«Mi trabajo no es escribir, es podar textos»
Isabel Bono hace doblete en las librerías con sendos libros de poemas: 'Lo seco' y 'La canción de Mercurio'
«Desde niña quiero dejar un registro de lo que pasa». Más o menos, desde que a los nueve años le regalaron un diario y empezó a poner por escrito lo que veía y vivía en sus sueños. El siguiente paso fue desear, desear muy fuerte, que algunos viernes por la tarde, cuando las amigas fueran a buscarla para jugar en la calle, su madre les contase que estaba castigada sin salir. Aunque no lo estuviera. Porque así ella podía dedicarse a escribir, a dibujar, a montar puzzles y sueños. Esa soledad escogida, sin drama ni miedo, cruza las páginas de 'Lo seco' (Bartleby Editores), el libro de poemas donde Isabel Bono recupera a esa niña que tomaban por loca. «Toda mi obra es, de alguna manera, un ejercicio de memoria, una forma de dejar una huella de lo que sucede a mi alrededor», avanza.
«Nunca serviréis para nada/ ése era el mensaje/ pero nada nos detenía/ carne de escalón y naranjos/ naranjas amargas sobre las aceras/ siempre en obras las calles del invierno/ siempre al acecho/ lo que se volvería memoria/ nunca servirás para nada/ y el mensaje no me detuvo», escribe Bono (Málaga, 1964) en el poema 'enero en la sangre'
«Escribo casi en trance, en plan médium. Cuando digo que me dictan los poemas no es un chiste, tampoco es que oiga voces ni cosas así, sólo que siento la escritura de esa manera», comparte Bono mientras levanta los hombros. «Por eso creo que mi trabajo no es escribir, mi trabajo es podar los textos», abrocha la escritora, premio Café Gijón 2016 con su primera novela publicada, 'Una casa en Bleturge' (Siruela).
Porque a Bono no le gusta escribir, le gusta «estar escribiendo», el acto mismo, físico, de escribir, desde la pequeña agenda que lleva siempre en el bolso hasta los correos electrónicos que envía con forma y corazón de poemas. Algunos de esos mensajes los ha reunido, tal cual, en 'La canción de Mercurio' (Baile del Sol), también recién llegado a las librerías.
«Los editores de Baile del Sol son un cielo y cada vez que me piden un libro, les mando el más raro que tengo. Les envié este, y mira», concede Bono con una sonrisa antes de añadir una breve explicación sobre sus mensajes, que muchos guardan como oro en paño servido en su bandeja de entrada.
Le sucedió, por poner un ejemplo, al escritor Fernando Luis Chivite, que cayó en la tentación de responder a Bono con su misma moneda métrica allá por el 9 de agosto de 2009: «oye, bono/ eso era un poema/ (...) me quedé leyéndolo/ como quien lee un poema con los labios/ pegados y haciendo presión/ en las cejas, igual que cuando lees un poema...».
El fragmento aparece en la contraportada del nuevo libro de Bono en Baile del Sol. En la editorial tinerfeña ya hicieron honor en 2014 al carácter arriesgado que les pondera la escritora, metiendo en la imprenta la pequeña delicia que fue 'Cahier'. En aquel libro, Bono componía sus versos a partir de palabras y frases recortadas de los periódicos. De nuevo la poda como herramienta de escritura, como recordó el poeta Jesús Aguado al hilo de 'Cahier'.
«Cuando apareció el invento del correo electrónico -sigue Bono-, la gente mandaba unos ladrillos impresionantes. Mi forma de que llegue lo que quiero decir es estructurarlo con forma de poema. Mucha gente al recibirlos, me decía 'Qué poema más bonito me has mandado', así que, después de siete años sin escribir poemas, pensé en recopilar algunos de esos 'e-mails' que a la gente le habían parecido poemas».
Doble cita en Málaga
Llega Bono por partida doble a las librerías, pero cada novedad tendrá su sitio, su protagonismo, en la agenda cultural de la ciudad. 'Lo seco' se presentará el próximo día 13 en el Centro Cultural María Victoria Atencia (C/ Ollerías, 34) de la Diputación Provincial. Y el 4 de diciembre (también lunes) será el turno de 'La canción de Mercurio' en la sede del Centro Andaluz de las Letras (C/ Álamos, 24) de la Junta de Andalucía.
Libros sobre la infancia y la soledad, sobre la amistad como una de las bellas artes, versos como espejos donde mirar lo que fuimos, donde comprobar lo que ahora somos (o eso parece) al leer, por ejemplo, los versos centrales de 'qué tarde fue siempre para todo', donde Bono certifica: «con el tiempo, aprendimos/ a guardar las distancias/ a guardar la ropa, a no nadar/ a hundirnos con prudencia/ sin sobresaltos sin drama/ sin tiempo para tomar aire».
Lo dice aquella pequeña que sólo quería escribir por el placer de hacerlo, «la niña con gafas que no le temía a nada».
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