por Paco Marín
Estamos frente a un libro culto y de culto. Será necesario cuando queramos consultar parte de la historia de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, sobre todo su historia cultural.
TÍTULO:
El fondo de los charcos
AUTOR: Pedro Javier Hernández Velázquez
EDITA: Baile del Sol (2011).
Me asalta la duda siguiente ¿acabo de leer una novela de serie negra, o he leído un libro de historia? En exactamente 390 páginas, hermosas y brillantes, hacemos un recorrido por la historia de Santa Cruz de Tenerife, sobre todo centrada en el pasado siglo XX.
He de confesar que su título y su portada, en un principio, me echaron para atrás. ¿Por qué?, no lo se y así se lo he hecho saber al autor. Cuando empiezo a leerla, reflexiono con el título: El fondo de los charcos y pienso que cuando vemos un charco, vemos la superficie del mismo. Normalmente no vemos el fondo y, la mayoría de las veces, ahí es donde está lo interesante.
Estructurada en 77 capítulos cortos y un epílogo. Abarca diferentes épocas (los años treinta y las décadas del último tercio del siglo XX y la época actual). Transcurre toda la novela en calles y plazas de una ciudad española, con nombres que sabemos pronunciar y conocemos (quién me conoce, sabe que revindico la novela negra española). Pienso que Pedro Javier ha puesto como excusa una trama de crímenes actuales para irnos contando la historia de la ciudad, fundamentalmente formada por historias de la vida cultural tinerfeña –muy rica por cierto-.
Arranca en los días previos a la Guerra Civil con dos protagonistas antagónicos: Francisco Franco y los miembros de la Gaceta del arte. Hay una reivindicación de aquellos miembros, por parte del autor, a saber: Oscar Domínguez, Eduardo Westerdhal, Domingo Pérez Minsk,… y Domingo López Torres (el único que fue victima del “¿Glorioso Alzamiento Nacional?”).
Prisión de Fyffes, año 1937. Un poeta observa, a través de los barrotes surrealistas de su celda, una ciudad en tiempos de guerra que acepta en silencio que la fuerza de Muerte abone la tierra y dé carnada al mar.
Santa Cruz de Tenerife, setenta años después. Otros son los secuaces y abominables seres que brillan en nuestro tiempo de infinitas tribulaciones y oscuros lazaretos. La estrella de la vida ha sido desplazada, el cordero ha sido devorado por el lobo, y la imagen de El Señor de las Tribulaciones desaparece de su santuario hacia el fondo de un charco de tramas políticas, sociales y económicas de unas islas convertidas en un profundo vertedero. En una habitación, Héctor Vázquez espera la llegada de quién lo ha de asesinar mientras escucha a Bob Dylan. Su memoria y la del narrador omnisciente recorrerán los últimos noventa y siete días de la basura escondida. Y como no a mitad de camino un juguete amargo, una mujer.
Por un lado, tenemos una novela negra perfectamente contemporánea, en la que hay crímenes, desapariciones misteriosas, una investigación policial y un juego de conspiraciones y verdades a medias. Por el otro, hay una novela acerca de lo que se dio en llamar la Facción Surrealista de Tenerife, la vanguardia histórica que fue una de las punta de lanza del arte y la literatura de la II República Española, aglutinada en torno a Gaceta de Arte y que fue cercenada por el Golpe de Estado de 1936.
Toda la historia gira en torno a una familia perteneciente a la burguesía santacrucera, los Sonseca, cuyo patriarca es la bisagra entre los golpistas y la República, involucrado en el renacimiento cultural que prefigura la post modernidad en épocas de la Transición.
Novela que relata los primeros días de la guerra y una novela que es testigo de la transición. El nexo de unión de las distintas historias son dos hechos delictivos que habrán de ser investigados por Héctor Vázquez: el asesinato de Víctor Sonseca, nieto del patriarca de esa familia, y el robo de El señor de las tribulaciones, una valiosa talla que estuvo en manos de este último.
Héctor Vázquez tendrá que hacer frente a un fantasma del pasado que fue el viejo Antonio Sonseca, pero también a otros fantasmas bastante más corpóreos, como la abogada Carla Bernal, la viuda de Víctor, o la seductora y peligrosa Cristina Weber, una escritora y ladrona de obras de arte de ascendencia irlandesa.
