Baile del Sol.- ¿Qué significa para ti que se publique la tercera edición de La alambrada de mi boca?
Ana Pérez Cañamares.- Pues imagínate, un alegrón. Es el primer poemario que publiqué, y cuando me comunicaron que iba a salir la tercera edición, no pude evitar recordar esa tarde en que, llena de nervios y dudas, mandé el original a la editorial. Una hora después recibí un mensaje del editor diciéndome que sí, que lo publicaba, con el contrato adjunto. Lo celebré saltando en el sofá bajo la mirada estupefacta de mi familia. Y siete u ocho años después, no sólo he publicado cuatro poemarios más y he vivido un montón de fantásticas experiencias gracias a la poesía, sino que encima La alambrada llega a su tercera edición y con una portada preciosa. Eso quiere decir que aunque son los poemas de una poeta principiante aún siguen teniendo interés y valor para los lectores. Me siento orgullosa y agradecida.
BdS.- El poemario abre con un poema en el que te
diriges a tu hija y creo que actualmente estás trabajando sobre este mismo
tema, la maternidad ¿qué vínculo hay entre este poema y lo que ahora estás
escribiendo?
APC.- Hay un vínculo fuerte, claro… En ese poema
le digo a mi hija que no se guarde las preguntas que tenga que hacerme. En el
poemario en que estoy trabajando directamente he pasado a responderlas yo, sin
esperar a que ella me las haga. Porque me he dado cuenta de que yo soy la
primera interesada en cuestionarme cómo ha sido mi maternidad hasta ahora. Es
lo que tiene tener una hija adolescente, jajaja, ella está más interesada en
vivir su vida que en nuestra relación, como es lógico. Espero, no obstante, que
si algún día formula esas preguntas de las que yo hablaba, alguno de los poemas
que estoy escribiendo ahora le sirvan como posible respuesta.
APC.- Sí, yo creo que uno de los acontecimientos
vitales que me lanzó a la poesía, o al menos a jugármela como poeta, a
arriesgarme y dejar de perder el tiempo, fue la muerte de mi madre. Yo estaba
con la ficción, los relatos, un proyecto fallido de novela, y creo que algo en
mi interior me dijo: cuenta tu vida, confía en ti, en lo que ves, en lo que
sientes. Vivir con intensidad la muerte de mi madre me hizo abrir más los ojos
y entregarme a la poesía.
BdS.- El vínculo entre tu madre, tu hija y tú queda
muy patente en el poema Generaciones, ¿qué línea trazarías entre estas tres
mujeres?
APC.- Ufff…. La pregunta se las trae. Yo a veces
digo medio en serio medio en broma que estoy atrapada entre ellas, porque mi
madre y mi hija son las dos Cáncer, se parecen muchísimo en el carácter… A
veces siento que con mi hija estoy viviendo segundas oportunidades para
terminar de aceptar y entender a mi madre… Ese poema tiene muchas
reverberaciones para mí. Es a la vez vivir la muerte de alguien como si fuera
propia, porque algo tuyo muere… y sin embargo es también sentir la transmisión
de la herencia, de la vida, como un testigo que pasa de mano en mano.
BdS.- En la segunda parte se encuentran los poemas
amorosos, de intimidad, de dos. Es la parte más breve del poemario, ¿te sientes
cómoda poéticamente con el amor de pareja como temática?
APC.- Cada vez más. Aunque la verdad es que es
una responsabilidad, igual que cuando hablo de ser madre. Son dos casos en los
que se implica directamente a otras personas con nombre y apellidos, que están
muy cerca de mí, pero que pueden sentirse incómodas con la exposición de la
intimidad que se hace en los poemas. Supongo que por eso intento en primer
lugar que hablen sobre todo de mí, de mi emoción en particular, y luego que no
sean anecdóticos, que no reflejen situaciones en particular, sino que puedan
reflejar algo más universal. Según te digo esto pienso en que me lo he saltado
unas cuantas veces, así que no sé si sirve como generalidad. En realidad me siento
un poco culpable por hablar de otros en los poemas. Como si fueran
damnificados.
BdS.- La última parte del poemario, titulada UNA, es una especie de
cuarto propio en el que conocemos más de ti, ¿ha cambiado desde entonces ese yo
poético?
APC.- Creo que personalizo menos. Hablo de mí,
pero de una forma menos concreta, menos anecdótica como decía antes.
BdS.-Cuando relees La alambrada de mi boca, ¿te
reconoces en tus versos?
APC.- En parte sí me reconozco. Pero espero haber
cambiado. Bueno, creo que sí, que he cambiado. Creo que personalmente sufro
menos, algo de tregua me he dado. Pienso que en La alambrada aún sufría
demasiado innecesariamente.
BdS.-Algunos de los poemas de este libro los sigues
recitando en púbico habitualmente, ¿por qué?
APC.- Porque siguen teniendo vigencia,
siguen cumpliendo su función y sigo viéndome reflejada en ellos. Y la respuesta
de lectores y oyentes me lo confirma. Por ejemplo, Hijo mío. Fue un poema
anterior al estallido de la crisis y por desgracia, fíjate si sigue vigente lo
que dice. Más aún que cuando lo escribí.
- BdS.-Después de La alambrada de mi boca, ¿cómo ha
sido tu evolución poética?
BdS.-Cuéntanos en qué estás trabajando ahora
APC.- Estoy trabajando en varios
proyectos. Creo que en mi vida he estado tan activa como lo estoy ahora. Un libro de aforismos, uno de poemas de amor,
otro sobre la maternidad y otro poemario aún en un estado más embrionario. Como
decía el otro día: para no pensar en que me gustaría tener más tiempo para
escribir, escribo todo el tiempo que puedo.
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