- Entrevista de Goizeder Lamariano Martín/Cuéntate la vida
 
David Pérez Vega nació en Madrid 
en 1974. Empezó a estudiar CC. Físicas y, después de tres años, se cambió a 
Dirección y Administración de Empresas. Trabajó una temporada como auditor de 
cuentas de una multinacional, y en la actualidad es profesor de Economía y 
Matemáticas en un colegio de Educación Secundaria. Hasta marzo de 2010 residía 
en Móstoles y ahora vive en Madrid. Acantilados 
de Howth (Baile del Sol, 2010) es su primera novela publicada. En 2011 
se han de publicar sus poemarios Siempre nos quedará Casablanca (Baile del Sol) y Móstoles era una 
fiesta (Bartleby 
Editores).
Las fotos que ilustran esta entrevista han sido cedidas por el propio David Pérez Vega y están tomadas en los acantilados de Howth durante un viaje que el autor realizó para visitar a su hermano, que vivía en Irlanda. La otra fotografía, también cedida por el autor, está tomada en la casa en la que vivió durante su infancia y adolescencia Jorge Luis Borges en Palermo, Buenos Aires.
Las fotos que ilustran esta entrevista han sido cedidas por el propio David Pérez Vega y están tomadas en los acantilados de Howth durante un viaje que el autor realizó para visitar a su hermano, que vivía en Irlanda. La otra fotografía, también cedida por el autor, está tomada en la casa en la que vivió durante su infancia y adolescencia Jorge Luis Borges en Palermo, Buenos Aires.
-¿Tu nombre real es 
David Pérez López y tu nombre como escritor David Pérez Vega? ¿Por 
qué?
-Cuando no tenía nada publicado, 
ni había abierto mi blog, http://www.desdelaciudadsincines.blogspot.com/, 
si introducía en Google la búsqueda “David Pérez López escritor” aparecía, y 
sigue haciéndolo, la página web de un autor mexicano. Esto hizo que pensase en 
elegir un seudónimo. Me hubiera gustado tener unos apellidos sonoros y poco 
usuales, pero, a la hora de elegir un nombre falso, me quedé casi con el mío. 
Pérez Vega son los dos apellidos de mi padre, combinación que trata de emular, 
por ejemplo, la sonoridad de Pérez Galdós.
-¿Cómo y cuándo supiste 
que querías ser escritor?
-Cuando aún no sabía leer o lo 
hacía con dificultad, a los cuatro o cinco años, mi padre solía leerme cuentos 
de dos volúmenes publicados en Alianza editorial para adultos; eran 
Cuentos de Jacob y Wilhlem Grimm y La sombra y otros cuentos 
de Hans Christian Andersen. Aún recuerdo la fascinación de esas historias y el 
día en que le pregunté a mi padre si él escribía cuentos. Me parecía la idea más 
natural del mundo que quien leía cuentos también debería querer escribirlos. Fue 
una decepción descubrir que mi padre no lo hacía. Aquello siguió rondándome la 
cabeza durante la infancia, y la decisión adulta la tomé a los doce años tras 
leer El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien. Me fascinaba que 
aquel hombre pudiera llevar una doble vida: además de ser profesor podía 
perderse en aquella Tierra Media que había creado. Yo también deseaba poder 
perderme en un mundo propio. A esa edad pensé que para ser escritor necesitaba 
una máquina de escribir y perpetrar en ella una novela. Como no tenía máquina de 
escribir, pasé más de un año imaginando una historia, que no era más que un 
plagio de El señor de los anillos. Y tuve la buena idea de leer siempre 
con un diccionario al lado, porque, pensaba a esos doce años, que un escritor 
debería conocer todas las palabras. Lo primero que escribí fue a los 
quince años, un relato; y lo hice a mano.
-¿Qué tal lleva un 
hombre de ciencias y de números su relación con las letras?
-En realidad creo que el orden 
de la pregunta debería ser al revés: ¿Qué tal lleva un hombre de letras su 
relación con las ciencias y los números? La única vocación real que he tenido es 
la de escritor. De niño solía sacar buenas notas tanto en letras como en 
ciencias, y la influencia paterna, mi padre es ingeniero, hizo que el niño o 
adolescente que era yo siempre considerase que debía estudiar una carrera de 
ciencias por sus salidas profesionales y que la literatura debía ser un 
pasatiempo. Además, por aquella época, yo deseaba ser un escritor de 
ciencia-ficción o terror, géneros con los que crecí, y muchos de los escritores 
de ciencia-ficción tienen una formación científica. A esto se unía el hecho de 
que consideraba leer un terreno de descubrimiento propio y lo que se estudiaba 
en las clases de literatura del instituto, en aquel momento, me interesaba poco. 