En definitiva tenemos de todo, incluida la masonería. Lo más importante es lo que acabamos aprendiendo de la historia de Santa Cruz y de un movimiento cultural fundamental en el devenir de la misma. Toda la novela está salpicada de referencias musicales, literarias, sobre películas,… Lo dicho una novela muy completa. Un gran trabajo de Pedro Javier.
Pedro Javier Hernández Velázquez (Santa Cruz de Tenerife, martes 13 de agosto de 1968) Licenciado en Derecho por la Universidad de la Laguna y funcionario de carrera de la Administración Local.
Miembro Fundador de la Asociación Canaria de Escritores (ACAE).
Participó en el Programa CANARIAS LEE2012 con su obra Los días prometidos a la muerte.
Forma parte del programa Santa Cruz Ciudad leída con su obra El sueño de Goslar.
Finalista del XIII Premio Internacional Sexto Continente de Relato Negro 2012: El eco de Cobain
Novela Finalista y Mención Especial del Premio LH Confidencial de Roca editorial 2013: Un camino a través del infierno.
Segundo Premio Concurso de relatos Ciudad del Rosario 2012: Cajonera City.
OBRA
Factotum (Editorial Benchomo 2005).
La identidad fragmentada (Editorial Benchomo 2007).
Los días prometidos a la muerte (Editorial IDEA-AGUERE, 2010).
G 21 Nuevos novelistas canarios (IDEA-AGUERE 2011).
El fondo de los charcos (Baile del Sol 2011).
El sueño de Goslar (Editorial IDEA-AGUERE, 2012).
Un camino a través del infierno (MAR EDITOR 2013).
Conocemos al autor a través de sus palabras…
¿Desde cuando y por qué es escritor?
Desde siempre fui lector. Llegué al mundo de la literatura, como la mayoría de mi generación, a través de la colección de tebeos Joyas Literarias Juveniles de Bruguera. Luego, sin darme cuenta, me vi con libros en las estanterías de las librerías y bibliotecas. Pero, sin duda, me empecé a creer que puedo ser un escritor cuando mi novela Un camino a través del infierno quedó finalista del LH Confidencial 2013. ¿El porqué? Porque me divierte, me evade recrear la realidad que palpo y contarla.
Defínase cómo escritor.
Honesto y arriesgado. Quizá porque la vida nos pide tomar riesgos ante situaciones denunciables, nos clama que tomemos partido y nos enfrentemos a todas estas lacras que amenazan con hundirnos.
¿Cuáles son sus autores favoritos?
Me gustan los hardboiled. Mickey Spillane y, especialmente, Hammett y MacDonald… Harlan Coben, Craig Russell. Ya ves, no soy nada original. En España, me puede Muñoz Molina, es fantástico y creíble. En Canarias, dentro de la literatura de género tenemos a primeros espadas como Santiago Gil, Alexis Ravelo, Pepe Correa, Pablo Martóin Carbajal o Víctor Álamo, entre otros.
¿Que está leyendo ahora mismo?
A Ken Bruen y su Matanza de gitanos. Y tenía en espera una de Elmore Leonard, Fulgor de muerte. Grande Leonard, recientemente desparecido.
A la hora de escribir ¿cómo se documenta?
El fondo de los charcos, novela por la que me estás haciendo este cuestionario, es sin dudarlo, la novela en la que más trabajo de documentación he empleado. Me obligó, bendita obligación, a releer muchas obras de la facción surrealista tinerfeña y obras a las que nunca había tenido acceso, por ejemplo la de Domingo López Torres. Las bibliotecas y la red son instrumentos básicos, para que un autor documente y haga creíble su ficción.
El título del libro, cuya reseña acompaña a esta entrevista, ¿de donde lo sacó? ¿Fue cosa suya o de la editorial?
Las editoriales con las que he editado nunca han puesto pegas a los títulos de mis novelas. De hecho, la novela que acabo de concluir, saqué el título a “licitación” en las redes entre cinco que propuse. El fondo de los charcos, es un título una frase con un imponente contenido visual y está sacado de un verso de un poema de Domingo López Torres, llamado Diario de un sol de verano (*).
Con “El fondo de los charcos” ¿que ha pretendido poner en valor?
Dar un golpe sobre la mesa para llamar la atención con un mensaje tan sencillo y tan sincero como que el mayor patrimonio de una sociedad es su memoria.
¿Ha querido contar, con la excusa de unos asesinatos actuales, la historia de Santa Cruz de Tenerife?
