Para hablar, hablemos
En la portada, en el umbral de esta obra, su título nos muestra una señal inequívoca de lo que se trae entre manos Octavio Santana Suárez, en su nuevo libro “Hablemos”, Baile del Sol, colección Textos del desorden, 2017, donde recopila artículos y ensayos que ha ido publicando durante unos años en diversos medios escritos, revistas e Internet.
Y esta es una puerta que hay que abrir despacio y tomarse la lectura con calma, pero con rigor, pues estamos ante las reflexiones que a todos nos asaltan en algún recodo de la vida y que en unas ocasiones nos atragantan y otras nos salvan de la muerte de la libre expresión.
Y si hay algo que necesita este mundo, esta realidad escudriñada con los ojos de la sensibilidad, es precisamente el dialogo abierto y sin cortapisas entre todos los que pretendemos hacer de este solar algo mas que un lugar de juegos políticos y religiosos, que produce tanta tristeza como sufrimiento.
Octavio nos está ajeno a la locura de este siglo que viene arrastrando desde el pasado un estancamiento de las ideas y de la libre voz Y por todo ello y con el bagaje cultural e intelectual del ser humano que ha andado los caminos de muchos continentes y culturas, de relacionarse con multitud de pueblos, especialmente en América latina, no es un volumen fácil de leer ni de analizar. Y lo es porque como dice en su introducción Antonio Núñez Ordóñez, catedrático de la ULPG, como el autor, "Estamos ante una obra profundamente original, nada encasillable en un género, fácil y difícil de leer a un tiempo".
La profusión de las materias analizadas, así como la cantidad de citas y nombres de toda clase de pensadores, donde prima como es él, el humanismo y la filosofía en todas sus vertientes, desde la religión hasta la fenomenología, o la lógica, y también por el arco temporal donde se sitúa una y otra vez, pues Octavio, lector empedernido, nos alcanza con su verbo desde Platón a Horkheimer, desde san Agustín a Fichte o desde los sofistas o epicúreos hasta Kant y su imperativo categórico, o Hegel y Montesquieu con solo estos mimbres sabemos que estamos ante una obra de envergadura, donde al contrario de otros textos, donde las citas parecen apabullar, en este caso el conocimiento, la epistemología, está cumplidamente sistematizada por años de lecturas y discusiones.
A saber: ser humano, naturaleza, alma, pensamiento, acción, descubrimiento y desvelamiento del yo, en ocasiones desmesurado, donde a veces nos columpiamos para salir despedidos por la propia sinergia del pensamiento más egoísta. En cambio en esta obra de casi cuatrocientas páginas, hay un plural que transita por la historia como un llamado de atención y parada: nosotros, aquí se agiganta y aún cree el autor que es posible el dialogo libre, abierto y sincero, en una época de anónimos y juegos de escondite con medias verdades o simplemente mentiras desnudas. Este plural nos sumerge en el mar de los demás, del otro, del ajeno, con respeto y coherencia, y es en ese mar de dudas desde donde Octavio quiere llegar a una orilla de entendimiento, con la complicidad y los prejuicios de los lectores, que son a la postre quienes forzosamente tienen que dialogar con el autor para ahondar en las encrucijadas del camino de la existencia.
Un libro sorprendente, donde el esfuerzo tiene su recompensa; y la recompensa, el punto de unión con lo demás, es precisamente la grandeza de creer que todavía hay tiempo para que hablemos. Para que hablemos libremente de lo humano y de lo trascendente sin tapujos, con la sola exigencia del respeto mutuo.
Sergio Domínguez-Jaén es poeta y escritor.
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