Nunca agradeceré como es debido a mi compañero Ángel Nuñez la viva recomendación que me hizo en la Universidad Jaume I para que leyeraStoner, la reconocida novela del norteamericano John Williams (1922-1994). Estábamos en un seminario de arqueología subacuática al que habíamos sido invitados para aportar el agrio punto de vista de los penalistas y aquel entorno, apacible y amable, resultaba especialmente propicio para tener una primera noticia de esta fascinante novela. Poco después, aprovechando la presentación de mi libro La mirada desnuda la adquirí en Sevilla y la guardé durante algunos meses para leerla con calma en verano.
No resulta fácil describirla. En aquella primera ocasión, Ángel recordó la referencia de un granjero que acude a la Universidad de Missouri en 1910 donde termina siendo un profesor ayudante al quedar fascinado por la literatura inglesa. No le falta parte de razón pero describir así el lento proceso que esta novela construye desde sus primeras páginas, resultaría inexacto. Podría decirse que refleja con una arrebatadora exactitud y agudeza, la explicación por la que William Stoner que acudió para estudiar agricultura, termina vinculado para siempre con el mundo universitario. Vendrán luego otras explicaciones y abismos que deberá alumbrar cada lector.
Parece evidente, no lo recuerdo muy bien, que Ángel aún no la habría leído. De lo contrario, conociendo su firme vocación lectora y suspicacia, seguro que hubiese optado por el silencio y disfrutado por el consejo de su lectura urgente para descubrir yo mismo la savia dulce y agria que destila en cada una de sus páginas.
Desde que comencé a leerla, he buscado todas las reseñas sobre la novela que he podido pero, en mi humilde opinión, ninguna le hace justicia. No basta con señalar que se trata de una indudable obra maestra. Incluso valdría la hipérbole de Borges al señalar en el prólogo de Crimen y Castigo que, como el descubrimiento del amor o como el descubrmiento del mar, el hallazgo de Dostoievski marca en cierto modo el destino de nuestra vida. Es esta una afirmación tan brillante como tramposa porque ese rumbo ya estaba marcado en el alma del lector y el resorte podría haber sido cualquier texto o cualquier poema que merezcan la pena y que sirvan para sembrarnos la inquietud del conocimiento.
Dicen que Stoner es una novela sencilla. No es verdad. Si es verdad que demuestra que las cosas sencillas no lo son o que lo son, por su frecuencia, tan solo aparentemente. La importancia de Stoner se encuentra en que no son los hechos los que alimentan los sentimientos sino al revés. Williams opta por el camino abrupto de las emociones, descubre las virtudes de aquellas sendas del paisaje interior y nos proporciona una sobria, brillante, elegante y compleja lección de inteligencia y de bondad.
También se ha escrito que William Stoner es un profesor mediocre. Tampoco lo creo. Creo que, conforme al criterio de Williams, debió ser un gran profesor porque lo que parece mediocre es muchas veces, cuando se asocia a la discreción, lo excelente, lo mejor ocultado precisa y vorazmente por la mediocridad. Stoner prefiere el mundo cotidiano y el examen lúcido de la rutina para alcanzar la verdad. La mejor literatura contemporánea está repleta de personajes aparentemente mediocres, rutinarios, anodinos y hasta vulgares. Las páginas de cada uno de esos libros decisivos demuestran el inmenso error de nuestro juicio y la irresponsable pérdida de virtud que desangra nuestro tiempo. Valga por todos y por el placer de citarlo el maravilloso ejemplo de Bernardo Soares en el Livro do Desassossego.
Seamos claros y hablemos con sencillez y sin comparaciones. Quienes leanStoner y tengan un mínimo de inquietud, quedarán simpre agradecidos a Jhon Williams y nunca la olvidarán.
Stoner de John Williams. Traducción de Antonio Díez Fernández. Ediciones Baile del Sol, Narrativa/121. Tercera Edición, 2012.
Desde que comencé a leerla, he buscado todas las reseñas sobre la novela que he podido pero, en mi humilde opinión, ninguna le hace justicia. No basta con señalar que se trata de una indudable obra maestra. Incluso valdría la hipérbole de Borges al señalar en el prólogo de Crimen y Castigo que, como el descubrimiento del amor o como el descubrmiento del mar, el hallazgo de Dostoievski marca en cierto modo el destino de nuestra vida. Es esta una afirmación tan brillante como tramposa porque ese rumbo ya estaba marcado en el alma del lector y el resorte podría haber sido cualquier texto o cualquier poema que merezcan la pena y que sirvan para sembrarnos la inquietud del conocimiento.
Dicen que Stoner es una novela sencilla. No es verdad. Si es verdad que demuestra que las cosas sencillas no lo son o que lo son, por su frecuencia, tan solo aparentemente. La importancia de Stoner se encuentra en que no son los hechos los que alimentan los sentimientos sino al revés. Williams opta por el camino abrupto de las emociones, descubre las virtudes de aquellas sendas del paisaje interior y nos proporciona una sobria, brillante, elegante y compleja lección de inteligencia y de bondad.
También se ha escrito que William Stoner es un profesor mediocre. Tampoco lo creo. Creo que, conforme al criterio de Williams, debió ser un gran profesor porque lo que parece mediocre es muchas veces, cuando se asocia a la discreción, lo excelente, lo mejor ocultado precisa y vorazmente por la mediocridad. Stoner prefiere el mundo cotidiano y el examen lúcido de la rutina para alcanzar la verdad. La mejor literatura contemporánea está repleta de personajes aparentemente mediocres, rutinarios, anodinos y hasta vulgares. Las páginas de cada uno de esos libros decisivos demuestran el inmenso error de nuestro juicio y la irresponsable pérdida de virtud que desangra nuestro tiempo. Valga por todos y por el placer de citarlo el maravilloso ejemplo de Bernardo Soares en el Livro do Desassossego.
Seamos claros y hablemos con sencillez y sin comparaciones. Quienes leanStoner y tengan un mínimo de inquietud, quedarán simpre agradecidos a Jhon Williams y nunca la olvidarán.
Stoner de John Williams. Traducción de Antonio Díez Fernández. Ediciones Baile del Sol, Narrativa/121. Tercera Edición, 2012.
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