Ana Pérez Cañamares: “El feminismo ha llegado tarde a mi vida, pero ha venido para quedarse».
Hablamos con la poeta Ana Pérez Cañamares, dentro de la serie de entrevistas dedicada al papel de la mujer en la cultura.Por Carlos Asensio
- 03/07/2018Retrato de la poeta Ana Pérez Cañamares para el proyecto de retrato fotográfico "Perdidos. Un lugar para encontrar" del fotográfo Demian Ortiz
Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968) es licenciada en Filología Hispánica, escritora de cuentos y aforismos y, fundamentalmente, poeta. Su andadura poética comenzó en 2007 con el libro de poesía La alambrada de mi boca (Baile del Sol, 2007), al que le han seguido otros como Las sumas y los restos(V Premio de Poesía Blas de Otero, 2012) o, el más reciente, El espejo discreto(Pre-textos, 2017), reconocido con el XVI Premio de Poesía Vicente Núñez.
Ana es una asidua participante en recitales, festivales y jams poéticas y su poesía ha sido recogida en multitud de revistas y antologías. Aunque afirma en esta entrevista que el feminismo ha llegado un poco tarde a su vida, es una comprometida y activa defensora de este movimiento por la igualdad en redes sociales, habiendo incluso iniciado una exitosa campaña en Change.org para exigir más medidas en contra de la violencia de género que ya registra más de 58 000 firmas.
« SE SIGUE CONSIDERANDO QUE NOSOTRAS ESCRIBIMOS EN LOS MÁRGENES, MIENTRAS QUE LA ESCRITURA DE LOS HOMBRES SE EQUIPARA CON LO UNIVERSAL».
Hablamos con ella sobre su obra literaria, el papel de la mujer en el mundo de las letras y sobre cómo ve el panorama poético actual.
Como poeta, ¿qué temas te interesan especialmente, sobre qué te surge escribir?
Me interesan especialmente las intersecciones entre nuestra vida íntima, familiar, emocional, psicológica y la influencia que tienen sobre ella los poderes políticos y económicos, es decir, el choque entre la biografía personal y las decisiones de las élites que marcan nuestro día a día. No es que me lo plantee como un plan consciente de escritura, sino que espontáneamente me surge, porque es algo a cuyas consecuencias y formas de resistencia le doy muchas vueltas. Tengo muy presente a la vida como asombro, tesoro y milagro, y todos los ataques que recibe en cuanto tal –a menudo con nuestra complicidad, más o menos forzada– me afectan y me indignan.
¿Qué es para ti la poesía? ¿Y cuánto de autobiográfico hay en la tuya?
La poesía para mí es muchas cosas, pero para resumirlas todas diría que es un espacio de libertad. En ella me permito reflexionar, provocar, ahondar, imaginar sin presiones externas. Surge cuando surge y a ella traslado lo que me obsesiona, con la aspiración siempre de construir una salida o como poco una grieta que me permita ver más allá de lo evidente. En este sentido es completamente autobiográfica, me muestro con honestidad en la medida en que esa honestidad me permite analizar mis contradicciones y abrirme a otros horizontes. Mi poesía aspira a ser útil, para mí y para quien lo necesite.
© Raúl Pérez
¿Qué opinas de los premios literarios y de la crítica? ¿Cómo llevas que otras personas valoren u opinen sobre lo que escribes?
Los premios, en general, los veo como un mal en ocasiones necesario porque en este país no hay muchas oportunidades para acceder a ciertas editoriales o lectores o reconocimiento de tu trabajo si no es a través de ellos. Luego, a la gran mayoría, los veo como un gran fraude consentido, que vale para perpetuar una idea estanca de la poesía y a unos nombres que se repiten e intercambian entre jurados, editores, premiados. Las valoraciones las llevo bien siempre que se justifiquen; si tienen fundamento son una estupenda herramienta para hacernos pensar y aprender.
¿Qué es para ti el feminismo y cómo de importante es en tu vida y en tu obra literaria?
Casi me da vergüenza decirlo, porque el feminismo, al menos de una forma consciente, ha llegado tarde a mi vida. No ha sido hasta hace poco que me he puesto a leer y a reflexionar sobre él en profundidad. Estaba ya antes, por supuesto, más en forma de intuiciones o de deslumbramientos puntuales, y ahora que he empezado a leer más sobre su historia, sus logros, sus hallazgos y su vigencia, me ha sorprendido la amplitud de miras de la teoría en sí y de las autoras que han escrito partiendo de ella. Así que ha venido para quedarse, porque ahora ya atraviesa mi visión de la historia, de la cultura, de la sociedad, de mi propia vida. Se me ha vuelto indispensable como estrategia de análisis y de cambio. Como decía más arriba, está en mi obra cada vez más, en la medida en que está en mi día a día, no como un plan, sino como reflejo de lo que me obsesiona. Además, a mí me va la marcha: me apasiona no solo aquello que me da certidumbres, sino aún más lo que me cuestiona. Eso me pasa con el feminismo.
¿Crees que existe desigualdad de género en el mundo de la poesía? ¿Crees que hay una falta de mujeres en el canon literario actual?
