Cristina Redondo: “es un error pensar que
el tiempo pasado regresa tal y como lo dejamos”
Entrevista a la autora de Jambalaya,
y de La virtud de la torpeza
Publicado el Jueves
3 de diciembre de 2015, a las 00:15h
Julio Castro – La
República Cultural.es
Era el Fringe Madrid
del año 2013, y en Matadero se mostraba un trabajo dirigido por Fernando Soto,
con Paula Quintana como protagonista. La sorpresa del formato, señalaba
claramente a la idea desde un texto en el que su autora, Cristina Redondo, ya
dejaba claro que no había un concepto formal de dramaturgia, desde el que nacía
el trabajo teatral y coreográfico en el que se basaba la idea que podíamos ver.
Apenas intercambiamos muchas palabras la autora y yo, pero afortunadamente
existe el correo electrónico, y eso sirvió para que me sugiriera leer el
comienzo de una novela en ciernes, Jambalaya, que entonces estaban leyendo en
una editorial.
Pocas semanas
después estaba pidiéndole el resto para, que todo desembocara en la sugerencia
de contactar con la editorial Baile del Sol, y proponer su publicación. Hablar
del contenido deJambalaya en
profanidad, queda para otro momento, igual que ya tuve ocasión de escribir
sobre la puesta en pie de La
virtud de la torpeza, obra de la que hablaba antes. Sí que me parece
interesante la comparación de los espacios que crecen a partir de la mente de
esta autora, que en aquel estreno de Fernando Soto eran muy evidentes desde lo
visual y desde el movimiento, y que redescubro más tarde en la literatura de
Cristina. Uno nunca sabe dónde comienza el acto del diseño escénico, o dónde
termina la autora, especialmente cuando ella participa del proyecto, pero aquí
es patente que sin el movimiento escrito, no existe el movimiento escénico.
Cuando abordo el
mundo mágico de este Jambalaya,
descubro también que me traslada al cine más que al teatro, y que construye
secuencias que de otra manera no pueden recrearse. Pero también, el faro del
que habla, me conduce al dibujo de los libros de Paco Roca, porque sus
ambientes, en lenguajes tan diferentes, conectan como líneas paralelas
cercanas. Los personajes son todo un lujo de análisis individual, a la vez que
los paralelismos de las ideas, el sueño, las realidades imaginadas, el mundo de
los vivos y los muertos, o la duda de lo que es y lo que sus participantes
desean que sea, componen un extraño ambiente que, aún en un lugar inexistente,
sitúan al lector en las costas gallegas a la vez que en su interior montañoso,
pero siempre entre brumas matinales y nocturnas, que sólo Manuela convoca o
despeja de la realidad de Hank. Cristina describe a mujeres muy libres, con
pensamientos propios que no se tamizan por parte de los hombres, pero que a
veces quieren acompañarse de ellos, pero todo tiene su contexto y es
interesante descubrirlo.
He querido hacer una
breve entrevista a Cristina que, como en ocasiones anteriores, se produce a
distancia, pero que recoge pinceladas muy elementales de conjunto, y que creo
básicas para una primera aproximación. A medida que haya ocasión de ir
escribiendo sobre su trabajo, y que el público pueda aproximarse a la dualidad
de sus formatos hechos desde la literatura, se enriquecerá el perfil de la
autora, pero sea en el formato que sea, sus textos son diferentes y ofrecen
propuestas originales para envolver al lector.
¿Por qué esa
influencia del realismo mágico en tus textos?
Siempre me ha
gustado la literatura inesperada. Bien sea por la forma o por el contenido. Ese
tipo de textos que te sorprenden en sus derivas. He intentando escribir textos
hiperrealistas y siempre he acabado disparando hacia arriba. Es una tendencia.
No sólo existe lo obvio, muchas veces es más intenteresante dejarse llevar por
aquello que no lo es.
