lunes, 21 de noviembre de 2016

Reseña de Explicación de la noche, de Edem Awumey en LaRepúblicaCultural.es

Explicación de la noche, de Edem Awumey

Rebeldía frente a la oscuridad del olvido

Publicado el Jueves 17 de noviembre de 2016, a las 00:03h


Título: Explicación de la noche
Autor: Edem Awumey
Traducción: Iballa López Hernández
Editorial: Baile del Sol (2016)
Formato: encuadernación tapa blanda con solapas; 170 pág.
ISBN: 9788416320752


Julio Castro – La República Cultural

La literatura africana (y me refiero ahora a la subsahariana), tiene su propia voz que, sin embargo, no deja de entrelazarse con los autores del norte. La manera de ver y de narrar es muy diferente, y es preciso adentrarse en un mundo diferente que en sus autores, no deja de sentir como cualquiera, pero que establece vías diferentes de manifestación. No hay paralelismos ni traslaciones, hay ojos y mentes diferentes, que elaboran su identidad desde estilos y vivencias muy distintas, pero con quienes compartimos estilos y puntos de vista.

No es posible establecer cuánta responsabilidad tiene Ito Baraka y el grupo de jóvenes amigos estudiantes, en la furia que se desencadena contra la población, o en los movimientos estudiantiles que ya estaban organizados. Pero lo cierto es que ellos, que tan sólo querían montar una obra de Samuel Beckett, deciden transgredir las normas escribiendo pequeños fragmentos de los textos de Final de partida, en un complejo símil que incitaría a la gente a pensar, a reaccionar o, en último caso, se entiende que a ver su montaje.

Samuel Beckett como guía de la realidad


Pero antes de eso, Ito Baraka, con su grupo de amigos, han decidido cómo harán su Final de partida, y hasta dónde alcanza el paralelismo con su mundo, con la forma en que desean ver el fin de su país tal y como es, y así esperan sentar a Clov y Hamm a finalizar el acto. Pero en su camino se cruzan sus propias ideas, y el deseo de hacer e intervenir antes que aguardar como sumisos Clov.

No hay traslación de los personajes de Beckett, salvo en la manera en que el propio Ito quiere convencerse en un momento dado, pensando en lo que finalmente depara a cada uno de los cuatro amigos. Sin embargo, la idea del autor togolés Edem Awumey, parece ir mucho más allá del fatalismo de Beckett, para trasladarlo a un necesario espíritu de lucha, como sugiere el personaje de Hamm, frente al consentimiento subyugado de Clov en Final de partida.

Los personajes de Samuel Beckett son siempre sorprendentes. En Final de partida (Fin de partie) rodea toda la escena de individuos que inducen al rechazo y al desprecio, pero que, sin embargo, en lo más profundo de su ser alojan una grandísima necesidad de piedad del lector o del espectador, porque no parece quedarles un solo sentimiento, salvo el del rencor. Así es el personaje de Nagg, viviendo en un cubo de basura, sometido a su hijo, que le habla de los miedos de la noche, y de la necesidad de existir, y de saber que se cuando se habla se es escuchado. Para eso necesita Hamm a sus padres, para eso somete también a Clov, porque su necesidad y su miedo son mayores que su dependencia. Así dice Nagg a su hijo antes de taparse en el cubo de basura en que habita: “Es natural. Después de todo soy tu padre. Es cierto que de no haber sido yo hubiera sido otro. Pero esto no es una excusa. (Pausa.) El rahat-lukum, por ejemplo, no existe, lo sabemos, pero me gusta más que nada en el mundo. Y un día te lo pediré, como pago a un favor, y tú me lo prometerás. Hay que vivir de acuerdo con la época. (Pausa.) ¿A quién llamabas por la noche cuando eras pequeño y tenías miedo de la noche? ¿A tu madre? No. A mí. Te dejábamos gritar. Después te alejábamos para poder dormir. (Pausa.) Dormía, como un rey, y tú me has despertado para que te escuchara. No era necesario, no tenías verdadera necesidad de que te escuchara. Por otra parte, no te escuché. (Pausa.) Espero que llegue el día en que tengas verdadera necesidad de que te escuche, y necesidad de entender mi voz, una voz. (Pausa.) Sí, espero vivir hasta entonces, para oírte llamar como cuando eras muy pequeño y tenías miedo, por la noche, y sea tu única esperanza”(1).

La represión en Togo como ejemplo


Es evidente que, si bien el autor pretende hacer que oculta el origen en que se desarrolla su vida de juventud, todo remite a los horrores de la dictadura de Togo. Allí, Ito y sus amigos estudian a la vez que ensayan su obra de teatro, y la vida, todo lo normal que puede ser en aquellas circunstancias, rodean a la familia, que aparece a lo largo de la primera mitad de la novela. También allí, el dueño de una imprenta decide ayudarles desde el momento en que se plantean transformar su ensayo en subversión, imaginando que por ese motivo nada pueden hacerles: “No nos harán nada, me repetía yo para mis adentros como una fórmula mágica que debía alejar definitivamente el miedo. El miedo, una mierda difícil de expulsar”, dice, porque ha escuchado a Sony Labou Tansi afirmando “… no debemos quedarnos callados, debemos hablar, ¡no nos harán nada!”. Craso error.

