‘EL DISCURSO’, MANUAL DE INSTRUCCIONES
Abrir El discurso (Baile del sol, 2019) y empezar a leerlo es entrar en un mundo complejo, pleno y a punto de desbordarse. Tirso Priscilo Vallecillos nos deja asomarnos a ese mundo a través de una ventana que ha escrito para nosotros, lectores ansiosos por conocer su mundo narrativo. Hace ya años que nos había dejado entrar en el poético, recorriendo mapas de metro imaginarios, deteniéndonos en paradas sorprendentes: aforísticas, e incluso en relatos con los que alimentarnos. Así, Subway, Viejos o Libro de cocina tradicional caníbal iban dando forma a ese mundo propio tan particular que ahora se vuelca entero en El Discurso.
En una de las primeras páginas de esta novela leemos la premisa en torno a la que girará toda la obra: Es muy poético decir que la muerte más terrible es el olvido total. Pero muerte solo hay una, lo otro es olvido: no tiene nada que ver. Además, la muerte siempre es terrible, pero el olvido nunca es total, depende del capricho de la memoria y la memoria puede ser fosilizada bajo estratos y milenios, que siempre habrá alguien que la encuentre y despierte. Muerte solo hay una y, por tanto, es la peor y más terrible. El resto de muertes solo son metáforas. Y nadie conoce metáfora que resulte mortal. Y a partir de aquí se despliega una baraja de cartas que al autor se le han caído de las manos y ahora tenemos que ordenar.
La novela es una gran tienda de campaña. La narración se nos ofrece en secuencias breves, desordenadas, sin una linealidad temporal, por tanto, el esfuerzo lector debe ser pleno. No podemos bajar la guardia en ningún momento, pues llegará un momento en que esa tienda de campaña parezca que se levanta sola, cuando en realidad su montador: Tirso, el autor, Dios, está tirando de un hilo invisible hacia arriba y la tienda se está levantando. Pero insisto, nosotros, los lectores debemos hacer los deberes. A Dios hay que ayudarlo, no basta con rezar rogando.
Así pues, con el armazón ya levantado entramos en esas vidas que pivotan en torno a un discurso: una ilusión, un objetivo en la vida. En torno a unos suicidios, en torno a unos delitos, unos abusos, unos hijos, unos padres… en torno a los recovecos más difíciles y sucios de la vida, al fin y al cabo. Esos a los que Vallecillos pone palabra en estas páginas. Casi quinientas páginas de literatura en el significado más pleno de esta palabra. Quinientas páginas que el autor ha querido que sean una sola novela cuando bien podían haber sido cuatro, o cinco… pues Claudio, Andrés, Teresa, Roberto, Cristina, e incluso Amparo tiene su propia novela dentro de esta. Aquí están trenzados, la red tejida por la araña que tanto miedo produce a uno de los protagonistas, en realidad sirve de coadyuvante: la historia, es decir, la novela, existe gracias a ella. Gracias al miedo. Gracias a sus finos hilos que mantienen unidos a los personajes entre sí mientras, como decía, cada uno pivota sobre sí mismo, e intenta reinventar su vida cada mañana a partir de unos desajustes particulares tan drásticos que la dificultad es máxima.
Cada vez que he dicho últimamente cuánto me estaba gustando leer este libro, cuánto necesitaba leer otra página para saber qué pensaba alguno de los personajes en la siguiente secuencia, me preguntaban ¿de qué va El Discurso? Y creo que nunca he respondido lo mismo. En realidad, creo que cada vez he dicho que va de una cosa diferente, y es que El Discurso no va de algo, El Discurso es la vida puesta sobre el papel, como piensa Claudio en un momento dado: Últimamente, defiende que no hay diferencias entre ficción y realidad sino prejuicios espaciotemporales. Todo existe, pero no tiene por qué ser en un “aquí” y en un “ahora”. A los hombres les cuesta mucho aceptar la existencia de realidades que no se pueden controlar (…).
El Discurso son las ambiciones, las tristezas, las asfixias y los miedos, muchos miedos, de unos personajes con los que Tirso Priscilo Vallecillos nos hace identificarnos hasta sentirnos conmovidos por su dolor. Entendemos el mundo que nos rodea de un modo diferente mientras leemos estas páginas, hay asuntos complejos que leídos a través de estas páginas pasan a ser cristalinos. El Discurso es como una manual de instrucciones para la vida: De todas las fuerzas del mundo, la más importante e imparables es la voluntad de vivir. A veces nos engañamos y pensamos que es el amor ¡Chorradas! El amor solo nos rompe en pedazos, podemos leer en una de las secuencias para ir entendiendo el mundo que nos rodea y a nosotros en él a partir de estas páginas.
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