Almilcar Bettega nos acerca con Los lados del círculo a una narración que nos deja en estado de shock. Este autor brasileño nos ofrece un complicado sistema de posibilidades y lecturas; sus relatos son inteligentes y están interconectados. Su prosa nos lleva hacia lo onírico.
Los once relatos que aparecen en este libro están divididos en dos partes: Un lado y Lado uno. Las historias se quedan abiertas a la interpretación del lector. El autor nos enseña cómo a través de las letras se puede presentar una grandeza psicológica; escritor, traductor y autor de tres libros de cuentos. Los lados del círculo recibió el premio Portugal Telecom de Literatura, uno de los más prestigiosos de la literatura en lengua portuguesa.
Un lado, compuesto de cinco relatos, llega para advertirnos que la noche infinita va desvelando sobre la ciudad su dibujo inequívoco. Aquí tratamos de poner lógica a lo que sólo es intuición.
Una especie de necesidad vital y colectiva, una forma de dialogar con el otro, así comienza el primer relato de este maravilloso libro. Un grupo de personas comienzan a formar un circuito eléctrico que se activa por toda la ciudad. Las manos en los bolsillos del chaquetón, un cigarrillo fluctuando en la oscuridad, la figura cabizbaja y después las sonrisas, la esperanza arrastrando las bolsas por el suelo. Nos habla de las ciudades metálicas y nos recuerda a Maldoror. Las ilusiones de los protagonistas aparecen tras los ojos quemados por el sol, se sientan en un mirador para ver las antenas de televisión y se dan cuenta de que las imágenes nunca son completamente reales.
Aparece el Ministerio de Justicia, una lucha judicial contra el gobierno argentino por los daños sufridos por la familia del protagonista durante los años de la dictadura. Artículos, geometrías y noches cubiertas de velo negro.
Llega el día del cumpleaños y está solo. Siente cansancio, un cansancio que le calma y le adormece. Decide hablar de las hormigas, de la noche anterior, de la bebida, de cuando se dio cuenta de que el sol estaba sumergido en el agua. Medir el tamaño de la soledad es difícil pero el protagonista encuentra la forma a través del tamaño de su casa, de la ausencia de los seres queridos.
Caminar sin rumbo por las calles, sentir el sufrimiento amoroso y dejar de comer. Tras dormir cincuenta horas seguidas se da cuenta que la ama a ella, el día tres y cuatro de febrero. Pero en los domingos de verano llegan otros amigos y un grupo de perros revuelve la basura. El coche levanta una nube de polvo y recuerda a Wagner, piensa en un baño en la piscina. Tiempo después no desea hablar con nadie. La soledad de nuevo viene a implantarse en los protagonistas, busca hacerse un hueco en sus almas. Relatos de gran fuerza poética y excelente técnica.
La segunda parte, Lado uno, también está compuesta de cinco relatos. Uno de los protagonistas camina bajo un viento gélido que le hace sentir que está triste, desvalido en las calles de su ciudad. 3º, el viento es riguroso. Los periódicos hablan de los crimines, del futbol, pero no se su situación desfavorecida. Y así, volvemos a Cortazar, su figura delgada y desgarbada, y nos preguntamos: ¿cuál es la verdadera literatura? Tal vez un delirio fantasioso con una gran claridad.
Yo soy el autor. Listo, está escrito, está hecho. Así nos cuenta en uno de sus últimos relatos.
Este escritor, que en breve será más conocido en España, llega para ofrecernos unos textos de calidad, unos textos donde la sorpresa y la incertidumbre están presentes. Este libro nos arrastra a través de sus letras a un mundo circular, cargado de soledad, esperanza y relaciones humanas. Una escritura que está siempre oscilando entre el azar y la decisión.
Begoña Callejón
Autor: Almilcar Bettega
Traducción: Lola Núñez Flores
Editorial: Baile del Sol Ediciones
Págs: 131
Precio: 12 €
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