Góngora representaba la autoridad, la rebeldía era Philip K. Dick o H. P. 
Lovecraft. Ahora 
creo que me hubiese gustado más, en realidad, haber estudiado Filología 
Hispánica, aunque muchas veces intento afianzar una de mis teorías de los 
veintiún años: para ser escritor es mejor no estudiar literatura, no pervertir 
tu mirada sobre los libros con la mirada de otro.  Y mi relación actual con los 
números es correcta: explicar matemáticas, como el poeta Nicanor Parra, me 
resulta fácil y la economía, a nivel teórico, da mucho juego para hablar de la 
realidad. Me agrada ser profesor, tratar a diario con adolescentes me gusta más 
que estar en una oficina con un traje.
-¿Qué buscas a la hora 
de leer?
-Busco que la visión del mundo 
de un escritor me conmueva; que consiga ordenar una realidad que siento 
desordenada, y me que transporte a otra vida, a otra mente u otro paisaje. 
-¿Y a la de 
escribir?
-Conseguir crear un mundo propio 
 en el que pueda ordenar la realidad.
-¿Dónde buscas y 
encuentras la inspiración?
-En la realidad de mi entorno, y 
en la realidad de los libros que me han enseñado a mirar con otros 
ojos.
-¿Eres maniático a la 
hora de escribir?
-Depende de la temporada he 
elegido diversos lugares para escribir: desde la mesa de mi casa hasta la barra 
de un bar, pasando por bibliotecas. Actualmente lo suelo hacer en casa, siempre 
en la misma mesa. Me gustaría poder escribir 
directamente a ordenador, pero, aunque lo he intentado, no me resulta cómodo. 
Para que fluyan las ideas, después de hacer el esquema sobre lo que voy a 
escribir, primero lo hago a mano, muy deprisa, y luego, al pasarlo a ordenador, 
voy puliendo el estilo. Cuando me dedico a la prosa lo 
hago sobre hojas de cuadrícula y cuando se trata de poesía sobre folios en 
blanco. Imagino que esto puede ser una manía.
-¿Cómo definirías a 
Acantilados de Howth?
-Como una novela realista, que 
trata de captar el paso de la juventud a la vida adulta de una generación, 
nacida sobre la décadas del 70 o del 80 del siglo XX, y que se enfrenta a 
problemas como la precariedad laboral, la dificultad de acceder a una vivienda… 
tras haber creído que estaban destinados siempre a lo mejor.
-Aunque tu novela la 
escribiste hace cinco años, hoy en día tiene plena actualidad, sobre todo por el 
tema laboral y la marcha de jóvenes a vivir al extranjero. ¿Cómo te 
sientes?
-Cinco años son pocos para que 
el planteamiento de una novela pierda vigencia. Aunque es cierto que ahora 
muchos jóvenes pueden elegir irse al extranjero por una necesidad laboral, en la 
novela el protagonista lo hace con afán de aventura. Leo a los narradores 
norteamericanos, a los que tanto admiro, y me atrae su visión intuitiva y 
poética sobre la realidad. Quería describir así mi realidad. Me intriga esta 
pregunta: ¿Por qué los jóvenes alemanes que conocí en la universidad, que habían 
estudiado la misma carrera que yo, en su país, cobraban –en 2005 como ahora- el 
doble o el triple que yo, trabajaban menos horas, los precios de sus casas eran 
la mitad o un tercio de los de España, y, como observé cuando fui a visitarlos, 
los precios de los supermercados y los restaurantes eran iguales que aquí? ¿Por 
qué ningún político habla de esto o qué novelas españolas lo 
reflejan?
-¿Qué hay de 
autobiográfico en esta novela?
-Quería hablar de mi generación, 
de los abusos laborales, de la incertidumbre ante el futuro…, pero, aunque 
deseaba que la novela sonase a autoconfesión real de un veinteañero que pasa a 
ser treintañero, quería evitar el problema pudoroso de contar mi vida. 
El barrio que 
describo de Móstoles, de donde procede el protagonista, es el mío. Para la casa 
donde supuestamente vive Ricardo con Isabel en Alcorcón usé mi recuerdo real de 
la casa de una amiga. Para el pasado de Ricardo en Irlanda usé experiencias de 
mi hermano, que vivió allí. La universidad Carlos III, donde estudió Ricardo, es 
la mía. Pero yo no 
soy Ricardo. Imaginé su vida, realicé un eje cronológico y en escenarios 
conocidos por mí desarrollé sucesos no vividos por mí.
