miércoles, 16 de diciembre de 2015

Bailando con Rubén Don: "Me interesan los hechos que en el acontecer diario de una persona marcan y bifurcan su destino"

Baile del Sol.- Perder es cuestión de tiempo contiene nueve relatos, ¿cuál dirías que es su denominador común?

Rubén Don.- Yo diría que tiene diversos denominadores comunes. Por un lado está la ciudad como un escenario universal en estos relatos. Sí, la ciudad de México básicamente. Pero también otras ciudades como Buenos Aires, Santiago de Chile o Acapulco. La Habana a través del recuerdo. O la misma Barcelona a través de un cuadro en el cuento que abre esta colección titulado "Cerca del Damm".  Y por otro está la condición humana de los protagonistas. Ellos enfrentados a ellos mismos y a su entorno a través de la soledad, del miedo, del sinsentido de la vida e inclusive de la esperanza de que aquello a lo que se ven enfrentados cambie para mejor. 

BdS- Encontramos personajes que nos resultan en cierto modo familiares, cercanos, ¿proceden te tu observación de la realidad o de dónde salen?

R.D.-Sí, una de mis aficiones principales es recorrer las calles de las ciudades que tengo la oportunidad de visitar y a partir de ahí creo que salieron estas nueve historias. También está lo que leo en los periódicos, lo que escucho de oídas en las cantinas, lo que me cuentan los amigos... Ya se sabe cuan peligrosos podemos ser los escritores a la hora de escuchar información. Pero desde luego siempre todo se cruza en esa delgada linea que separa la verdad y la ficción. 


BdS- Además de las vicisitudes de los personajes, en la mayoría de los relatos se aprecia un fondo social, se ve bien el marco en el que se desenvuelven las historias, ¿es ese otro de tus intereses?

R.D.- Cierto. Siempre me ha interesado estéticamente el marco social en lo que escribo. Tengo una cierta obsesión por plasmar eso que llamamos "realidad" cotidiana. Y digo realidad entre comillas porque la literatura, la buena literatura, tiene la oportunidad de crear diversos mundos, diversas realidades a través de la escritura. Pero en lo particular me gusta mucho el retrato de la cotidianidad humana. De esos sucesos que en el acontecer diario de una persona marcan y bifurcan su destino. A veces pueden ser cosas insignificantes del diario acontecer: una pelea, una enfermedad en el dedo gordo del pie, un viaje, un accidente, etc. 

BdS.- El lenguaje de tus relatos es muy preciso y rico. ¿Qué importancia le das a la herramienta de la palabra en tus historias?

R.D.- Ahora que lo mencionas, sí, hay una intención muy precisa en el lenguaje de estos relatos. Busqué alejarme del gariboleo narrativo que pertenece para mí más al ámbito de las novelas y acercarme a un estilo más minimalista. Aquí quiero precisar que básicamente me considero novelista. Hasta el momento tengo ocho novelas escritas, de las cuales cuatro ya han sido editadas y cuatro permanecen en espera de una casa editorial, y Perder es cuestión de tiempo es el único libro de relatos que hasta la fecha he escrito y publicado. Nunca me propuse hacer un libro de relatos como tal sino que la necesidad de hacer bocetos de historias que me iban surgiendo y que quizá desde un principio tuve claro que no serían historias para una novela, dieron luz a estos nueve cuentos. Inclusive, si el lector se da la oportunidad de leer el libro, una de las características de los nueve relatos es que están seccionados por pequeños o medianos párrafos como si a la vez fueran capítulos de una novela. Pero para mi eran eso: instantes minimalistas, fotografias, flashazos... Puedo decirte que estéticamente a los editores en México esa fragmentación de los relatos no les agradó y entonces me proponían estructurar mi narrativa de otra forma. Hasta que el libro llegó a Baile del Sol y decidieron apostar por él en su forma original.


   
BdS.- ¿Qué temas te interesan literariamente hablando?

R.D.-Soy un pésimo lector de géneros fantásticos y afines. Yo tengo una fascinación por eso que llaman realismo. He transitado por un montón de enamoramientos literarios. Desde la crudeza de William Faulkner hasta toda la obra de Philip Roth. Me gustan mucho los libros de Javier Marías porque casi todas sus historias parten de una particularidad cotidiana que en el universo de cada hombre se vuelven complejas, arrastrando con ellos sus diversas consecuencias. En este momento estoy encantado con Orhan Pamuk a raíz de que descubrí su novela Museo de la inocencia. Me encantan todas las novelas o relatos que puedan contener su centro en un conflicto cotidiano de la naturaleza humana. Baile del Sol ha publicado una maravillosa novela: Stoner, de John Williams. El sencillo pero maravilloso relato de una vida en su más amplia cotidianidad en donde el amor o el fracaso o la ignorancia son los verdaderos héroes de la narrativa. 

BdS.- ¿Qué ventajas e inconvenientes encuentras en el relato breve con relación a la novela?

R.D.- Como ya he mencionado soy novelista, entonces le tengo mucho respeto al relato. Sí creo que el relato tiene que tener cierto mecanismo de relojería para que funcione. Precisión en el lenguaje y en la historia. Desde mi punto de vista si no cuenta con estos dos factores un relato se te cae o no lo entienden los lectores. La novela es vasta, juguetona, irreverente. Es menos probable que a la novela se le vean las costuras si algo anda mal en ella. 




"Siempre me ha interesado estéticamente el marco social en lo que escribo. Tengo una cierta obsesión por plasmar eso que llamamos "realidad" cotidiana."

BdS.- ¿Cuáles son tus referentes literarios?

R.D.-Me he ido enamorando de muchísimos escritores. Yo no tengo la clásica historia romántica de que quería ser escritor desde niño y de que empecé a leer en pañales. No. Por desgracia en mi casa los únicos libros que había eran religiosos y fue hasta la universidad cuando descubrí la novela y el relato como un par de géneros que me cambiarían la vida. Por lo mismo tengo muchos pendientes con lo que se refiere a los clásicos. Les rehuyo. Algunos me resultan aburridos. Por ejemplo novelas del siglo XIX me cuestan mucho trabajo por esa obsesión modernista que tenían por describirlo absolutamente todo. Y lo atribuyo a que pertenezco a una generación visual y auditiva. Por ello me he fascinado con la literatura contemporánea. Uno de los que más me ha marcado es el chileno Alberto Fuguet. Otro el estadounidense Philip Roth. Apenas llamó mucho mi atención el sueco Karl Oven por la crudeza con que novela su vida, independientemente de cuanta realidad  o mentira exista en ella. Un escritor que me parece enorme pero muy difícil es Antonio Lobo Antunes. He vivido mis encantamientos con Henry Miller, con Fernando Pessoa, con Carlos Fuentes, con Mario Vargas Llosa, con Juan Carlos Onetti. Y la poesia, de la cual francamente no entiendo mucho, la tengo como  hobbie: Gil de Biedma, Cesar Vallejo, Jorge Cuesta, Pablo Neruda. Regresando a la narrativa apenas me gustó mucho el Proyecto Nocilla, de Agustín Fernández Mallo. 


BdS.- ¿Perder es cuestión de tiempo?

R.D.- Si pensamos que somos seres mortales y que el día menos pensado vamos a morir, diría que sí, que perder sólo es cuestión de tiempo. Parece que en este mundo postmoderno vivimos vilipendiando la ley de Murphy: si algo puede salir mal, puede salir peor. Pero a la vez creo que el estar pendientes de cuándo nos van a salir mal las cosas es esperanzador y que ello nos da la oportunidad de encontrarle el último de los sentidos a la vida, como bien sugería Albert Camus.  


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