“Ninguna poesía es inocente” [entrevista a Alberto García-Teresa], en Vallecas VA nº 258 (julio-agosto de 2017)
ALBERTO GARCÍA-TERESA·VIERNES, 7 DE JULIO DE 2017
Roberto Blanco Tomás, “Ninguna poesía es inocente” [entrevista a Alberto García-Teresa], en Vallecas VA nº 258 (julio-agosto de 2017).
>‘Ninguna poesía es inocente’. Alberto García-Teresa, poeta de conciencia crítica y vecino del PAU de Vallecas
// Roberto Blanco Tomás
Alberto García-Teresa se define como “una persona que entiende que la poesía y la literatura son una forma de construir el mundo, de construir otros mundos posibles y también de enfrentarnos al mundo que nos rodea”. Poeta, estudioso de la poesía, microrrelatista, crítico literario, antólogo… nos recibe en su piso del PAU de Vallecas, donde mantenemos una apasionante conversación sobre literatura. Lo que sigue es solo un pequeño fragmento de la misma.
¿Cómo definirías tu poesía?
Intento hacer una práctica de escritura poética que busque enjuiciar cómo está hecho el mundo. Cómo funciona este sistema de dominación, cómo lo hemos interiorizado y por qué sigue perviviendo a pesar de que mucha gente nos oponemos a él… Por un lado es eso, una poesía que critica al sistema, y por otro lado busca celebrar a esas personas que estamos oponiéndonos a él, los vínculos, la comunidad, desde un vitalismo radical consciente de las posibilidades de transformación, que aunque sean limitadas siguen estando ahí, y por eso hay que apostar por ellas… Es una poesía que intenta conjugar ambas vertientes desde un posicionamiento claro, de oposición, sabiendo que la poesía es una herramienta de construcción de mundos, de construcción ideológica, y que ninguna literatura, ninguna poesía, es inocente: no hay nada apolítico. Está claro que no estamos hablando de compartimentos estancos, estamos llenos de contradicciones, pero la cuestión es ser conscientes de las repercusiones ideológicas que tiene nuestra escritura: hacia dónde queremos ir, a quién queremos hablar y cómo le estamos hablando. La poesía por sí sola no puede cambiar el mundo, pero en una suma de procesos puede ayudar a que terminen de encajar las cosas.
Creo además que una de las cuestiones más importantes, e intento llevarlo a cabo, es el ser consciente de que la poesía, como decía Lautréamont, debe ser hecha por todos. Y yo añado: “debe también ser escuchada y tener la posibilidad de ser recibida por todos y todas”. De ahí ese empeño especial que tengo en hacer recitales en la calle, en llevar la poesía a sitios donde habitualmente no se escucha.
¿Por qué la poesía?
Buscando una literatura que sirva para cohesionar una forma de ver el mundo y una forma de articular respuestas a cómo está organizada la sociedad, tiene sentido apostar por la poesía como un elemento de agitación, o por lo menos que nos sirva para cuestionarnos cosas. Pienso que el poema, frente a otros géneros literarios, lo bueno que tiene es la brevedad y la capacidad de ponerse en funcionamiento muy rápido en vivo. Solo necesitas un poema, o a veces simplemente la memoria, la viva voz y ya está. No necesitas un escenario u otra serie de cosas. En un cuento necesitas más tiempo para desarrollarlo, no digamos una novela… pero un poema, a lo mejor en tres o cuatro minutos eres capaz de formularlo, de ponerlo en circulación. Lo puedes hacer esperando en la fila del SEPE para fichar, o en un transporte público, o directamente vociferando desde un balcón. Creo que tenemos que ser conscientes de que la poesía no es algo para leer en la intimidad solamente, que también.
Háblame de lo último que has publicado…
Eso nos lleva a unos años atrás: después de terminar y publicar mi tesis doctoral sobre la Poesía de la conciencia crítica. Ese trabajo, estudiar toda la poesía que a mí como lector y también como poeta más me interesaba, fue un magma importante para dar forma a otras cosas. Después de la tesis me embarqué en Disidentes, la antología, que digamos que era la “parte práctica”, el compendio de todos los autores y autoras que había estado estudiando, una selección de lo que consideraba más brillante dentro de su producción. Claro, cuando tienes que leer absolutamente todo lo que han escrito esos autores más todo lo que han escrito sobre ellos, eso te va enriqueciendo muchísimo, es un aprendizaje estupendo.