Absolutamente sí. No es una opinión, las cifras hablan en los libros de texto, en los premios, en las antologías. Se sigue considerando que nosotras escribimos en los márgenes, mientras que la escritura de los hombres se equipara con lo universal.
¿Qué opinas de las jams de poesía y del mundo de los recitales? ¿Crees que existe violencia contra las mujeres en estos entornos?
Por suerte, no he vivido todo esto siendo joven, cuando eres más vulnerable; no obstante supongo que existe violencia porque el mundo de la poesía forma parte del mundo en el que vivimos, no es algo aparte. No he vivido esa violencia en primera persona más que en forma de discriminación, que desde luego es una forma de violencia. Imagino que además se dan otras.
¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué opinas de la mal llamada «nueva poesía»?
El panorama poético actual lo percibo tan compartimentado como supongo que ha estado siempre. Hay élites y hay tribus, grupos, subgrupos de afinidad… Yo me siento a gusto donde estoy, aunque no deja de enfadarme que haya muros a nuestro alrededor, más que nada porque el acceso a un público más general está siempre copado por los favorecidos por el sistema y los medios. Pero si no aceptas ciertos ritos de paso, si no estás dispuesto a pagar ciertos costes, al final cada uno está donde elige estar, y yo ocupo mi parcelita con gusto y agradecimiento. Si por «nueva poesía» te refieres al fenómeno de la poesía joven que se difunde en redes, no siento a quienes la practican ni a quienes la leen como competidores. Me rebelan más quienes hacen negocio priorizando la cantidad sobre la calidad. Aunque al final hay tanto donde elegir que no le dedico mucho tiempo a lo que no me interesa, más bien paso de largo.
¿Crees que recibimos una buena educación literaria? ¿Qué mejorarías?
No, no recibimos una buena educación literaria. Siempre me sorprende que después de un recital, alguien se me acerque y me diga «Yo no sabía que la poesía era esto». Yo contesto: «Porque no quieren que lo sepas». En la poesía, como en todo, interesa educar para el consumo, no para la rebeldía.
¿En qué proyecto literario estás trabajando actualmente? ¿Hacia dónde se dirige Ana Pérez Cañamares?
Acabo de terminar un libro que me ha llevado décadas escribir, el libro en el que reflexiono sobre mi maternidad: Querida hija imperfecta. Y sigo escribiendo poemas, sin apremio, respondiendo a mis intereses y mis necesidades como siempre. He cambiado mucho mis lecturas en este último año; en vez de leer tanta poesía, estoy leyendo historia, ensayo… Me interesa buscar la genealogía de las rebeliones: piratas, herejes, brujas, esclavos, anarquistas… Y estoy empezando a ver cómo de forma natural todo eso aparece en los últimos poemas que estoy escribiendo.
¿Qué opinas de los premios literarios y de la crítica? ¿Cómo llevas que otras personas valoren u opinen sobre lo que escribes?
Los premios, en general, los veo como un mal en ocasiones necesario porque en este país no hay muchas oportunidades para acceder a ciertas editoriales o lectores o reconocimiento de tu trabajo si no es a través de ellos. Luego, a la gran mayoría, los veo como un gran fraude consentido, que vale para perpetuar una idea estanca de la poesía y a unos nombres que se repiten e intercambian entre jurados, editores, premiados. Las valoraciones las llevo bien siempre que se justifiquen; si tienen fundamento son una estupenda herramienta para hacernos pensar y aprender.
¿Qué es para ti el feminismo y cómo de importante es en tu vida y en tu obra literaria?
Casi me da vergüenza decirlo, porque el feminismo, al menos de una forma consciente, ha llegado tarde a mi vida. No ha sido hasta hace poco que me he puesto a leer y a reflexionar sobre él en profundidad. Estaba ya antes, por supuesto, más en forma de intuiciones o de deslumbramientos puntuales, y ahora que he empezado a leer más sobre su historia, sus logros, sus hallazgos y su vigencia, me ha sorprendido la amplitud de miras de la teoría en sí y de las autoras que han escrito partiendo de ella. Así que ha venido para quedarse, porque ahora ya atraviesa mi visión de la historia, de la cultura, de la sociedad, de mi propia vida. Se me ha vuelto indispensable como estrategia de análisis y de cambio. Como decía más arriba, está en mi obra cada vez más, en la medida en que está en mi día a día, no como un plan, sino como reflejo de lo que me obsesiona. Además, a mí me va la marcha: me apasiona no solo aquello que me da certidumbres, sino aún más lo que me cuestiona. Eso me pasa con el feminismo.
¿Crees que existe desigualdad de género en el mundo de la poesía? ¿Crees que hay una falta de mujeres en el canon literario actual?
Absolutamente sí. No es una opinión, las cifras hablan en los libros de texto, en los premios, en las antologías. Se sigue considerando que nosotras escribimos en los márgenes, mientras que la escritura de los hombres se equipara con lo universal.
¿Qué opinas de las jams de poesía y del mundo de los recitales? ¿Crees que existe violencia contra las mujeres en estos entornos?
