Llevo varios días preguntándome por qué un
libro con un argumento tan aparentemente nimio como es el de un tipo gris (en
apariencia) que, yendo para agricultor como su padre, tiene la oportunidad de
estudiar en la facultad de agricultura (aunque finalmente se decanta por la
literatura inglesa) y pasa el resto de sus días en la universidad; un tipo que
pasa de puntillas por la vida, que por más dificultades que le ponen, en lugar
de enfrentarse a ellas, rehuye a la lucha: a vivir un matrimonio que sea
correspondido, al amor de su hija, a vivir una vida plena con su amante, a los
constantes pulsos que le presenta el jefe de departamento. Cómo, este libro,
puede ser tan bueno.
Dos son los apuntes que me llevan a tomar esta
decisión y ambos transitan en direcciones paralelas.
El primero de ellos es la aparente sencillez de
su prosa. Con un lenguaje llano, en cuanto al estilo, pero muy profundo en
cuanto al fondo, John Williams logra crear a una persona real a partir de la
escasa acción que plantea el libro. Porque Stoner, ténganlo claro, es una
persona, no un personaje. Y no me refiero a los posibles rasgos autobiográficos,
que todo apunta a que los tiene, de la novela. Me refiero a aquello que Forster
denominó personaje redondo, solo que creo que Stoner va un paso más allá y
debería crearse un nuevo concepto de personaje: el personaje pleno, que
conllevaría un pequeño matiz con respecto al redondo.
El segundo apunte está centrado en la
literatura. Leí en algún libro de Vila-Matas (no sé si se trata de una frase
suya, una cita de otro autor, o bien una cita
de otro autor pasado por el tamiz vilamatiano que tanto le gusta) que:
"precisamente porque la literatura te permite comprender la vida, te deja fuera
de ella". Y así es Stoner. En las primeras páginas del libro, tiene su
particular epifanía con las letras cuando en una clase con el profesor Sloane
este recita un soneto de Shakespeare. Entonces, "Stoner se dio cuenta de que por
unos instantes había estado conteniendo el aliento. Lo expulsó suavemente,
siendo entonces consciente de la ropa moviéndosele sobre el cuerpo mientras el
aliento le salía de los pulmones. (...) La luz se penetraba por las ventanas y
se posaba sobre los rostros de sus compañeros de manera que la iluminación
parecía venir de dentro de ellos mismos para salir hacia la oscuridad; un alumno
pestañeó y una sombra delgada cayó sobre una mejilla cuya parte inferior había
recogido la luz del sol". Stoner ha quedado atrapado durante el resto de sus
días bajo las garras de la Literatura. Todo lo que le ocurre es "secundario", en
el sentido de que todas las desgracias a las que se va sobreponiendo no dependen
de él: sabe que si algo tiene que ocurrir, va a ocurrir, y por ello es inútil
dedicarle más tiempo del necesario a asuntos triviales como es la vida si la
Literatura está presente. Esta idea se ejemplifica muy bien en otro pasaje del
libro: "Si solo es un tumor, benigno, como dice ¿daría igual retrasarlo un par
de semanas? (...) Y si es tan malo como piensa... ¿daría igual retrasarlo en
ese caso un par de semanas?"
Ahora quizás se entienda mejor por qué al
principio de la reseña dije que Stoner era, en apariencia, un tipo gris. Más
bien al contrario, me parece un tipo brillante que ha descubierto el verdadero
sentido de su vida: la Literatura. Y si para ello tiene que renunciar, aunque le
pese, a otros aspectos de su vida, renuncia. A lo largo del libro comprobamos
que Stoner solo se siente plenamente satisfecho cuando habla de literatura,
cuando está estudiando literatura, o cuando está leyendo literatura. El resto de
acontecimientos son circunstancias más o menos relevantes.
"Concibo la literatura como el arte de apresar
algo de la palpitación del tiempo. Me conmueve saber que todo está condenado a
desaparecer, a irse para no volver, y pienso que la literatura, al igual que las
demás artes, nos brinda la gran oportunidad de salvar algo del desgaste, de dar
al menos una pátina de permanencia a lo efímero, y así suspender, siquiera sea
por breves instantes, la imposición de las horas con su dictadura de los
relojes." Eloy Tizón
muy bonita reseña. gracias.
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