Publica Baile del sol el nuevo libro de Alberto García Teresa (Madrid, 1980), un poeta conocido por su palabra comprometida y su labor como activista. Sin embargo, aunque esa labor y su poesía van íntimamente unidas, no es en lo que nos vamos a centrar aquí. Lo que nos interesa es el fuerte trabajo de lenguaje que se imprime al texto para que este quiebre y grite, otorgue esperanza y asuma las derrotas. La labor de García-Teresa es la misma de César Vallejo: darle al leguaje el valor de testimonio, pero sin que este pierda su función poética. Por supuesto, García-Teresa se sitúa en la poesía de la conciencia crítica, de la que ha hecho un estudio fundamental. Partiendo de esos postulados, su lenguaje salta desde lo histórico a lo atemporal, tal como hacía Bertolt Brecht para advertirnos del horror del totalitarismo, de la violencia irracional en manos de los mismos de siempre. García-Teresa escribe desde aquí y desde ahora, pero sus palabras deben valer como advertencia y como refugio. Además, como buen trabajador de lenguaje, sabe que este debe también ser puesto bajo sospecha, pues se utiliza al servicio del poder. Por lo tanto, la primera subversión va a ser la que se opera en ese territorio, creando un lenguaje para los que luchan y los que sufren la opresión. Un lenguaje propio frente al discurso único que otorga una función a los poetas en la república del nuevo día.
…………El lenguaje de García-Teresa abunda en imágenes. En su decir se concitan figuras de traslación de sentido para crear una sinapsis particular entre los términos. De ese modo, los elementos cotidianos, sobre todos los urbanos, están trabajados de tal modo que dan la idea de una prisión para el pensamiento, en donde el individuo debe darles nuevo uso si quiere ser libre. También el cuerpo se concibe como un elemento de liberación y se convierte en la expresión simbólica del propio dolor ante el sometimiento, así como de la fraternidad del abrazo es la única salvación para esos individuos forzados a la alienación y la soledad. García-Teresa conoce la capacidad subversiva del humor y de la solidaridad: ambas operan también como instrumentos metafóricos para romper el dogal que unce a los bueyes al trabajo. El trabajo de ritmo es también necesario para construir la partitura textual que se nos ofrece. El verso está montado musicalmente, cercano a esa música de lo conversacional que se nos antoja banda sonora.
…………Estamos, pues, ante un texto que demuestra la coherencia y también la solidez del discurso del poeta. Otro paso más en el desmontaje de una realidad cada vez más asfixiante.
…………El lenguaje de García-Teresa abunda en imágenes. En su decir se concitan figuras de traslación de sentido para crear una sinapsis particular entre los términos. De ese modo, los elementos cotidianos, sobre todos los urbanos, están trabajados de tal modo que dan la idea de una prisión para el pensamiento, en donde el individuo debe darles nuevo uso si quiere ser libre. También el cuerpo se concibe como un elemento de liberación y se convierte en la expresión simbólica del propio dolor ante el sometimiento, así como de la fraternidad del abrazo es la única salvación para esos individuos forzados a la alienación y la soledad. García-Teresa conoce la capacidad subversiva del humor y de la solidaridad: ambas operan también como instrumentos metafóricos para romper el dogal que unce a los bueyes al trabajo. El trabajo de ritmo es también necesario para construir la partitura textual que se nos ofrece. El verso está montado musicalmente, cercano a esa música de lo conversacional que se nos antoja banda sonora.
…………Estamos, pues, ante un texto que demuestra la coherencia y también la solidez del discurso del poeta. Otro paso más en el desmontaje de una realidad cada vez más asfixiante.
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