-¿Te identificas con Ricardo? ¿Por qué?
-¿Te identificas con Ricardo? ¿Por qué?
-Raymond Carver decía: “Tú no 
eres tus personajes, pero tus personajes son tú”. Muchas de las opiniones de 
Ricardo son las mías, aunque él tiene una personalidad más extrema que yo. Es 
posible que ante sucesos que le ocurren a Ricardo en la novela, y que yo no he 
vivido, reaccionase como lo hace él. A través de Ricardo viví dos 
experiencias que no han ocurrido en mi vida. Una que sí me hubiera gustado que 
sucediera: haberme ido, tras acabar la carrera, a trabajar al extranjero, a 
Inglaterra o Irlanda, como hizo mi hermano y algunos amigos. Y otra que no me 
hubiera gustado que sucediera: que tras acabar la carrera hubiese entrado en el 
mundo de los licenciados en ADE; y no hubiera salido de él, teniendo que 
trabajar siempre como contable o auditor en una empresa, y que sus horarios no 
me permitieran desarrollar mis aficiones. Afortunadamente, al tomar la decisión 
de hacerme profesor, puedo leer y escribir casi a diario.
-¿Es Ricardo un eterno 
adolescente, un Peter Pan fracasado que sólo vive de 
recuerdos?
-Ricardo es una persona de 
treinta años que está pasando por un momento desagradable en su vida, inmerso en 
un posible proceso de separación con su mujer, y que, además, no le gusta 
demasiado su trabajo. En este momento se vuelca en el recuerdo, idealizado, de 
su pasado en Irlanda. En realidad, no creo que Ricardo sea un fracasado, sólo es 
una persona normal, a la que le ocurren sucesos desagradables normales y que 
mientras le ocurren no le gustan, y cae en la tentación, tan humana, de 
idealizar el pasado. Pero aún le queda mucho por vivir. 
-Acantilados de 
Howth es tu primera novela publicada, ¿has escrito 
otras?
-En realidad Acantilados de 
Howth es la sexta novela que he escrito. Las cinco anteriores sí que eran 
autobiográficas, y, ahora, con el tiempo, las considero mi taller personal de 
escritura. Quería hablar de mí mismo, de mi entorno, pero llegó un momento en 
que pensé que la narración autobiográfica era un callejón sin salida: el pudor 
me impedía profundizar en aspectos interesantes, y el miedo a herir 
sensibilidades en mi familia y amigos hacía que tuviera que callar cosas de las 
que me hubiera gustado hablar. La novela autobiográfica me suponía un ejercicio 
de autojustificación y de autocensura constantes. Crear personales e inventar 
una historia me liberó artísticamente mucho. Así que esas cinco novelas, o 
conatos de novela, están descartados. Creo que sí que puede ser más interesante 
mi séptima novela, El hombre ajeno. Actualmente estoy tratando de que 
alguna editorial se interese por ella.
-¿Qué es lo mejor y lo peor que has oído de tu novela?
-¿Qué es lo mejor y lo peor que has oído de tu novela?
-Lo mejor me lo dijo una persona 
por teléfono: que la novela le había impresionado tanto como cuando leyó de 
veinteañero En el camino de Jack Kerouac. Obviamente me reí, y esta 
persona es un buen amigo. Lo peor que me han dicho es que Acantilados de 
Howth es una novela solipsista, en la que no se desarrollan los personajes 
secundarios. Aunque yo creo que se habla de un extenso número de personajes 
secundarios.
 -Tu novela combina a la 
perfección los pensamientos y recuerdos de Ricardo, el protagonista, con un 
elenco de personajes igual o más importantes que él. Acantilados de Howth es un 
puzzle. Para conseguir esto, ¿te has basado en algún autor o novela concreta? 