Las octavillas recogen breves textos como:
“- Pero qué ocurre? ¿qué ocurre?
- Algo sigue su curso
El descontento y la primavera siguen su curso”

El impresor, Gueule de Bois, les dice que no funcionará, porque es poesía inofensiva “te equivocas Gueule de Bois, la poesía nunca ha sido inofensiva”.

El autor como empeño del compromiso

El escritor africano, afincado en Canadá, tiene una literatura comprometida, en la que habla explícitamente de la persecución y la tortura, del exilio y la desaparición. Pese a su exilio en el Norte lejano, no abandona la idea de regresar una vez a su país, aunque el entorno que dibuja en esta novela, vaticina la asunción de una condena a la pérdida de su nación, que no de sus raíces ni de su identidad.

El personaje de Ito Baraka sufrirá el encierro y la tortura, su narración nos llevará a un universo casi irreal, en el que se debate entre el calor abrasador de la jornada en la sabana africana, con un sol que seca la vista y los ojos, el encierro en un espacio donde no se puede estar de pie ni tumbado, y la violencia sobre los prisioneros políticos y no políticos, que apenas describe, pero que cita.

En su narración está presente el entorno de la creencia en la magia africana, en el periplo de encierro de Ito Baraka, que más tarde sugerirá la mezcla con la de los indígenas americanos, cuando se entrecruza con Kimi Blue, una yonqui que le acompañará en el trayecto final de escribir su historia.

Awumey ha jugado al intersticio que existe entre la realidad y el sentimiento, reflejando a un escritor exiliado de su país africano tras huir de una muerte cierta, gracias a la fortuna y a la fatalidad. Los personajes, complejos y arduos, no son nada sin el núcleo del personaje de Koli Lem, donde concentra el daño sufrido por la represión, el viejo ciego que, en el encierro de la diminuta choza, ha logrado esconder libros que, obviamente, no puede leer, pero que son su esperanza para no morir. El destino de Ito en aquella reclusión será el de leerle cada noche al viejo, al que ve como un caminante de Giacometti. El anciano asume la responsabilidad de lograr encontrar una vía de escape para su lector, y ese tándem será la ligazón eterna entre ambos, más allá de su encuentro.

Ese lugar común en la noche, como punto de encuentro final, donde llegan todos, pero también el enorme lugar donde Ito puede encender una pequeña luz a escondidas con Koli, para leerle y releerle los libros que les salvan de la oscuridad de la violencia, de los malos tratos, de la muerte. La noche como lugar de llegada y punto final, pero también como lugar de encuentro.

El empeño de Sony Labou Tansí como revolución

La novela describe un camino tremendamente sinuoso y tortuoso para sus personajes, que quiere conducirnos a la necesidad de cumplimiento de su deuda por parte del protagonista. En cierto modo, Ito Baraka necesita de alguien que le asista en su enfermedad ya en Toronto, y que, sobre todo, le escuche para que su historia tenga auténtica existencia: casi como el Hamm de Samuel Beckett.

Al joven Ito parece darle fuego interior Sony Labou Tansí, pero Labou dice también en uno de sus poemas “Érase una vez / Pero por qué esta vez / muerte / que nos daña por dentro / Iros por favor / He pagado mi deuda al contado / con una mueca al pasar / he vencido la muerte / y la vida”(2). Así es esta historia, como ese pequeño fragmento del otro autor africano.


(1)“C’est normal. Apres tout je suis ton pere. Il est vrai que si ce n’avait pas ete moi c’aurait ete un autre. Mais ce n’est pas une excuse. (Un temps.) Le rahat-loukoum, par exemple, qui n’existe plus, nous le savons bien, je l ’aime plus que tout au monde. Et un jour je t’en demanderai, en contrepartie d’une complaisance, et tu m’en promettras. Il faut vivre avec son temps. (Un temps.) Qui appelais-tu, quand tu etais tout petit et avais peur, dans la nuit? Ta mere? Non. Moi. On te laissait crier. Puis on t’éloigna, pour pouvoir dormir. (Un temps.) Je dormais, j’étais comme un roi, et tu m’as fait réveiller pour que je t ’écoute. Ce n’était pas indispensable, tu n’avais pas vraiment besoin que je t’écoute. D ’ailleurs je ne t’ai pas écouté. (Un temps.) J’espère que le jour viendra où tu auras vraiment besoin que je t ’écoute, et besoin d’entendre ma voix, une voix. (Un temps.) Oui, j’espère que je vivrai jusque-là, pour t’entendre m’appeler comme lorsque tu étais tout petit, et avais peur, dans la nuit, et que j’étais ton seul espoir” (Fin de partie, de Samuel Beckett).

(2)“Il était un fois / Mais pourquoi cette fois / morte / qui fait mal en nous / Quittez s’il vous plaît / J’ai payé cash ma lourde / grimace de passer / j’ai vaincu la mort / et la vie” (Poème deux, Sony Labou Tansi)


1 comentario:

  1. Hola! Cada vez que entro a un blog de lectores pienso que a comparación con ustedes no he leído nada. Aunque leí mucho eh.
    Muy lindo tu blog, recién lo descubro. Te mando un abrazo fuerte.

    http://concaritafeliz.blogspot.com
    Priscila

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