La librería madrileña Traficantes de Sueños acoge el próximo sábado, 24 de mayo (a las 12.30 horas del mediodía) la presentación del último poemario de Nacho Tajahuerce Sanz, El rostro del mundo (Baile del Sol, 2014). En el acto intervendrán, junto al autor, el poeta y músico Ángel Petisme y el profesor de Lengua y Literatura José Luis Asensio. Éste último ha preparado un texto que reproducimos a continuación.
Por JOSÉ LUIS ASENSIO GARCÍA
Es difícil hacer una presentación cuando ya está escrito el magnífico prólogo de Manuel Vilas, hecho desde el cariño y el conocimiento y cuando, además, dos de los poemas que más me gustan ya están colgados en la página web de Traficantes de Sueños.
A lo largo de los distintos apartados del libro: Tiempo de crisis, Estaciones, El rostro del mundo, Poemas de amor ante la barbarie y La carretera, Nacho Tajahuerce se afana en la tarea de conocer el rostro del mundo y al mismo tiempo su propio rostro, como poeta y como ser humano, pues, en la tradición del pensamiento humanista de izquierdas, se siente individuo porque vive con los otros, porque vive en sociedad. Desde esta postura mira a su alrededor y mira dentro de sí. Creo que esto incide directamente en su poesía, tanto en los temas como en la forma de tratarlos. Hay un equilibrio entre el yo del poeta y el mundo que le rodea. Como señala Vilas, un constante trasvase en dos direcciones entre el mundo exterior y su mundo interior. Formalmente esto se refleja en el uso de la primera y la tercera persona: no sé si será intencionado pero se reparten al cincuenta por ciento los poemas del libro.
En tiempos como los actuales, en que la novela (con el beneplácito de la mayoría de los autores y la resistencia de unos pocos) se ha convertido en un producto más de consumo inmediato destinado a anestesiar la conciencia de los lectores/consumidores, la poesía es más necesaria que nunca. (Dejemos a un lado el teatro, ya que sus condiciones de recepción son distintas).
El poeta no puede encerrarse en su torre de marfil sin ver lo que le rodea y denunciarlo. (Los desahucios han llegado también a las torres de marfil). Pero ¿cómo hacer una poesía de denuncia en el siglo XXI? Hace quince años escribía Roger Wolfe: “La poesía // es un arma // cargada de futuro. // Y el futuro // es del Banco // de Santander”. Petisme en Fast Food for freaks, su reciente libro, dice en un verso-aforismo: “Belleza, bondad, verdad: arte. BBVA”; y Tajahuerce se acuerda de los banqueros en su poema Cumbres borrascosas III. Así pues, estos poetas saben, por lo menos, dos cosas: una, dónde está el enemigo, a quién hay que arrebatarle el poder y las palabras, esas palabras falseadas, secuestradas, prostituidas que necesitamos recuperar; otra, que no pueden ser vanidosos y arrogantes, que deben tomarse su propia poesía de denuncia con ironía y con humor. Esto lo hace muy bien Tajahuerce. Como dice Vilas podría hablarse de un humor made in Tajahuerce. A mí me interesa mucho, porque creo que el humor y la ironía, sobre todo la ironía, son armas cargadas por el diablo. La ironía ha sido, en muchos casos, el recurso posmoderno para contemplar con escepticismo la realidad desde una postura de superioridad intelectual y, en lugar de luchar por transformar esa realidad, echarse a un lado… el lado del poder. No es el caso deTajahuerce.
Esto que acabo de decir no debe hacernos pensar que este es un libro de poesía social, o solo de poesía social. Hay una parte del libro, Tiempo de crisis, formada por poemas más reivindicativos pero, a lo largo del libro, nos encontramos con poemas de tono más intimista y otros, claramente metafísicos. Como empecé diciendo, Nacho habla de lo que pasa y de lo que le pasa y lo hace mediante una poesía realista. Podríamos hablar de poesía cívica, lo cual nos lleva a pensar en Machado o Gil de Biedma, sobre todo este último. (Los tres primeros versos de Futuro me recuerdan al comienzo de No volveré a ser joven, pero luego Futuro continúa por otra dirección; además a Nacho le faltan muchos años para tener la edad en la que el poema de Gil de Biedma se te queda grabado). Sería, pues, poesía cívica del siglo XXI en la que todos los temas actuales son poetizables; en algunos casos mediante poemas narrativos de cierta extensión y en otros, mediante poemas muy cortos que tienen el fogonazo expresivo del grafiti.
Decía Ortega y Gasset que la claridad es la cortesía del filósofo. La claridad, la sencillez, son la cortesía de Tajahuerce que busca, sobre todo, la comunicación con el lector. Para ello huye de la pedantería, del culturalismo, del despliegue de palabras que deslumbran pero no dicen nada. La mejor forma de ver esto es fijándose en los adjetivos: hay poemas que no tienen ni uno. Siguiendo con las citas, y pido perdón por ello, Marta Sanz dice en su último ensayo que hoy es necesario escribir de cosas feas con palabras feas. O sea, que la belleza, que la coartada artística no enmascare la realidad. Nacho sigue, a mi entender este camino, asume el riesgo de que su poesía pueda no parecer poesía en aras de la comunicación. Digo la comunicación, no la complicidad complaciente, no esperemos poemas de los que nos hacen decir: “qué bien lo expresa, eso lo he sentido yo también”. Nacho nos coge de la mano y nos hace acompañarle en sus poemas, después, en algunos de ellos nos deja inoculada una imagen, así, el poema continúa en nosotros, que sentimos entonces cierto desasosiego.
Para terminar, me gustaría decir que si la poesía de Tajahuerce, en la forma está despojada de adornos, en el contenido no está despojada de sentimientos, de buenos sentimientos, diría yo. Al leer los poemas percibimos que están escritos por un buen tipo, lo cual, ya lo sé, no tiene que ver con la literatura pero, qué diablos, en estos tiempos reconforta.
Nacho Tajahuerce Sanz (Zaragoza, 1980) trabaja como profesor de Lengua y Literatura en un Instituto de Educación Secundaria. Es autor de los libros de poemas Deshielo (2006) y Manual de oficios (2008). Ha editado la antología de relatos El viento dormido, nuevos prosistas en Aragón. Su obra poética y narrativa ha sido incluida en diversas antologías como Noreste, Ocultación Transitoria, Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers o Poesía para Bacterias.
: : Dos poemas de Nacho Tajahuerce Sanz
Pequeños instantes
Cuando unas zapatillas de estar por casa
dicen más que mil páginas escritas.
Cuando una cama sin hacer
nos describe nuestra propia existencia
y cuadernos por el suelo
nos demuestran que
poco nos importa ya el amor de los hombres,
quizá
estés ante el momento definitivo
en el que descubras que
la felicidad se encuentra en pequeños instantes,
como por ejemplo,
bajar la basura
a la calle.
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Político
La solución
disimula detrás de ti.
Lástima que no tengas ojos
en la nuca.
hermosos los poemas
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