domingo, 10 de enero de 2016
Reseña de CONTRA VISCONTI, de J.J. Sánchez en La Víbora Celta
Que la escritura no es ya un lugar, un espacio, una región del privilegio y lo exclusivo del verbo primero, natural, inicial y fundacional, ni siquiera un origencuyo linaje real derive de los dioses, un cielo monárquico y aristocrático donde se subliman las esencialidades de la palabra pura, blanca, limpia y trasparente, portadora de la verdad como eternidad, y antagónica a las formas simples de la historicidad efímera de la contingencia. Que no es ya, una Poesía hermética que se escribe con mayúsculas esféricas y pesadas, letras de tinta oscura, espesa, densa, y plumas voluminosas como egos desmedidos, sin impurezas, trazos externos, rupturas, discontinuidades, tropezones, sesgos, cortes, heridas, injertos, trasplantes, diferencias, transiciones, otros, alteraciones, germinaciones foráneas y demás... Es algo evidente que J.Jorge Sánchez, muestra, enseña y señala, en el trascurso cálido y abrigado, de flujo torrencial, de su propia poética. Una prosa poética que tildarla de ortodoxa sería una falsedad y un error absoluto, casi un agravio, una calumnia, hacia su conseguida pretensión. Y dignificarla, como se dignifica a una yegua con la marca del hierro candente, en un acto de impostura poética, como poesía marginal, fronteriza, lindando con los límites, y encasillarlo en ese grupo tan estereotipado como molesto, del poeta maldito o el sujeto dañado, sería ensanchar y extender la mentira, aceptando y asumiendo, disfrazada y soterrada, la terminología ortodoxa. Tragándonos el sapo. Bajo un manto de hipócrita intencionalidad política, y quizás, hasta mezquina pereza filosófica. Como bien subyace de las palabras del autor, la oposición maniquea entre la ortodoxía y la heterodoxía poética, juega en un mismo origen mítico y fabulador de la poesía, entendida como esencialidad y verdad. Con la ignominiosa función de imponer una jerga de la autenticidad; una identidad fuerte hacia el Mito de la poesía, también del poeta, y sus figuraciones hiperbólicas e hipertróficas.
El texto Contra Visconti, más allá de ser una pieza para el goce y el placer de leer, combinando con afinado ingenio la intensidad y la claridad (cortesía del filósofo que diría Ortega) de la escritura, pequeños pildorazos de belleza desublimada; lo que realmente nos propone, así, en el contenido que hay detrás, entre, o en, las palabras, es abandonar los índices escatológicos de la poesía y de la política. Sus signos y gestos de salvación (gracia) o condena, y atender a su singularidad, su interioridad y exterioridad, sus adentros y sus afueras, lo que la tradición ha determinado como poético y su desecho, los escombros, lo excluido como no-poético, extrapoético, pospoético; y entenderlo como posibilidad y multiplicidad poética. Abandonar las mitologías, los juegos de suma cero, los binomios autocomplacientes de los letrerillos, y atender, a su condición parasitaria, zombi, paleográfica, carroñera, a su repetición y citabilidad, a su copia y su alteridad (sin llegar nunca a síntesis superiores o reconciliaciones forzadas) propia de lo real. Como bien dice el autor - Descorrer el velo de Maya de la Poesía nos deja ante la poesía de nuevo solo que de "otra manera" ante "otra geografía". Todo el tronco, grueso y suave, de su escritura, pretende, en un feliz acierto, convertir, o mejor aún, reconvertir, recuperar, los objetos ordinarios, las pequeñas cosas, los detalle repetidos, las débiles identidades de lo vidrioso y lo frágil que construyen nuestramundanidad, o cotidianidad, en objetos poéticos, que lo son de hecho y por derecho, siempre que el que empuñe la pluma, la empuñe como la espada del caballero; honrado y sibilino. Mejor visto está en sus propios sintagmas - Toda materia es objeto de materia poética / Ninguna forma es sujeto de la forma poética. De tal modo, su poética gravita y parasita entre grandes nombres de la filosofía, grandes sueños e ideas políticas, cine comercial (aunque de grandeza estética incuestionable), series de televisión, personajes históricos, poetas clásicos, otros desconocidos, actrices pop, deportistas, lugares de descanso, personajes de cómic, escenas domésticas, y sobre todo, un modo, una manera, una concepción cuidada y destilada de lo poético, del objeto poético en cuanto tal, ausente de fetiches y adornos de cualquier tipo. En todo caso, la mejor forma de conocerlo es leer su corpus poético, también político, y por supuesto reparar en su epílogo, El Velo de Maya y el Ocaso de la Poesía; un texto final que tras su lectura nos reclama y exige un segundo paseo por la obra, desde el inicio. Pues es también un libro de relectura, de consulta, de inspiración, de goces y placeres artesanales, y desde luego, un negación a la escatología política y poética; una honda reflexión política ilustrada con objetos poéticos (que son todos), alejado de prosas vagas, retóricas, y estetizantes.