De esta forma brotaron dos proyectos paralelos. La casa sin ventanas, publicado en 2016 en Baile del Sol, que es un libro que trabaja sobre ese concepto: que simulamos o creemos que estamos viviendo en una casa sin ventanas, y en el libro hablo constantemente de lo que está ocurriendo en esa casa, cómo funciona el mundo allí, en qué lugar quedan los otros, dónde estamos nosotros mismos, dónde puede estar la empatía… Si te fijas, en La casa sin ventanas son la mayoría poemas muy breves, pero al mismo tiempo comencé a trabajar en un poema-río, El alba se asoma entre los cerrojos, que finalmente ha aparecido en mi último libro, A pesar del muro, la hiedra, publicado hace un par de semanas en Huerga y Fierro. Este poema intenta hablar de la inminencia de un cambio y de lo que esto implica. Releyendo este último libro, en el que la mitad es ese poema largo y otros son poemas más convencionales, me di cuenta de que había subido el nivel de violencia, verbal por lo menos, que corresponde con unos años de escritura en los que los recortes han sido especialmente duros, y además al sistema se le ha caído la careta en cuanto a la represión en la calle. Esa rabia y ese dolor ahí se reflejan, sin perder nunca la esperanza de la hiedra: yo creo que mientras siga habiendo semillas y las posibilidades de sembrar una hiedra, habrá que seguir intentándolo, porque nos va la vida en ello.
Una vez publicado este último libro, ¿con qué estás ahora?
Pues con Jimena Cuerva, fotógrafa, y surgió la idea de construir lo que llamamos Escombros, que es un proyecto de ficción lírica audiovisual con una línea muy oscura; siniestra. Y ahí estamos, trabajando con una serie de fotografías que ha hecho ella de edificios en ruinas. A partir de las fotos yo escribo la historia en torno a esos edificios, y el siguiente paso es cómo lo vamos a poner en marcha: la idea es hacer un recitado de esos textos, proyectando las fotos y con música… Estamos en pleno proceso creativo ahora mismo, vamos a ver cómo va saliendo…
¿Algún mensaje para los lectores?
Que sigamos apostando por la poesía puesta en común, comunitaria, celebrada en público, y que sigamos también quitándonos esos prejuicios negativos acerca de la poesía, de lo que puede ser o no poesía, de lo que nos dice, de lo que tengo que adivinar en un poema, y dejémonos seducir también por lo que el poema nos propone y por lo que nosotros aportamos al poema… A disfrutar…
RECUADRO: Obra publicada
Alberto García-Teresa (Madrid, 1980) es autor de los poemarios Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, 2008), Oxígeno en lata (Baile del Sol, 2010), Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas (Umbrales, 2012), Abrazando vértebras (Baile del Sol, 2013), La casa sin ventanas (Baile del Sol, 2016) y A pesar del muro, la hiedra (Huerga & Fierro, 2017), así como de la plaqueta Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética (Umbrales, 2008), Premio Ignotus a la mejor obra poética de contenido fantástico editada en 2008, de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. También ha publicado el libro de microrrelatos Esa dulce sonrisa que te dejan los gusanos (Amargord, 2013).
Es doctor en Filología Hispánica con Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) (Tierradenadie, 2013), y ha publicado también Para no ceder a la hipnosis. Crítica y revelación en la poesía de Jorge Riechmann (UNED, 2014). Ha confeccionado antologías como Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La Oveja Roja, 2015), Novo mondo en kiaj koroj (Calumnia, 2016. Recopilación en esperanto de poesía crítica actual española) o de los poemas de Enrique Falcón (Aluvión; La Oveja Roja, 2017) o de Antonio Méndez Rubio (Abriendo grietas. Poemas de, desde, hacia la utopía; Amargord, 2017), entre otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario