El tamaño del mundo
Ricardo Reques busca la sorpresa del lector con ‘La rana de Shakespeare’
Pedro M. Domene
17/11/2018
El universo narrativo de Ricardo Reques (Madrid, 1967) propone que el lector se enfrente a una lectura tan intensa como plagada de referencias y guiños en una multiplicidad de aspectos que le interesan acentuar al autor, y que se presupone nos obligarán a no dejar de pasar sus páginas sin descanso alguno. Ejercitado en el relato y el microrrelato, Fuera de lugar (2011), El enmendador de corazones (2011) y Piernas fantásticas (2015), encomiables por su técnica y contenido, ahora nos sorprende con una novela de envergadura por su planteamiento narrativo y su extensión (sobrepasa las 300 páginas), y se titula, curiosamente, La rana de Shakespeare (2018).
Un texto como La rana de Shakespeare quedaría simplificado por la definición o interpretación que el propio narrador hace, en un inteligente guiño, entre otros muchos a lo largo del relato, al final del libro, cuando afirma que «ahora está escribiendo una especie de novela construida con citas literarias sobre anfibios, una historia en la que suceden cosas que, de un modo extraño o no explicado, tienen relación con las citas»; y aún, insiste, y subraya, «un rompecabezas, una acrobacia que nace de sus múltiples lecturas, de las que ha ido seleccionando fragmentos de historias en las que se nombran a los anfibios».
Ricardo Reques estructura y establece su relato como una narración lineal y cuenta un viaje científico por el Gran Chaco y la selva misionera, en el norte de Argentina, donde el protagonista, acompañado por varios científicos locales, inicia una aventura que evidencie la posibilidad de que los anfibios de todo el planeta puedan estar en peligro de extinción por culpa del cambio climático.
El científico español se debate entre el recuerdo de un frustrado amor secreto, Libelia, una joven postdoctoral adscrita a su proyecto de investigación que vive en Madrid, y por el motivo fundamental de su narración, las sucesivas toma de muestras, y la constancia escrita de su viaje en unos cuadernos que, de alguna manera, reflejan su forma de mirar un mundo que apenas ya si entiende. Y al hilo, nos muestra su empeño en algunas de sus inclinaciones, tan obsesivas como fantásticas, su interés por la variedad de ranas que va encontrando como por sus compañeras femeninas, las presentes y las ausentes, en un acusado tono erótico, y que en cierta manera ofrecen al lector las reflexiones y la naturaleza humana y sexual del protagonista. El conjunto debe interpretarse técnicamente como una intertextualidad de géneros narrativos, descripción detallada de lugares y espacios geográficos, perfectamente documentados, reflexiones y citas textuales de autores y obras literarias de elevada y amplia calidad y, como buena obra narrativa, se insiste en algunos retratos psicológicos de los personajes secundarios que confieren al relato su voz propia y le otorga a la historia un auténtico juego original que envuelve la trama del relato.
Los frustrados deseos carnales del científico se alternan con la profunda visión de un problema contemporáneo que preocupa a la humanidad, en un relato que nos deja percibir su visión más irónica, o añade esa evidente necesidad de la expresión sexual humana, como actitudes y sentimientos tan perversos como tan inocentes al mismo tiempo. La voz de Vogli, ese alter ego literario tan conocido del autor, ilustra desde la lejanía mensajes al personaje protagonista con citas narrativas en las que ranas, sapos y toda una colección de criaturas anfibias tienen una presencia más o menos acertada en una curiosa selección literaria: Quiroga, Joyce, Bolaño, Vila Matas, o Cervantes y el propio Shakespeare. La voz del protagonista sostiene todo el relato, aunque el lector percibe cierta sensación coral cuando los personajes periféricos, con sus particulares visiones y actuaciones, son los que hacen girar la acción en uno u otro sentido, e intensifican la percepción que tiene el protagonista del conjunto, y así como vamos conociendo las variopintas personalidades de la sensual Teresa, de Alcadio, de Felisberto, de Yaci, y en el espacio opuesto el novio de Libelia, que según el narrador se parece a Wittgenstein, personajes que de la mano de Reques tienen sus propia identidad y corroboran ese aire coral de un relato tan fresco en muchas de sus páginas, como surrealista en otras tantas, tan irónico como deslumbrante, tan ajustado en su prosa y preciso en cada uno de los experimentos de que nos hace partícipes su autor.
‘La rana de Shakespeare’. Autor: Ricardo Reques. Editorial: Baile del Sol. Tenerife, 2018.
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