Al margen de las coqueterías conceptuales, me gustaría resaltar los aspectos más superficiales, pero no por ello menos interesantes, de la obra; pues la parte corporal y física es casi igual de importante que la intangible, si se quiere, espiritual. La edición es sobria, estilizada y refinada; así lo muestra la portada, diáfana, abierta, uniforme, con una imagen simple, una colilla consumida vencida por la fuerza, pero acertada, concreta. Los dedos se deslizan acariciando la textura de las hojas, rugosas y crujientes, de un papel hidratado; de la misma manera, cercana y cómoda, con que se leen los poemas, gracias a la disposición de unas letras redondeadas y opulentas, humildes y reposadas. Con el privilegio y autoridad que da el espacio; un fondo de papel abierto que permite el baile articulado de las palabras y los nudos de marinero del lenguaje poético en cada una de sus claras páginas. Una edición cuidada y mimada, recostada, tranquila, como la que la poesía requiere.
El libro puede encontrarse aquí, y pronto en librerías. A su vez, J.Jorge Sánchez, también es autor y productor de un cuaderno de notas: Bajo la Lluvia.
Y para terminar, una muestra de su poesía (puede encontrarse también aquí):
" LA ARENGA DE ARAGORN
Sentado en el sofá, mi hijo se emociona.
En la pantalla Aragorn, hijo de Arathorn,
arenga a los Hombres ante la Puerta Negra:
<< Hijos de Gondor y de Rohan,
mis hermanos,
veo en vuestros ojos
el mismo miedo que encogería mi propio corazón.
Pudiera llegar el día en que el valor de los hombres
[decayera,
en el que olvidáramos a nuestros compañeros
y se rompieran los lazos de nuestra comunidad.
Pero hoy no es ese día.
En que una horda de lobos y escudos rotos
rubricaran la consumación de la edad de los hombres.
Pero hoy no es ese día.
En este día lucharemos.
Por todo aquello que vuestro corazón ama de esta buena
[tierra,
os llamo a luchar,
hombres del Oeste.>>
Las palabras parecen plenas de significado,
capaces por sí solas de sustentar el mundo
y el crío parece intuirlo.
No parece el momento de romper el hechizo
y explicarle que la arenga no aparece en ningún lugar de
[The Lord of the Rings,
que es una burda imitación de la del Harry V de
[Shakespeare,
que el efecto cinematográfico buscado
ha sido minuciosamente construido
y se ampara en trucos fraudulentos.
Mas, sobre todo, no es tiempo, todavía,
de contarle que ese día
en que los lazos de nuestra comunidad
se rompieron
y olvidamos a nuestros hermanos
ya aconteció
y que la edad del Hombre tal vez esté presta para su
[consumación
aunque no aúllen los lobos y los escudos no hayan sido
[todavía quebrados.
Pronto lo será.
Mientras, descansaremos en compañía de Aragorn y los
[Hombres del Oeste. "
(Un poema de J.Jorge Sánchez; en Contra Visconti, ed. Baile del Sol, 2015)
http://laviboracelta.blogspot.com.es/2016/01/contra-visconti.html
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