miércoles, 29 de febrero de 2012




Uberto Stabile, Manuel Moya, Care Santos y Rosa Montero formaron el elenco de escritores españoles presentes en la 13ª edición de Correntes d`escritas, que tuvo lugar en Povoa de Varzim, entre los días 23 al 25 de febrero. Junto a ellos, Gonçalo M. Tavares, Ivo Machado, Joâo de Melo, Rui Zink o Valter Hugo Mâe entre otros.

Uberto Stabile, que tuvo unas palabras de recuerdo para el recientemente desaparecido Rui Costa, participó junto a otros poetas invitados en la lectura conjunta organizada el jueves 23, Manuel Moya, presentó su novela Las cenizas de abril, que ha sido traducida al portugués y publicada recientemente por la editorial Porto Editora. Participó además, en la mesa "a escrita é um investimento inesgotável no prazel"

ºCorrentes d´escritas contó con la presencia del escritor Rubem Fonseca, como una de las estrellas más sobresalientes. (ABC.es)

Presentación de VARIACIONES NURIA, de T.S. Norio


En Sevilla, el jueves 1 de marzo a las 21,00 h. en la librería LA FUGA. Presenta David Eloy Rodríguez y Carmen Camacho

En Cádiz el viernes 2 a las 7,30 h. en LA CLANDESTINA. Presenta David Franco Monthiel

martes, 28 de febrero de 2012

Sara Herrera Peralta: “Shock”


Baile del Sol, 2011. 88 páginas

23 febrero, 2012 por 
Es constante en los poemarios de Sara Herrera Peralta una reiterada crítica de la vida contemporánea, la cual se halla, en sus textos, ahogada por el trabajo y el consumo. De esta manera, la escritora sabe hábil y progresivamente, conforme se suceden sus publicaciones (desde Sin cobertura, que recoge las piezas de su primer poemario escrito, aunque ya había publicado La selva en que caí, así como en De ida y vuelta o su espléndido Provocatio), construir un registro muy frío, que roza la asepsia, pero que, en el fondo, proviene de la desolación, y que resulta coherente con su denuncia social. Shock, su último poemario, avanza en esa denuncia al enunciar el conflicto socioeconómico en primera persona exclusivamente, frente a otros poemarios en los que se acercaba desde fuera, en segunda o tercera persona.
A través de escenarios urbanos cotidianos, singularmente fríos (como los vagones de metro en los que se emplazaban los poemas de parte de De ida y vuelta), Herrera Peralta demuestra que parte de una concepción no sacralizadora de la poesía, que no excluye nada del ámbito de lo poetizable, hasta el punto de introducir no en pocas ocasiones onomatopeyas en sus piezas. Además, con frecuencia, la autora expone en sus composiciones versos que aplican una mirada casi cinematográfica a las escenas, al plasmar descripciones de objetos u observaciones siempre yuxtapuestas.
En ese sentido, la mayor parte de los poemas de Shockresponden a unos acontecimientos encadenados (como resulta una primera visita a una oficina del INEM). De esta manera, la autora establece una línea narrativa débil, pero que da sentido al conjunto y que potencia cada texto. Por otra parte, se insertan en los versos diálogos de lo que está sucediendo, que se cuelan entre los pensamientos del «yo» que conforman los poemas. Al respecto, resulta muy interesante este procedimiento de contraste entre dos mundos, que se mantiene a lo largo de todas las piezas ubicadas en ese marco.
El registro de Sara Herrera Peralta constituye una voz llena de rabia contenida («yo vine para quedarme / y voy a molestar lo máximo posible»). Mediante ella, atravesada por las dudas y la incertidumbre, Shock expresa predominantemente la angustia ante la anulación y la perspectiva de que sentirse fuera del circuito laboral supone ser excluido de la sociedad. Pero la escritora se rebela con firmeza a ser insertada en ese paradigma. Con todo, la poeta principalmente aborda el problema de la alienación en nuestros días. Así, remarca la fatal entrega de su energía que llevan a cabo las personas a sus respectivas empresas, que vacían e idiotizan por agotamiento a sus trabajadores.
Así, la escritora se muestra muy beligerante con los distintos métodos de control social actuales, especialmente sutiles, que tratan de mantener a la población en el infantilismo y en el individualismo para garantizar su sumisión.
A su vez, supone uno de los ejes de ese retrato de nuestro tiempo la denuncia ecológica, que se une al desmoronamiento generalizado de lo vivo. La contaminación, por tanto, también resulta una metáfora del abatimiento del ser humano en la sociedad actual, que une la congestión física con la angustia vital. Así, constata una degradación física, medioambiental y psicológica a causa del capitalismo que llega a provocar extenuación. Especialmente, se refleja un entorno urbano insalubre a raíz del productivismo, que es el medio más inmediato en el cual se ubica el ser humano y, más en concreto, el «yo poético». Por tanto, la poeta presenta un paisaje industrial, deshumanizador y desnaturalizador, en donde se trata de ocultar una miseria insilenciable, que pone de manifiesto las contradicciones de nuestra sociedad.
Todo eso consolida una atmósfera y una perspectiva muy pesimista sobre la existencia, con énfasis en la crítica de la apariencia que domina nuestro sistema de valores. Igualmente, denuncia la mercantilización de la vida; la presente y la que se espera para el futuro. Por otra parte, también se cuela en su poesía una denuncia de la desigualdad entre sexos, incidiendo en la supeditación social (y en los convencionalismos que la sostienen) de la mujer al varón.
En suma, buena parte de la obra de Sara Herrera Peralta aborda la deshumanización y la despersonalización, y este poemario contribuye a cimentar esa línea a través de un tono pulido y contenido. Por tanto, Shock retroalimenta una visión muy crítica de la sociedad situándose desde la perspectiva del ser humano que se encuentra abrumado por ella.

