Javier Cánaves nos acerca en Los artistas a todas las orillas del desconsuelo. Detallándonos la
búsqueda vital ralentizada de un joven con vocación de escritor y vocación de
vacío. Entre el ego y el desprecio por sí mismo, Julio Cantallops no sabe hacia
dónde dirigirse, de qué modo aliviar su desasosiego. Se quiere convertir en
personaje de las mismas novelas que renuncia a escribir, interpretando un papel
que a ratos le queda pequeño y a ratos grande. Nos ayuda a descubrir su juego
el recuerdo vago que ha dejado en una mujer, una mujer que le atraía y le
repugnaba a partes iguales, tal vez porque en ella no dejaba de reflejarse su
propia historia de soledades y miedos.
Con una prosa que va de lo prosaico a lo poético, en un
vaivén que tiene mucha relación con las inseguridades de su protagonista,
Javier Cánaves consigue contagiar esa inquietud que provoca la deriva: “Las
palabras debería servir para escapar de este precipicio, de esta parálisis que
empuja a la caída”, escribe Julio Cantallops.
Los artistas “se
pasan la vida buscando el puente más hermoso desde el que saltar, ese salto que
podría justificar todas las lágrimas de niños perdidos que llevan dentro”,
asegura la mujer a la que nunca amó Julio Cantallops. Y así es en la novela, el
escritor no encuentra salvación ni en el amor ni en la literatura, muere de
inanición tras dar cuenta de toda la crónica de su apatía.
Una novela que no da tregua y que, después de La historia que no pude o no supe escribir,
publicada también en Baile del Sol, confirma a Javier Cánaves como un extraordinario
narrador y un testigo del desconcierto actual de nuestra sociedad.
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