La Canción de Mercurio
Autora: Isabel Bono. Baile del Sol, 2017. 96 páginas. 10€
Isabel Bono (Málaga, 1964) publica libro. Después de su primera novela, ‘Una casa en Bleturge’, con la que ganó el Premio Café Gijón de novela, vuelve a la poesía, con una editorial en la que ya desembarcó hace unos años con su poemario ‘Brazos, piernas, cielo’. Una de las cosas que más me entusiasma de la escritora malagueña es que sus libros siempre me dan más. Bueno, sus libros siempre me lo dan todo.
En ‘La canción de mercurio’ da una vuelta de tuerca al poema que no lo es por definición sino por naturaleza pues los poemas que componen su libro son e-mails. Explica la autora en la nota final que los e-mails no han sido editados y fueron enviados, en fecha y hora, tal como aparecen en los títulos. En un principio al conjunto de poemas lo tituló (po)e-mails pero ‘La canción de mercurio’ se ha convertido en el título definitivo que la autora debe a Kurt Vonnegut, como tantas otras cosas, añade.
Es característico de la escritura de Isabel Bono -tanto en la narrativa como en la poética- una capacidad extraordinaria para emocionar, para lanzar las palabras como si fueran dardos que buscaran en el lector una diana apropiada donde depositar su furiosa belleza. Poesía sin filtros es lo que brota de cada poemail de Isabel Bono. La verdad del día a día, la poesía tal como emana de una escritora que no todo lo convierte en poesía porque ya es poesía. La palabra, en ella, nace lúcida, como si la transformación se llevara a cabo en el mismo origen. Como escribe Fernando Luis Chivite en la contraportada en un mail dirigido a Bono: sin duda tienes el don de la escritura y lo sabes/ y por supuesto sabes lo que eso significa/ una especie de tragedia/ al menos en el sentido de que es algo/ de lo que nunca te librarás, esa manera/ de mirar todo lo que te pasa/ y de escribir siempre sobre ello. En estos términos se refiere Chivite a la escritura de Isabel Bono. Su escritura no emana, no se transforma, nace ya convertida. Por eso suena a verdad. El poema, en Isabel Bono, nace desde el mismo instante en que ella deposita su mirada sobre las cosas que le rodean.
Con el único soporte de ‘Asunto y Fecha’ encabeza Isabel Bono cada uno de los poemails. Sin la red de un título que complete o dinamite el poema, la poeta, se lanza al vacío de las palabras en busca de un destinatario concreto -que no llegamos a conocer, porque no está explicitado el destinatario sino una relación desordenada de ellos-. El efecto conseguido en el lector es parecido al del voyeur que lee cartas ajenas. Pero es tal a capacidad de poetizar de la autora que consigue que el lector acabe sintiéndose único destinatario de cada poema. Hasta tal punto que de su lectura se desprende, además de la emoción, la sensación de que no estás solo. No le tiene miedo Isabel Bono a desnudarse, a desprenderse porque realmente la escritura de Isabel es desprendida, generosa pero sin parecerlo, sin mostrar las costuras, sin hacer trampa.
Decir que ‘La canción de mercurio’ es su libro más personal sería caer en la trampa de lo fácil, por obvio. Tiene la riqueza de explorar sin quererlo en esa frontera de géneros donde conviven pacíficamente el aforismo, el poema, el microrrelato, la epístola, sin que nada desentone en esta improvisada sinfonía de lo cotidiano. Isabel Bono eleva a la categoría de poema su pensamiento más íntimo, su miedo, su verdad, a los que nombra de forma valiente y honesta en un tiempo en que la verdad está cada vez más devaluada y el artificio se revaloriza en el mercado de las vanidades poéticas. Definitivamente/ soy incapaz de mentirte/ ni por mail, ni por tierra// pero si me coses unas alas/ y me empujas al vacío/ igual aprendo. Nadie puede decir que este mail no es un poema. Nadie puede decir que no sale con una herida luminosa de la lectura de un libro que emociona hasta las lágrimas, con lo difícil que es llorar por lo ajeno. Pero este es otro de los valores de Isabel Bono, su capacidad transformadora de lo otro en lo propio, en lo de todos. Por eso llega, por eso sientes que aterrizas en un lugar conocido donde sólo cambian la vivencia que te está esperando y tú, que ya serás otro cuando regreses. Así es ella. Y así es con todo.
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