lunes, 27 de febrero de 2012

Matías Escalera Cordero: Historias de este mundo


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RESEÑA

Matías Escalera Cordero: Historias de este mundo

Baile del Sol. Tenerife, 2011. 212 páginas. 10 €

19-02-2012
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Matías Escalera Cordero es escritor en el sentido literal del término; escribe y experimenta en la literatura; busca con su escritura obtener un fin, el objeto de un plan pensado, y lo está consiguiendo. Ese plan le ha llevado de la poesía a la novela y del teatro al ensayo literario en forma de artículos especializados. Toca todos los palos porque esa es la única forma de hacerse escritor, insisto, en el sentido literal del oficio.Historias de este mundo es una colección de relatos que se alimenta de esa especie de visión televisiva y cinematográfica que el autor ya experimentó con tanto acierto en su novela Un mar invisible (IslaVaria, 2009), pero en sus relatos va más allá, en cuanto al punto de vista, pues nosotros vemos/leemos lo relatado en la pantalla, pero también lo que la cámara no logra mostrarnos. El lector tiene la sensación de observar por varias ventanas con distinto plano, pero los mismos acontecimientos, y en todas ellas aparece una realidad igualmente injusta; ésta que vivimos ahora. Así sus intervinientes, que no protagonistas, los seres que son objeto del relato, se bestializan y se vuelven personajes de una ópera bufa, como de un cabaré con la música atonal de Schönberg de fondo.
El relator es aquel abogado que en la investigación de los delitos colecciona los hechos en los que se va a basar su acusación, eso lo decía Roscoe Pound, un juez americano autor de novela negra. En el caso de Historias de este mundo adquiere todo su sentido, puesto que su autor nos presenta una relación de acontecimientos que acusan, que formulan y describen los males de nuestro mundo desde una actitud inquisitorial. Es imposible hablar de estos relatos sin pensar en Chéjov, en Tolstoi o en Carver; cada uno de ellos refleja un retazo de modernidad al retratar una realidad decadente. La decadencia de las clases sociales en la Rusia zarista, en Chéjov, la decadencia de la explotación de los siervos, en Tolstoi, y la decadencia de la tradición americana del Self-Made y la Felicity de los sesenta, en Carver. Pues bien, en esas estamos; el relato de Matías Escalera lacera con inquina nuestra conciencia con la descripción de una decadencia mucho más próxima, la nuestra. Utiliza todos los recursos y mecanismos que tiene a su alcance, la sátira, el preciosismo, el realismo, la irrealidad y la subrealidad, el hiperrealismo, la imitación literaria (es brillante su pastoril emulación petrarquista), etc. El relato intercalado con el comentario periodístico, en francés o en inglés, en “El final del limbo”; o esa reseña del mal absoluto con textos de La Vanguardia sobre Kandido Aspiazu, es magnífica.
Los relatos de Matías Escalera Cordero se construyen unos sobre otros de forma arquitectónica; son ladrillos de distinto material, desde la paja al titanio, de un muro que el propio autor nos invita a derribar, explicándonos que, en realidad, es el muro de la vergüenza. El muro que entre nosotros se está trazando de forma tan vergonzosa por las entidades financieras, las agencia de calificación y el gobierno de los Estados. Las primeras, dedicadas a la rapiña; el último, a la obtención de poder. Siempre más riqueza y más poder, pobrecitos nosotros, que vivimos a ambos lados del muro. Estamos condenados a mirarlo al abrir las ventanas, a que nuestros hijos lo pinten con los graffiti de la injusticia, y a perder la vida y la esperanza en el empeño de pasar al otro lado, sin saber que el otro lado es idéntico al que hemos abandonado. A través del relato Matías Escalera, al igual que en su momento lo hicieron Chéjov, Tolstoi y Carver, nos formula la pregunta universal: ¿estáis dispuestos a derribar el muro? En la modernidad de Tolstoi y Chéjov, esa pregunta tuvo una respuesta afirmativa y la consecuencia fue la Revolución Bolchevique, el pandemonio de La Gran Guerra, primero, y de la II Guerra Mundial, después. De la modernidad de Carver, en cambio, solo vino la revolución tecnológica; posiblemente la diferencia radique en que en el primer caso la respuesta la daban ciudadanos desesperados y, en el último, simplemente ciudadanos infelices. Queda por saber quién tiene que dar la respuesta ahora. Por el bien de mis hijos, espero que la respuesta, esta vez, sea una revolución ética, de ideas claras y manos blancas, y no de aquellas tan productivas que se llevan por delante generaciones enteras y el futuro de los hombres, para, a la vuelta de cien años, encontrarnos en la misma situación. Sé que estoy siendo pesimista, comentando un libro de relatos que no lo es. Admítaseme el recurso para invitarles a leer estasHistorias de este mundo. Un buen libro de relatos; un raro libro de relatos; un extraño libro de relatos, pero qué buena literatura no lo es.
Por Alberto Gil-Albert

