Por Alberto García-Teresa
Ivana Bodrozic
El primer poemario de esta escritora
croata (que obtuvo sendos premios para poetas jóvenes en su país con
esta obra como manuscrito y a posteriori) nos ofrece, bajo una
aparente sobriedad, una voz desoladora, en la que resuenan continuamente
las astillas clavadas en su garganta al modular las palabras, como un
eco reiterativo que devuelve al presente el horror de la guerra vivida
en la infancia.
Bodrozic construye con
un tono cercano un ambiente cotidiano, en el cual un «yo lírico» muy
definido se mueve con comodidad. Sin embargo, nos remite constantemente a
la biografía de la autora, y en ese sentido pesa la salida sin retorno
de su pueblo natal a causa de la guerra, a los nueve años, su vida en un
hotel para refugiados y la desaparición (y asesinato, a pesar de no
estar a día de hoy identificado el cadáver) de su padre. Así, persiste
la angustia del recuerdo del conflicto y de la incertidumbre respecto al
paradero del progenitor; la ansiedad de las pesadillas que no terminan
de disiparse y que asaltan los versos de manera inesperada.
Construye de esta manera una atmósfera atravesada por el dolor y la violencia
(«al resto de los seres que se mueven a mi alcance / cada muestra
casual de alegría, por muy pequeña que sea / les suena como una
provocación inapropiada / causada por el enemigo»). Esto irrumpe en los
poemas constantemente, o aparece de manera casi transversal en
ocasiones, a través entonces del léxico o por alusiones veladas, pero
también se sitúa en el primer plano de buena parte de los textos del
volumen. De ahí la aparición de símbolos y escenarios recurrentes, como
llamativamente ocurre con el tren, y la indefensión y el desamparo que
articula el «yo».
Por eso mismo sirven de fuerte
contrapunto los poemas de amor, que aparecen así como refugio y como
anhelo de sosiego y humanidad, que denota la necesidad imperiosa de
contacto humano de quien ha crecido en la aspereza de la presencia
permanente de la muerte y de los fallecidos.
Así, Primer paso a la oscuridad mantiene un poso desasosegante, con lo que se conforma un conjunto de poemas muy duro, pero que elude el tremendismo y las lecturas existencialistas y las generalizaciones.
Se trata de la enunciación de una subjetividad que no es capaz de
desprenderse de su herencia vital, la cual arrastra determinando
notablemente su configuración del mundo y de las relaciones humanas: «Yo
soy el vacío entre el 1991 y el 2000-y-años-/-sucesivos», concluye
demoledoramente.
Se trata, en suma, de un poemario
espléndido y estremecedor, poblado de múltiples capas que recubren la
pequeña historia asolada por la Historia; las palabras que brotan desde
cicatrices que no han dejado de crear hemorragias internas y que buscan,
a través de la poesía, reconstruir las ruinas de un mundo que no
termina de desmoronarse repetidamente sin fin.
Primer paso a la oscuridad
Ivana Bodrozic
68 páginas
2011
ISBN: 978-84-15019-50-3
http://www.culturamas.es/blog/2011/07/31/primer-paso-a-la-oscuridad/
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