miércoles, 19 de enero de 2011
Escritura diseminada
En el afuera de una escritura como deconstrucción.
Para Víctor con k.
“la salud como literatura”
Deleuze.
I
En La diseminación, Jacques Derrida provoca desde su título, que figura como párergon –es decir, como afuera del marco-, concibiendo ese gesto de desparramar, como el gesto que posibilita, en un texto, más que polisemias, destellos de significantes extraviados en su gesto diseminante.
El prefacio titulado Fuera de libro, lanza, en la inmortalidad del texto y de la escritura, la mortalidad del libro. En ese afuera los intersticios y entres figuran como grietas, espacios liminales, sobre los que no se sostiene ninguna palabra como exactitud. Ese gesto es el único que puede comprender la deconstrucción.
Huérfanos aún, Detrás de la casa en ruinas e Incompleto, participan de ese gesto deconstructivo, interrogan a los signos en su propia densidad, no se conforman con el significante como un signo total, sino que descalifican a la poética de la exactitud.
La escritura se lanza hacia el vacío y la intemperie, aunque presienta que está protegida por ella, la tejedura de la textualidad la desampara hacia la incompletud como vacío que se llena en su propia orfandad. No es fácil encontrarse en esas lecturas.
Como lector uno encuentra la sensación de lanzarse hacia una picada de in-significantes que provocaron la huída hilarante del significado. A-referencialidad, perdida del sentido, huída, escape y cuerpo liberado de la celda hermenéutica de la interpretación.
II
Víctor Gómez (o Víctor con k) es un jugador empedernido, un amante de la textualidad y de la escritura, un buscador de fórmulas que sin ser precisas son alérgicas a la institucionalidad literaria. Esa escritura (ya no poesía ni poética sino escritura sin más) se intenta encontrar con otras escrituras, en una cadena que se prolonga y extiende hacia otros laberintos textuales. Eduardo Millán, Roque Dalton, Paul Celan, Parra, Onetti, se encuentran, como múltiples voces, en esa voz titubeante que busca otras voces para delinear su polifonía.
La vida como literatura, la salud como literatura, crítica y clínica, se encuentran en sus blancos márgenes sobre los que caen las letras sin que puedan sostenerse en un lugar que les de seguridad.
a las aguas oscuras baja un grito
… pesadumbre y solo alfiler desnuda estancia.
III
Víktor es un extranjero en su propia tierra. Los extranjeros asumen que la escritura es un afuera que tensiona el adentro interpretativo. Ser extranjero es ser un ex traño, un incómodo nómada que deambula por las trazas de los signos.
“aparto grumo de gramática
Los tiro”
Ser extranjero es la posibilidad transgresora de subvertir la escritura, darla vuelta, engañarla, traicionarla.
“me aburren las camisas de fuerza los semáforos en
verde los domingos”
IV
Ahora miro el piano: “bajo el piano de mamá reabren las fuentes
su caudalosa”.
La música se escucha a lo lejos. Desafina e incomoda. La desarmónica escritura se intranquiliza en el silencio. Abro al azar:
“-inédito para sortear la blancura de los márgenes, ejercicio insuficiente de escritura para aquietar un imposible, ruina de traducción, desliz de tinta, garabato, trastada, emancipación de la torpeza sobre la utilidad. salto.-”
Mi programa de ordenador lucha contra las minúscula de la escritura de Víktor, son minúsculas como microescritura que desafía la cuantitativa macrológica de la homogeneidad. Es microescritura como extranjería, como límite hacia el cual cruzar, como sospecha. Es la microsubversión de lo extraviado. Diseminación y deconstrucción.
http://vsilvaecheto.blogspot.com/2011/01/escritura-diseminada.html
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