domingo, 26 de febrero de 2012

EL MAR SIGUE SIENDO AZUL, de Fernando Martínez López

Ediciones Baile del Sol, 2011 , 442 páginas

Del accidente de Palomares poca información se tiene más allá de la anécdota de ese baño histórico que se dio Fraga Iribarne, con un bañador antediluviano, y la afirmación sesgada de que las bombas atómicas que perdieron frente a ese pueblo de Almería los B52 de las fuerzas armadas norteamericanas eran inocuas y no causaron daños, algo que nadie se creyó en su momento y menos los directamente afectados.
Fernando Martínez López recupera ese suceso lejano y lo noveliza, pero no sólo se limita a hacer una pormenorizada relación del accidente, en el que perecieron siete tripulantes de las naves siniestradas, sino que, con una gran ambición por su parte, construye una intriga en la que Palomares sigue aportando víctimas a causa de sus niveles de radiación, dos personajes del pasado se vuelven a ver las caras (el alemán Karl Braum, traumatizado por los bombardeos aliados de Dresde y residente en el pueblo almeriense, y el norteamericano Daniel Williamson, que lo capturó y es, en Palomares, el general al mando de las tareas de supervisión de la zona); desaparecen misteriosamente dos de los habitantes del pueblo, por culpa de unos documentos secretos que se perdieron en el vuelo, la carpeta de combate, y los descendientes de esos dos hombres viven secularmente enfrentados.
La arquitectura narrativa de El mar sigue siendo azul es perfecta, y eso tiene mérito al tratarse de una novela tan extensa como ésta. A lo largo de sus más de 400 páginas, Martínez López va alumbrando sucesivas subtramas, que se complementan, para ofrecer al lector una aproximación al desastre nuclear, en el que el gobierno de EEUU ninguneó a la dictadura franquista, y nos muestra el factor humano del suceso, más allá del accidente en sí: la forma en que cambió para siempre la forma de vida de ese tranquilo pueblo de la costa de Almería.
En cuanto al vehículo literario sólo decir que es perfecto, que no tiene fisuras, porque todas sus piezas encajan, que la documentación, extensa y fidedigna, se digiere perfectamente por lo bien imbricada que está en la trama, y que el autor demuestra agilidad a la hora de crear personajes de todo tipo, edad y condición (Pedro Fenoy Sánchez, Antonia Salcedo, Diego Parra, Consuelo, Rodrigo, Gines Parra, Rocío...) en una narración que se distingue por su coralidad.
Nos encontramos, pues, ante una novela cuidada al detalle, primorosamente bien escrita y que revive unos acontecimientos olvidados que cambiaron la vida de Palomares aquel día fatídico. Y la postrer víctima de las bombas se produce en el último renglón de la novela con el que el autor pone el broche final.
En un pueblo del sur de España que perdió su anonimato para siempre por la caída de las armas de guerra más destructivas que el ingenio humano había diseñado.Una novela recomendable, a la que sólo le pondría una pega (el lector querría saber más del enfrentamiento Braum/Williamson, que queda en apunte), y un autor al que no hay que perder de vista porque nos dará nuevas alegrías literarias.