Gracias 
por lo de la perfección, que me hace sonreír. Cuando empecé a trabajar la 
estructura de la novela me planteé narrarla con dos niveles temporales. Los 
capítulos del presente transcurren en unos seis meses (aquí además hay saltos 
temporales hacia un pasado siempre posterior al otro pasado) y los del recuerdo 
irlandés representan casi tres años. A partir del cuarto capítulo escribí unos y 
luego los otros y en la composición final los intercalé. De todos modos, tenía claro que 
la fuerza de la historia partía de un punto concreto: un suceso ocurrido en esos 
acantilados, y para 
acercarme a ese punto necesitaba ir sobreponiendo capas anteriores y posteriores 
al núcleo narrativo. No es algo consciente, pero ahora que me obligas a 
reflexionar sobre ello, encuentro que novelas como El dios de las pequeñas 
cosas de Arundhati Roy o Jazz de Toni Morrison tienen una 
estructura parecida. Aunque, posiblemente, la gran influencia literaria del 
libro sea la obra de Roberto Bolaño, al crear un personaje que es un poeta casi 
secreto, y sobre todo por la idea de añadir continuos personajes y relatos 
adyacentes a la historia principal.
-¿En qué proyecto 
literario estás trabajando ahora?
-Acabé un libro de relatos y 
empecé hace unos meses una nueva novela. De nuevo el mercado laboral español es 
el gran tema que exploro. De hecho, estoy usando el material de mi cuarta novela 
autobiográfica, correspondiente al periodo en que fui auditor, para, sobre esa 
base, crear personajes, que me permitan acercarme al desquiciado mundo de los 
auditores desde perspectivas distintas.
-En 2010 has publicado una novela y tienes aceptados y pendientes de publicación dos poemarios, todo un logro en estos momentos de crisis en los que las editoriales no confían en escritores desconocidos. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este sentido?
-En 2010 has publicado una novela y tienes aceptados y pendientes de publicación dos poemarios, todo un logro en estos momentos de crisis en los que las editoriales no confían en escritores desconocidos. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este sentido?
-Los tres libros fueron 
aceptados para su publicación en 2008. Baile del Sol es una editorial canaria 
que sí que apuesta por autores desconocidos. Actualmente ha tenido que colgar el 
cartel de no admisión de originales por saturación. Tuve suerte al contactar con 
ellos antes de ese momento. Móstoles era una 
fiesta, poemario escrito en 1998, fue el primer libro que me aceptó una 
editorial, Bartleby, para su publicación. Esto ocurrió en enero de 2008, hace 
exactamente tres años. Con la crisis, el editor ha estado retrasando la salida 
de este libro para poner en el mercado otros títulos de personas más consagradas 
(avaladas por premios Nobel, Pulitzer…) y frente a estos lanzamientos los libros 
de españoles nuevos están siendo relegados. Espero que 2011 sea definitivamente 
el año en que vea publicado este poemario de 1998. 
-¿Cómo ves en la 
actualidad el mercado editorial español?
-Muy concentrado en los grandes 
grupos (Planeta básicamente), que sólo apuestan por una literatura sin riesgos. 
Aunque afortunadamente han surgido en las últimas dos décadas editoriales más 
pequeñas que han dejado huecos de mercado dejados por las grandes (esto en mis 
clases de economía se llama “han aprovechado mercados intersticiales”), buscando 
libros extranjeros, españoles, haciendo nuevas traducciones, cuidando la 
presentación… ¿Hay libros más bonitos que los de Impedimenta?
-¿Cuáles son tus autores 
favoritos?
-He tenido muchas fases. De 
adolescente me gustaba mucho Philip K. Dick y H. P. Lovecraft. Tuve una fase 
francesa, con Camus. Una rusa con Dostoyevski, Tolsoi o Chejov. Incluso fase 
japonesa, con Kenzaburo Oe. Aunque creo que las literaturas 
que más he frecuentado han sido la norteamericana: Mark Twain, Hemingway, Scott 
Fitzgerald, Carver, Tobias Wolff, Richard Ford…, y la hispanoamericana: Borges, 
Cortázar, Vargas Llosa, Rulfo, y, en los últimos años, Juan José Saer, Rodrigo 
Rey Rosa, Juan Villoro y, sobre todo, Roberto Bolaño.
-¿Prefieres la novela o 
la poesía?
-Como lector me decanto más por 
la prosa, y cuando leo poesía la que más me suele gustar es la más narrativa. 
Como escritor a veces siento la necesidad de expresar algo más íntimo y entonces 
me sirvo de la poesía, y a veces prefiero que una historia me envuelva y me 
decanto por la novela y los relatos. Hace poco cumplí un ciclo completo: novela, 
libro de relatos, poemario, novela (ahora)… lo que tampoco quiere decir que siga 
por un libro de relatos: el futuro dirá.


Muchas gracias por publicar la entrevista en vuestro blog. Un saludo.
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