Por suerte, no he vivido todo esto siendo joven, cuando eres más vulnerable; no obstante supongo que existe violencia porque el mundo de la poesía forma parte del mundo en el que vivimos, no es algo aparte. No he vivido esa violencia en primera persona más que en forma de discriminación, que desde luego es una forma de violencia. Imagino que además se dan otras.
¿Cómo ves el panorama poético actual? ¿Qué opinas de la mal llamada «nueva poesía»?
El panorama poético actual lo percibo tan compartimentado como supongo que ha estado siempre. Hay élites y hay tribus, grupos, subgrupos de afinidad… Yo me siento a gusto donde estoy, aunque no deja de enfadarme que haya muros a nuestro alrededor, más que nada porque el acceso a un público más general está siempre copado por los favorecidos por el sistema y los medios. Pero si no aceptas ciertos ritos de paso, si no estás dispuesto a pagar ciertos costes, al final cada uno está donde elige estar, y yo ocupo mi parcelita con gusto y agradecimiento. Si por «nueva poesía» te refieres al fenómeno de la poesía joven que se difunde en redes, no siento a quienes la practican ni a quienes la leen como competidores. Me rebelan más quienes hacen negocio priorizando la cantidad sobre la calidad. Aunque al final hay tanto donde elegir que no le dedico mucho tiempo a lo que no me interesa, más bien paso de largo.
¿Crees que recibimos una buena educación literaria? ¿Qué mejorarías?
No, no recibimos una buena educación literaria. Siempre me sorprende que después de un recital, alguien se me acerque y me diga «Yo no sabía que la poesía era esto». Yo contesto: «Porque no quieren que lo sepas». En la poesía, como en todo, interesa educar para el consumo, no para la rebeldía.
¿En qué proyecto literario estás trabajando actualmente? ¿Hacia dónde se dirige Ana Pérez Cañamares?
Acabo de terminar un libro que me ha llevado décadas escribir, el libro en el que reflexiono sobre mi maternidad: Querida hija imperfecta. Y sigo escribiendo poemas, sin apremio, respondiendo a mis intereses y mis necesidades como siempre. He cambiado mucho mis lecturas en este último año; en vez de leer tanta poesía, estoy leyendo historia, ensayo… Me interesa buscar la genealogía de las rebeliones: piratas, herejes, brujas, esclavos, anarquistas… Y estoy empezando a ver cómo de forma natural todo eso aparece en los últimos poemas que estoy escribiendo.
CUESTIONARIO BREVE
Una referente feminista.
La primera que me encontré y que de cuando en cuando vuelve: Virginia Woolf. Y de todo lo que he leído últimamente, la que más me apela es Silvia Federici. De las mujeres que escriben actualmente, en poesía, ensayo, incluso en redes, aprendo cada día y les estoy enormemente agradecida.
Un libro de poesía escrito por una mujer que no te canses de recomendar.
Los muertos y los vivos, de Sharon Olds. Y este no es de poesía, pero lo recomiendo muchísimo: Calibán y la bruja, de Federici.
Una poeta contemporánea por la que sientas predilección.
Dos: Sharon Olds y Szymborska.
Una autora que haya influido decisivamente en tu forma de escribir.
Tengo la suerte de contar con unas cuantas entre mis coetáneas: Cristina Morano, Inma Luna, María Eloy-García, Mª Ángeles Maeso, Olalla Castro, Isla Correyero, Ana Rossetti… Aprendo muchísimo de ellas todos los días, como poetas y como personas.
Un verso o cita que no se te vaya de la cabeza.
Unos versos de Adrienne Rich, de su poema «Buceando hacia el naufragio».
«Vine a explorar el naufragio.
Las palabras son intenciones.
Las palabras son mapas.
Vine a ver el daño causado
y los tesoros que perduran».
Uno de tus libros del que estés especialmente orgullosa.
Estoy orgullosa de todos. Quizá Las sumas y los restos y El espejo discreto son los que me parecen más completos a la hora de reflejar mi universo.
El libro que te hubiera gustado escribir.
Digo en un verso: «No siento envidia de los grandes poemas». Me pasa igual con los libros. Me basta con que alguien los haya escrito y yo los pueda revivir y recrear como lectora.
Una editorial de poesía que te apasione.
Por todo lo que han aportado y siguen aportando al panorama editorial español: Baile del Sol, Ya lo dijo Casimiro Parker, Bartleby, Pre-Textos.
Una mujer que te haya marcado.
Mi hija.
Un poema tuyo.
«Todas las perras que en el mundo han sido
venimos esta noche a tu ventana.
Con pulgas, cicatrices, sin collares
barro en las patas, sangre en pezuñas.
De cada sombra una perra emerge.
Nos quitaron camadas, nos pusieron cadenas.
Nos dejaron sin linaje ni genealogía.
Para poblar sus fincas les parimos esclavos.
Pensaron que abandono sería igual a muerte
pero de las cunetas aprendimos memoria.
Sé fiel a los ladridos: alimenta a tu loba.
Obedece la brújula en tu hocico.
Apunta las orejas siempre al cielo.
No disputes la caza con tu hermana.
No des a luz cómplices: enséñales colmillos.
Y así hallarás en ti lo que tienes de manada».
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