JOSÉ LUIS MUÑOZ 

http://lasoledaddelcorredordefondo.blogspot.com/2012/02/cine_25.html

sábado, 25 de febrero de 2012

Bestiario personal, Carlos Wamba

Hay libros que se gestan en un rapto de inspiración, que nacen como una exhalación y aunque maduren, se les ve cerca en el tiempo. Al leerlos no se siente la distancia temporal y ello nos da la idea de continuidad, la certeza de que la creación poética se concreta enseguida en el libro, como algo natural. Pero también hay libros que deben esperar toda una vida, que atraviesan distintas edades y adquieren con el paso del tiempo tonalidades y matices insospechados. Son libros que se resisten a ver la luz, que prefieren la clandestinidad de los manuscritos de mano en mano, que fluyen como un secreto y a veces como un rumor. Se sabe de su autor de oídas, pero no a través de la experiencia de la lectura de ese libro que por azar se descubre en el anaquel de una librería o sobre una manta, en una calle cualquiera donde alguien saca viejos volúmenes del sótano y los subasta ante los transeúntes presurosos.
Bestiario personal, de mi amigo, de toda la vida, Carlos Wamba, es uno de esos libros que ha exigido tiempo, que ha acompañado a su autor desde la más tierna juventud y ha madurado con él, que se ha dejado leer en recitales en cafés y tabernas ante auditorios reducidos, mínimos, en ciudades del Sur, como Cádiz o Sevilla. También ha viajado a través del correo postal y el correo electrónico, en busca de su editor, pero no se ha dejado atrapar fácilmente. Su autor lo ha retenido durante décadas, como un tesoro; su bestiario ha vivido con él el tiempo muerto de los momentos previos a la creación y el tiempo frenético de las conversaciones con los amigos. Así, ha resistido los avatares de la buena y mala fortuna de los que ha salido fortalecido y con lustre.
Ahora este hermoso Bestiario personal se publica bajo el sello de la editorial Baile del Sol (¿acaso celebrando la vida alrededor de su estrella?), con unas bellas ilustraciones que lo acompañan, de Horacio Hermoso Mallado-Damas, por lo que es un libro conjunto. De evocaciones bíblicas, se abre con, entre otros, este epígrafe: “E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales domésticos, según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era bueno” (Génesis, I, 24-25). Y es que su autor ha viajado hasta el origen persiguiendo la forma de sus criaturas a las que ha observado de manera casi obsesiva para llegar a la esencia, al sentido último, midiéndolas con una precisión matemática. Así ha calculado hasta la extensión de su sombra, el ángulo de su descenso: la parsimonia del primate, el bostezo del felino o la fluidez de la anguila. También ha leído en la pupila del búho el secreto de la noche y no ha dejado de observar, o de espiar, ni siquiera a la mosca: “Un pulgar en la sombra./ Vivir y morir,/ en un punto de luz. // Pulsión// Dos patas./ Tres patas. / Seis patas. //Gira, mide, /describe ventanas/ en el aire abierto. // Arriba, abajo. // Se tiende. Abajo./…”.
Geometría del ser que pasa las horas, en apariencia muertas, maquinando la forma de atrapar a las bestias, que asalta la naturaleza viviente y sucumbe a la fascinación del instante en que se alcanza la belleza de lo mínimo y de lo colosal. Bajo la forma del animal se agita la llama de la vida en todo su esplendor. Asedio de la mirada que se deja llevar, sin límite de tiempo, más allá de la forma y que entrega toda una vida, si es preciso, hasta alcanzar el ángulo exacto. En esto ha consistido quizás la lenta pero imparable actividad poética de Carlos Wamba, cazador de animales libres, de animales del barrio y de animales soñados, criaturas que hacen parte de este poemario, donde no faltan ni el coral, ni la gacela, ni el unicornio.

 Consuelo Triviño Anzola

http://consuelotrivinoanzola.blogspot.com/2012/02/bestiario-personal-carlos-wamba.html

jueves, 23 de febrero de 2012

Vindicación de Gamoneda


José Luis Sampedro y otros 70 poetas, entre ellos Rafael Saravia y Juan Carlos Mestre, presentan un proyecto literario que defiende la libertad en la creación poética.