Pues es curioso que
me preguntes esto, Julio, porque Viariañas no existe, pero sí existe la bella
Galicia. No es el Bierzo, no es nada, pero lo es todo. Quería crear un entorno
lo suficientemente importante como para que fuera imposible no querer regresar.
En Jambalaya, Viariñas
tiene su propio latido. Algún día encontraremos esas geografías. Todos tenemos
la nuestra.
El crecimiento
personal para descubrirse uno mismo es un viaje que puede durar toda una vida y
a Hank le lleva la mitad saberlo ¿es necesario despedir a tus fantasmas para
llegar ahí?
Es necesario saber
que los tienes. Creo que hay personas que lo tapan todo demasiado y se pierden
en esas búsquedas. Es cierto que la infancia de Hank le abrió horizontes insospechados.
Qué suerte tan tremenda, ¿verdad? y a la vez, qué fatalidad poder verlo todo,
sentirlo todo con la intensidad con la que él lo sentía. Todas las emociones en
sus extremos son encantadoras. Pero también insoportables.
Dice Hank “ahora
que lo he soñado todo, quizás sea el tiempo de despertar” ¿Crees que el
pasado es como un sueño?
Me encantaría pensar
eso. Supongo que porque siempre digo que no tengo memoria y al final de los
sueños nos quedan solo impresiones. Son cuadros impresionistas, de hecho. Hay
que entornar los ojos para verlo todo con claridad. Hank está abriendo los ojos
del todo. Y cuando uno hace eso, se encuentra con el presente.
Veo diversas
influencias en este texto, pero en la Elvira que renuncia a Julián tras su
confesión, parece que hay trazos de la Yerma de Lorca ahogando a Juan
Si seguimos hablando
de las emociones en sus extremos tenemos que hablar siempre de Lorca. Están la
noche, la mar, está el dolor, la tierra seca, y mujeres como titanes, hombres
valientes, hombres cobardes, y un silencio perpetuado como si fuera un maldito
virus. La venganza callada. ¿Por qué nos cuesta tanto hablar? y decirnos las
cosas a la cara. Elvira es sin duda uno de los personajes más complejos de la
novela. Haría falta otro libro para explicar sus motivaciones. Puedo oir su
voz, la escucho cuando canta ópera.
Te apoyas en García
Márquez en el texto “de Macondo comprendí que al lugar donde fueras feliz no
debieras tratar de volver” sin embargo hay un retorno necesario en tu
historia.
Es que es un error
pensar que el tiempo pasado regresa tal y como lo dejamos. No hay imágenes
congeladas esperando a que las revivamos. Cuántas veces no hemos revisitado
ciudades, lugares, olido los mismos aromas y nos hemos sorprendido porque no
hemos sentido lo mismo que sentimos entonces. Hay algo de decepción entonces.
El desencanto, supongo. Nos parecemos al agua de un río que pasa. Tenemos que
asumir que esta vida es un camino hacia delante. Hank tenía que volver. Lo que
no sabemos es qué se encontró en Viariñas al regresar. Yo creo que se equivoca,
pero ¿cómo decirle a alguien que está convecido lo que tiene que hacer? es
libre. Eso es bueno.
Has escrito textos
que se han llevado al teatro ¿construyes tus trabajos desde lo puramente
literario o te suponen una forma de pensar diferente en cada caso?
Mi oficio es
escribir. Pero sí, pienso de manera diferente si escribo para teatro o para
novela. No sé cómo pienso, pero sé que es diferente. Hay un tipo de sufrimiento
en la escritura que también es diferente. En ambos casos siempre busco algo que
a veces no encuentro. No sé cómo explicarlo. Por eso sigo escribiendo.
Si tienes que
escoger entre la literatura para el teatro o la novela ¿por qué camino te
decantas?
La novela. El teatro.
Me encanta descubrir a nuevos autores, así que muchas gracias.
ResponderEliminarTe invito a un café en el segundo ce.
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