Sí, es un trayecto de casi cuatrocientas páginas, a lo largo del Santa Cruz del siglo XX. Lo que fue y lo que pudo haber sido. La historia de una ciudad y de todos aquellas que la pisaron, que la vivieron. Un agradecimiento a mis mayores por saber comprenderla, quererla y aceptarla con sus virtudes y sus defectos.
¿El libro es único o hay alguna continuidad?
Con El sueño de Goslar y El fondo de los charcos quise novelar, en clave negro-criminal, los dos acontecimientos culturales más importantes que sucedieron en las Islas del Sur en el siglo pasado. La exposición surrealista de mayo de 1935 que trajo a la bahía de Santa Cruz a Bretón y a su comitiva de surrealista franceses y a la exposición de esculturas en la calle que se desarrolló entre el invierno de 1973 y la primavera de 1974 que dejó esculturas eternas en las calles, ramblas, parques y plazas de la ciudad. Pero una por encima de todas: El guerrero de Goslar de Henry Moore. Entre los dos acontecimientos hay 40 años de distancia, una guerra y mucho olvido en medio, pero un nexo de unión: Gaceta de Arte. Un grupo que aglutinaba a personalidades como Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik, Emeterio Gutiérrez y Domingo López Torres, entre otros.
¿Cuanto hay de cierto y cuanto de ficción en su novela?
Intento que lo que escribo se alimente de la realidad, de la tierra. Solo intento novelar lo que pasó y lo que está pasando.
¿Tiene alguna manía a la hora de escribir? Cuénteno alguna curiosidad personal, como escritor, que no haya contado antes.
Sí. Cada vez que estoy metido en una historia y en un proyecto, me invaden más ideas que a veces me han llevado a reconsiderar lo que estoy escribiendo, y en ciertos casos me han allanado el camino para la siguiente obra. . ¿Algo que no haya contado antes? Que estoy aquí porque sinceramente me divierto y estoy conociendo gente interesante. El día que deje de divertirme, quizá me ponga a pintar.
¿En que está trabajando en la actualidad?
En la figura de Sergio Leone. La tercera entrega del detective Mat Fernández.
¿Conoció o sabe quien era Ezequiel Pérez Plasencia, escritor natural de Tenerife?
Llevamos ya más de dos años con su ausencia. Todos querían a Ezequiel. No lo conocía personalmente, pero un gran migo suyo Eduardo García Rojas siempre me habla maravillas de él. Entiendo que ahí, en Cartagena, que fue su segunda patria lo tengáis también como uno de los vuestros, los canarios somos fáciles de querer.
Por último ¿que no le han preguntado nunca y le gustaría que lo hicieran? Plantee la pregunta y contéstela.
¿Qué podemos hacer frente a la situación actual? Comprender que el ciclo ha cambiado, cuanto antes nos demos cuenta será mejor para todos. No está sucediendo, como cantaba Dylan a finales de los sesenta, que las cosas están cambiando. No, las cosas ya han cambiado. ¿Qué hacer? Comenzar a caminar, aunque sea un camino a través del infierno. Porque no nos valen ni las instituciones, ni las estructuras socio-económicas que nos marcan el camino.
(*) Poema de donde nace el título del libro:
El RECTÁNGULO del muladar estaba orientado al Este.
Por la mañana la portada de piedra se recortaba sobre el suelo y la cruz de madera que estaba sobre ella jugueteaba con suaves movimientos dentro de los charcos de orines. Los mulos al pasar la iban pisoteando. El hijo de Dios se había descolgado. Dentro, jugaba como en su nacimiento.
Yo, en el pórtico, hacía hervir el estiércol, que envolvía todo en un afrodisiaco de limón y canela.
Las mulas tenían las caderas lustrosas y los dientes sombríos.
El poema de los ojos tristes de las mulas sin potro va rodando por todo el aire tibio que yo traigo.
En el agua que deja ver el fondo de los charcos nace la hierbabuena.
En el agua color de chocolate nace la hierbamala; pero la hierbamala también es verde.
Todos los burros adolescentes comen y saltan como locos sobre sus sombras. Yo sobre ellos.
Un dios niño hace charquitos con el agua sucia y se metía dentro hasta ponerse negro y por eso tiene los ojos azules. Entonces yo, loco de júbilo, me metí también dentro de mi charco pequeño y empecé sin querer a ensuciar el color de las cosas.
Domingo López Torres
Del poemario “Diario de un sol de verano”