Diario de León
cristina fanjul | león 22/02/2012
«Alguno de los autores que en España se consideran de gran valía no tienen apenas prestigio en América, como es el caso de Antonio Gamoneda, que escribe poesía de un simplismo, artificio a medias y de juegos verbales sin deslumbramiento que han acabado por quitarle lectores». Estas palabras, pronunciadas el año pasado por el poeta Alí Calderón son en parte culpables del libro Por donde pasa la poesía, que el viernes se presenta en Matadero Madrid. La obra, editada por Baile del Sol, cuenta con la participación de setenta autores, entre ellos los leoneses Rafael Saravia, Lourdes de Abajo, Ildefonso Rodríguez, Eloísa Otero y Juan Carlos Mestre, y está capitaneado por José Luis Sampedro, autor del prólogo.
Como una revisitación del enfrentamiento que en los años cuarenta surgió entre los defensores de la poesía arraigada —Leopoldo Panero, Rosales, Vivancos o José García Nieto— y la desarraigada, que encontró su máxima expresión en Victoriano Crémer, Celaya o Blas de Otero, así las palabras del poeta mexicano encendieron las llamas de una guerra poética soterrada.
Sin etiquetas. En un lado están los integrantes de la antología Poesía contra la incertidumbre que, según los autores participantes, nace de la necesidad de analizar críticamente la poesía actual y de hacerla accesible a todos los públicos. En el manifiesto de la misma podía leerse: «Los jóvenes poetas actuales se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura que no puede entender nadie. Sucede de igual manera en España que en Hispanoamérica. Los discursos fragmentarios, el irracionalismo como dogma y el abuso del artificio han supuesto la ruina de la poesía. Ha sido el derroche que ha llevado a la crisis poética actual, en la que la poesía está considerada como un género difícil, que no se entiende y que sólo leen los poetas entre ellos. Nosotros creemos que lo que sucede es que el poeta no ha hecho bien su trabajo».
En el otro, Por donde pasa la poesía, se posicionan quienes se declaran en defensa de la pluralidad poética y de la convivencia de todas las expresiones líricas. En el manifiesto se hace una defensa cerrada de la libertad literaria y se denuncia la actitud de cuantos se apropian y se encierran en ciudadelas poéticas excluyentes: «Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra», destacan. Asimismo, aseguran que el intento de limitar las distintas voces poéticas es una manera de agredir el legado recibido. «Ha costado mucho desterrar de nuestro campo literario el cainismo y la exclusión. No vamos a consentir ahora que vuelvan a reproducirse estrategias envenenadas similares».
Setenta poetas. Pero Por donde pasa la poesía es mucho más. A través de los versos de setenta poetas, de los cuales se recogen distintas piezas, se agrupan más de trescientas páginas de buenos poemas. La obra empezó a fraguarse en la Librería Primado de Valencia, una librería de barrio que, como destaca el poeta Arturo Borra, se ha convertido en los últimos años en un «punto de encrucijada». Los artífices del libro añaden que este libro coral es «imagen de un tiempo de comunidad entre poetas y lectores, entre vecinos de barrio y escritores, cuyo hilo es el disenso y la pluralidad, eso sí, de signo anticapitalista, antineoliberal, antifascista, antidogmático».
Dice Víktor Gómez, uno de los poetas participantes, que el libro acoge en igualdad de condiciones a autores inéditos, autores y a los consagrados, en una obra que trata de zafarse de la orientación industrial actual, presidida por la insignificancia y la banalidad, «lo apolítico o, lo que aún es peor, lo político-domesticado, lo político-usurpado».
El libro incluye además un cedé con versiones de Lucho Roa de varios de los poemas recogidos en la antología, como las piezas de Lucia Boscá, Antonio Méndez Rubio, Antonio Martínez i Ferrer o Mar Benegas.

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/vindicacion-de-gamoneda_669709.html

viernes, 17 de febrero de 2012

STONER, de John Williams





Si hay algo que últimamente me molesta sobremanera es la literatura pretenciosa, y están los anaqueles a rebosar de autores de tres al cuarto que se creen muy listos y que piensan haber dado con la fórmula secreta de la Coca-Cola. Siento deciros que ya estaba todo inventado antes, amigos, que algún listillo ya tuvo vuestra genial idea el siglo pasado. El caso es que me irrita el mero hecho de que un autor,cuya supuesta superioridad nadie atisba a ver, le hable al lector desde un pedestal. Es como si quisiera aleccionarte acerca de algo que solo su mente privilegiada puede aprehender, y luego te pones a leer su gran obra maestra y te das cuenta de que no es más que un bodrio, de que ese tipo no tiene nada que contarte y se divierte a tomarte el pelo con sus jueguecitos literarios. ¿Qué es lo que queréis enseñarnos? ¿De qué vais, tíos? Digo todo esto para enlazar con un libro honesto y bien escrito que es justamente todo lo contrario: Stoner, de John Williams. Como dice Tom Hanks en la contracubierta, "Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro, pero es una de las cosas más fascinantes que he encontrado". No puedo estar más de acuerdo, pues se trata de una novela al más puro estilo americano (véase Sherwood Anderson), narrada con un ritmo ágil y directo y con pasajes absolutamente magistrales. Vila-matas escribió en El País que "Sorprende que Stoner, siendo la obra maestra que es, haya podido ser ignorada durante tanto tiempo". A mí me sorprende más bien que eso lo diga Vila-matas, aunque prefiero obviar este tema. El protagonista es un hombre cualquiera, un tipo normal y corriente que vive un matrimonio de cartón y que sucumbe ante todos los convencionalismos de la vida. Su aventura amorosa con Katherine Driscoll, profesora mucho más joven que él, es sin duda uno de los puntos fuertes de la historia, el grito de rebelión que el lector esperaba ansioso, el giro que le da potencia a la narración y donde la novela alcanza una profundidad absolutamente encomiable. No sé si se puede considerar una obra maestra en toda regla, pero Stoner es un libro de primerísimo orden, una lectura obligatoria para todos los que gusten de la buena literatura comprometida con la escritura sencilla y emotiva. Aquí va un fragmento de muestra:


"Pero ante William Stoner el futuro era brillante, cierto e inalterable. Lo veía no como un flujo de eventos, cambio y potencialidad, sino como un territorio que se extendía ante él a la espera de ser explorado. Lo comparaba con la gran biblioteca de la universidad, a la que podían adosarse nuevas galerías, añadirse libros nuevos y retirarse los viejos, sin que su genuina naturaleza se alterase nunca en lo esencial. Veía su futuro en la institución con la que se había comprometido y a la que tan imperfectamente había comprendido. No se concebía a sí mismo cambiando en ese futuro, pero veía el futuro mismo como el instrumento de ese cambio más que como su objeto" (pág.: 28).

Si queréis un consejo, olvidaos por un momento de los nocilleros e intentad haceros con este libro. Vais a estar un buen rato a merced de la literatura auténtica. 

lunes, 13 de febrero de 2012

UN DISCURSO PARA LOS VIVOS Sobre la poesía de Kemény István


La poesía, una vez más, busca su lugar en el mundo de los vivos. Su ambiciosa tarea de iluminar las cosas que están más allá de lo que ven nuestros ojos persiste a pesar del griterío imperante. Incluso en una época como la nuestra en la que sin duda se ha impuesto despóticamente la tiranía de lo obvio, siguen habiendo voces que se empeñan en desnudar la realidad con su discurso. Cuando algunos se preguntan sobre la pertinencia de una forma tan audaz de hacer literatura que tuvo probablemente más presencia en otros momentos de la historia, la poesía parece hoy en día ignorarse a sí misma mientras lucha casi siempre tímidamente por redefinirse y encontrar un espacio donde habitar por si algunos quieren visitarla. “Los poetas han muerto —decía el poeta— pero su mensaje está más vivo que nunca.” Y muchos leyendo la poesía de los muertos no prestan la suficiente atención a los que todavía están entre nosotros y son, por esa simple razón, contemporáneos con la firme vocación de que se les escuche en estos momentos en los que quizá la poesía sea más elitista que nunca.

Ediciones del Sol, una valiente y comprometida editorial, que, como otras, todavía cree en la utilidad de transmitir el discurso poético de nuestros contemporáneos, ha publicado recientemente Discurso Vivo (Élőbeszéd)del poeta húngaro Kemény István en una cuidada traducción de María Elena Szilágyi Chebi en su estupenda colección DelEste. Esta editorial canaria, con veinte años recién cumplidos a sus espaldas, se atreve con todo y, según ellos mismos afirman “El camino ha sido largo y hemos dejado atrás innumerables cosas, aunque seguimos soñando, como al principio”. Narrativa, teatro, ensayo, periodismo, libros de viajes, y, claro, poesía, con especial atención a la literatura autóctona al mismo tiempo que a la que va más allá de todas las fronteras y nacionalidades con una clara vocación africanista. Podemos encontrar en su catálogo jugosos títulos agrupados en colecciones presentadas con originalidad entre las que destacan Textos del DesordenDando Pata o DelEste. Esta última, dedicada a autores de la Europa menos conocida con nombres como el rumano George Bacovia (40 Poemas), el búlgaro Georgi Ténev (Casa del partido), la mitad gallega mitad croata Déborah Vukusic (Guerra de identidad), el esloveno Andrej Blatnik (La ley del deseo) o el húngaroKemény István (Discurso vivo). Podemos seguir su fascinante e incansable actividad en el blog de la editorial.
Kemény István
Para los que nos hemos adentrado ya en el mundo de la literatura húngara sin ser capaces todavía de disfrutarla en su idioma original es siempre una buena noticia cuando aparece una traducción al español. Y cuando se trata de poesía, un género al que los húngaros se han entregado con especial pasión, todavía más. Kemény István es uno de los poetas húngaros en activo más apasionante por la singularidad y complejidad de su propuesta. En sus propias palabras:

Nací el 28 de octubre de 1961 en Budapest. Mi madre se dedicaba a la enseñanza y mi padre (que murió en 1999) era escultor. Mi hermana pequeña es restauradora. Terminé los estudios secundarios en el Instituto de Budaörs y me gradué de Historia y Filología Húngara en ELTE, en 1990. Estoy casado y tengo tres hijos. He escrito, hasta el momento poemas, prosa, ensayos, críticas, un drama a medias, reseñas de libros, diarios virtuales y diálogos de programas televisivos. He traducido poemas de varios idiomas. Bastantes ideas mías han llegado a formar parte de las obras de otros. Yo también he aprendido mucho de los demás. Muchos me han pedido opinión acerca de su trabajo literario. He tenido la oportunidad de leer cientos de veces ante mi público. He podido saludar a grandes artistas y conocer a unas cuantas personas famosas. He pisado cuatro continentes hasta el día de hoy. La gente que piensa que soy alguien, en su mayoría me define como poeta.

Considerado postmoderno, a falta de una etiqueta más ingeniosa, cuando tal vez el postmodernismo haya pasado ya a ser parte de esa historia de la que tanto pretendía distanciarse, este poeta destaca sin embargo por su profunda convicción en la existencia y vitalidad de la Historia. Aunque en los países del Este el postmodernismo se ha desarrollado de manera distinta, ya que el cambio político después del sistema totalitario del comunismo es demasiado reciente como para creer en la muerte de la Historia. La reacción postmoderna del Este es una especie de luto. Y de entre todos los tenaces intentos del postmodernismo por deconstruirlo todo, de su insípido relativismo histórico, surgen en la obra de Kemény las siguientes preguntas: ¿Hay algún lugar para la Historia en la poesía? ¿O acaso la poesía también debería unirse al movimiento de deconstrucción? ¿Es esto coherente con su verdadera razón de ser? La respuesta a todas estas preguntas son los versos del propio poeta. Escapando con elegancia del artificial moralismo postmoderno que se entrega a la búsqueda ansiosa de la naturaleza perdida, el poeta nos propone en cambio tratar de hallar la dimensión del gozo y la alegría en un mundo fragmentado. Sin duda intuye que la poesía se encuentra quizás en su momento más crucial: sus fuentes de inspiración han desaparecido y no sabe cómo expresarse a sí misma. La relación entre la Historia y la Poesía se convierte de este modo en una especie de juego. Este juego está constantemente presente en la obra de Kemény. El autor intenta, con todos los medios que tiene a su alcance, ver más allá del postmodernismo.

Poco a poco empieza a percibir limitados los marcos de la poesía húngara. En uno de sus poemas afirma: “…aunque fuera aquella una época irónica.” (…az egy ironikus kor volt). ¿Ha dejado nuestra era de ser irónica? Con palabras de Kemény: “Desde los años setenta, la poesía húngara ha dejado de tratar con la política, la temática nacional, además de unos cuantos temas de vital importancia como lo trágico, lo patético, lo sentimental y lo catártico (…) para restablecer el orden en sí misma. Quiso renovarse, se ha vuelto autorreflexiva, inteligente (…) desde entonces, con el uso de palabras como “nación”, “mundo” o “todo”  uno se puede ver envuelto en un diletantismo sospechoso".

Su poesía trata la historia actual de manera consciente y comprometida en poemas que hacen referencia a acontecimientos históricos recientes como por ejemplo el bombardeo de Kosovo por la OTAN. El uso de  la Historia en la obra de Kemény puede interpretarse como un regreso personal al mito ahistórico más que como un intento de representar la Historia en su unidad temporal.

Su Discurso Vivo (Élőbeszéd), publicado en la editorial Magvető en 2006, es una muestra extraordinaria de su sensibilidad. El tratamiento del diálogo, muchas veces casi un monólogo, y la magia y significación de los objetos más cotidianos, los silencios que se intuyen por todas partes lo acercan sospechosamente al mundo escénico. ¿Qué hace un conductor al ver un guante tirado en la carretera? —Guante (Kesztyű)— ¿Cómo enfrentarse con un pasado que ha perdido todo su valor? —Tristemente (Szomorúan) o En la estación de Érdliget de arriba abajo (Fel-alá az érdligeti állomáson)— ¿Qué hacer con unos ideales que han dejado de estar vigentes? —Familia, la hora cero (Család, nulla óra) o —Astronauta traicionado (Megcsalt űrhajós)— ¿Es posible superar la presencia del dinero en nuestras vidas? —Dinero (Pénz)— ¿Qué hacer con los verdaderos criminales —Discurso Vivo (Élőbeszéd)— y ¿qué hacer con nosotros, herederos de Caín? —Una semana con el viejo Caín (Egy hét az öreg Káinnal)— ¿Tenemos tiempo para nuestros hijos? —Monito (Kismajom) ¿Qué hacer con el histérico y enfermo cero? —El caso de la Nada (Semmieset)—.

