muchísimo. Se mostraban imágenes reales de la actividad de estos pequeños peces que pueden devorar a seres vivos que multiplican su tamaño –entre ellos el ser humano- incluso sin que hayan muerto, con sólo bañarse en sus aguas. Es sólo una cuestión de tiempo.
Aquello era, sin duda, una gran metáfora de la vida, de muchas relaciones que parten descompensadas, pero que avanzan, se desarrollan y, fatalmente, se depredan desde el interior.
Quise que el poema tuviese un arranque, sí, de corte enciclopédico, aséptico, para desembocar en esos personajes, tan cercanos, reconocibles, que por un momento son pura sensualidad y están únicamente entregados a su presente inmediato, sin cuestionarse lo que acecha en el futuro.
  
BdS.- ¿Es posible, o útil, hacer arder la leña helada?

JMC.- Es posible, útil, e incluso necesario hacer que la leña arda, aunque requiera  mayor esfuerzo que el que se necesita para hacer arder unas ramas secas. El esfuerzo tiene un plus en la recompensa. ¡Qué sería de nosotros si todo en la vida nos viniera dado con un chasquear de dedos! En cualquier caso, hay leña que –seca o helada- no arderá jamás por falta de lumbre.

BdS.- ¿Qué abono es mejor para la poesía el amor o la soledad?

JMC.- El mejor abono para la poesía es la vida, en toda su dimensión. La vida con la muerte, claro. Como el amor con el desamor, o con el odio. Como la soledad con la compañía, o incluso con lo inconcreto de la multitud. La verdad con la mentira. El fuego con el hielo. Todo aquello  que configura nuestra condición humana, abona un poema. 

BdS.- Utilizas imágenes muy sugerentes y hasta arriesgadas en los poemas, ¿de dónde surgen?

JMC.-No soy consciente de ello. Pero intento que la imagen sea honesta: poderosa y honesta; no me cuestiono si es “poéticamente correcta”. A veces es una situación observada en la calle, en un bar, en el periódico, o en la sección de congelados de un supermercado. Da igual. Es posible construir un poema con cualquier imagen: hasta con un pececillo que invade las vísceras de un hombre, introduciéndose en ellas a través de su uretra. Toda estrategia es válida con tal de hacer el recorrido hasta el lector y lograr que no sienta indiferencia por lo que ha leído.



BdS- Eres un artista que trabaja en muchos ámbitos: pintura, narrativa, letras de canciones..., ¿qué supone para ti la poesía como espacio expresivo?

JMC.-Siempre he pensado que la poesía es el ámbito en el que mayor libertad tengo. No le pido nada. No quiero ninguna recompensa: ella es la recompensa. Yo entiendo que la publicación de un libro de poesía es una celebración; algo parecido a un intercambio de deseos: el de querer ser escuchado, y el deseo  de quien busca una voz que escuchar, y la encuentra.
Pintar en cambio, cuando formas parte del engranaje del mercado, te obliga a desarrollar una mentalidad que rara vez logra el grado de libertad que, en mi caso, me proporciona la poesía. No quiere decir que sea un deshumanizado  trabajador a sueldo como pintor, pero me auto impongo ciertas disciplinas, para que las cosas funcionen. Y es preciso decir que me siento más pintor que otra cosa… Aunque esto también sea relativo: Jorge Oteiza es mundialmente conocido como escultor, pero él se sintió, sobre todo, poeta. Y su poética está a la altura de su obra plástica, aunque gran parte de los que veneran su escultura la hayan leído alguna vez.
Y como escritor letras de las canciones, qué decir…! Aquí sí que hay demasiados condicionantes para los que no siempre tienes capacidad de maniobra. Siendo un poco jocoso, diría que trabajas con las palabras, pero que pocas veces tienes voz ni voto. Pero no sería justo decir que no he disfrutado con ello. Es más, en este momento –después de cuatros años alejado de la música- estoy envuelto en un proyecto musical en el que estoy disfrutando mucho… aunque de momento no voy a decir más.

BdS- Tormentas, huracanes, naufragios, lluvias violentas, hasta el hundimiento del Titanic... ¿así ves las relaciones de pareja?

JMC.- ¡No, claro! No todas las parejas son iguales, afortunadamente. Pero aunque es cierto que hay muchos poemas en los que aparecen parejas en crisis absolutas –crisis algunas, incluso en estado de congelación- también es verdad que hay poemas en este libro que son apuestas decididas por el amor, como Equilibrio o Caronte.

BdS- ¿El arte, la poesía, se ocupan de cuidar espejismos?


El arte y la poesía deben aspirar a regar desiertos con el agua de sus propios espejismos.


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