Miguel Ángel Alloggio presenta en Tristes metonimias catorce relatos sobrecogedores que recogen lo
más descarnado de la naturaleza humana, justo cuando ésta parece dejar de serlo
para responder a los instintos más bajos y animales. Con una prosa directa y sin
concesiones, Alloggio no teme acercarse a espacios supuestamente inocentes como
la infancia y la familia para mostrar en sus cuentos el horror desprovisto de conciencia.
No exentos de crítica social los cuentos de Tristes
metonimias suponen todo un reto para el lector, el de leerlos sin que un
escalofrío le recorra la piel porque suenan exactamente igual que una uña
arañando una pizarra.
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