Límites y
Progresiones
José María
Cumbreño
Baile del
Sol
Tenerife,
2010
ISBN:
978-84-15019-00-8
138
páginas
10
euros
Daniel Ruiz
García
Límites y Progresiones, de José María
Cumbreño, es uno de esos libros que hay que leer lápiz en ristre, porque son
muchas las veces que uno se ve impelido a subrayar. Es un libro enorme,
emocionante, a veces incluso impúdico. No se me ocurre una expresión más eficaz
de conversión del sentimiento íntimo, doméstico, en palabras.
Es difícil definir este libro de Cumbreño, como resulta
difícil describir gran parte de su literatura. Miscelánea sería probablemente el
término más apropiado, porque entre las páginas de Límites y Progresiones
hay de todo: aforismos, poemas, apuntes de dietario, relatos breves. A veces
recuerda un poco a Italo Calvino, pero otras veces tiene el
descarnamiento de un Carver, con momentos de impulso rabioso, que
conviven con otros de gran recogimiento.
Cumbreño hace de la técnica del collage un
verdadero magisterio. Además de enseñarnos que era posible alcanzar la santidad
a través del ejercicio del malditismo más desquiciado (asesinato de esposa
incluido), William Burroughs nos mostró de qué manera no había que
trabajar el collage, o el cut-up, como lo bautizara Brion Gysin.
Porque el collage, el sampleado, para que resulte efectivo, debe contar
con cierta hilación, con un poso semántico, dramático, e incluso de argumento
común. En Límites y Progresiones, Cumbreño demuestra que es posible hacer
collage, e incluso hacerlo de forma impecable, sin que en ningún momento
perdamos la perspectiva y el contexto de lo que se nos cuenta. Cumbreño riza el
rizo del “corta y pega”, incorporando incluso frases que escucha en el ambiente
doméstico a su propio hijo pequeño (hijastro, por los afectos que demuestra a lo
largo del libro, no es un término apropiado), y que son engarzadas en la obra de
manera natural, permitiendo en todo momento el reconocimiento de la voz.
Esto no quita que en Límites y Progresiones se
hable de muchas cosas, y que sea posible (otra bondad de la literatura de
Cumbreño) la polisemia. Puede entenderse como una toma de posiciones frente a la
paternidad asumida y también la impuesta. Puede concebirse como un tratado sobre
el amor doméstico. También es, en cierto modo, un ensayo sobre la literatura y
sobre el hecho literario. En su conjunto, a través de su recorrido diacrónico,
es una crónica personalísima sobre la forja de una trayectoria literaria,
acontecida a lo largo del breve lapso de tiempo que discurre entre dos veranos
(2007-2008).
Es un libro bellísimo, que recomiendo a todos los que
gustan de la literatura consagrada a las cosas que no hacen ruido. Literatura de
las pequeñas cosas, podríamos denominarla, el compromiso con la observación del
mundo a través del ojo de la cerradura.
Un
diario.
Palabras debajo de una
fecha.
Contar cosas a medida que
suceden.
No se trata de hacer una
relación de objetos perdidos, sino de hacerla antes de que se
pierdan.
Nada del otro mundo. Y tanto.
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