Estos problemas morales quizás nunca han sido tan claramente presentados en la poesía húngara de los últimos años. El lenguaje de Kemény es revolucionario: “Hay una crisis de valores, Señor Caín” (Értékválság van, Káin úr!) El retroceso (que en húngaro se expresa con el prefijo “vissza”) es un motivo reiterativo en la poesía de Kemény: el interlocutor “se va, pero vuelve”, en la “Bailarina sin trabajo” también vuelve a empezar todo de nuevo, los números vuelven a por el Cero y los motivos iniciales de la obra resuenan de nuevo en el último poema.

Una obra que requiere otra forma de entender las cosas o acaso un intento serio de “no entender”. Muchas veces es difícil su interpretación. Es cuando no debemos procurar comprender el contenido o la intención del autor, sino tratar la obra como algo sugerente, algo que está fuera de nosotros, pero que puede calar hondo. La interpretación de los poemas se apoya únicamente en un punto seguro: en la duda en el poema mismo, en la inseguridad de los juicios y evaluaciones encubiertos por las distintas teorías que tratan de descifrarlo con insistencia. Ideas totalmente contradictorias pueden hacer referencia al mismo poema, justificando sus propias verdades. Si en nuestra interpretación separamos el significado de las palabras, sintagmas y frases del significado global, podemos llegar a ese entender las cosas de otra manera. 

En Discurso Vivo Kemény le ofrece al lector esa posibilidad, como si se tratase de una aventura. El lector se apoya en la historia bíblica de Caín y en la presencia de la Muerte a lo largo de la obra, siendo estos, al parecer, los personajes portavoces del pensamiento del autor. De este modo el significado global queda más claro, pero a la vez genera una cierta inestabilidad en cuanto a la verdadera voz del autor. 

La nostalgia que emana de la obra de Kemény está exenta de decoraciones excesivas. En el poema titulado Consulta privada (A magánrendelés), nos habla de la visita de una familia de Budapest a su médico de cabecera. Uno de los elementos clave de este poema es el dinero, que se convierte en una metonimia del recuerdo nostálgico. Esta nostalgia hacia lo mítico expresa esa huida tan característica del pueblo húngaro del presente fragmentado, libera el yo postmoderno de la celebración forzada de la deconstrucción y le permite la opción contraria: la técnica de la identificación. Después del diluvio sólo queda la búsqueda de señales con significado entre los fragmentos del yo. Sin embargo este “final” no es absoluto, más bien significa el nuevo comienzo de algo: la destrucción del diluvio no ha sido total. Este final imperfecto está presente también en Discurso Vivo —Tristemente (Szomorúan) Ruinas oportunas (Célszerű romok). La idea del encuentro y el miedo a la muerte es el tema principal de la obra. Las once estrofas del poema Discurso Vivo detallan la visita de la Muerte en casa del narrador. Esta poesía, repleta de mitos cristianos, adquiere entonces dimensiones morales: el tema de Caín nos devuelve al Crimen Original. Este regreso a los tiempos bíblicos se suele relacionar con otro gran poeta húngaro, Endre Ady.

En resumen: la Historia, en una perspectiva a largo plazo, cuyos límites temporales se distorsionan formando parte de una simbología personal y un mito cristiano, deja de existir como tal para convertirse en la “papelera” de las realidades míticas. Aunque esta labor de “reconstrucción” y “restauración” nunca llegue a cumplirse del todo, solamente en algunos fragmentos del lenguaje poético.
Kemény István
Kemény István no sólo es uno de los autores más reconocidos de su generación, sino también uno de los artistas más representativos en la nueva lírica húngara, más allá del postmodernismo.

¿Cómo empezó usted a escribir poesía? ¿Conserva sus primeros poemas?

Empecé cuando era un niño. Pero, desde luego, no conservo los primeros poemas que escribí a la temprana edad de ocho años. Cuando tenía alrededor de dieciocho años había en mi mente algo así como un modelo sobre la poesía, una idea de cómo debía ser un buen poema y poco después, a los veinte años, escribí el primer poema siguiendo ese modelo. Ese es el primero que conservo.

Usted también escribe obras de teatro y utiliza a menudo el diálogo en sus poemas, ¿qué relación tiene su poesía con la escena?

Esa relación es cada vez más importante para mí. Al menos la mitad de mi libro Discurso vivo está compuesto por narraciones y diálogos. Uno de los poemas es una pequeña escena teatral. Se titula Bailarina sin trabajo. He decidido darle el mismo título al libro de mis Poemas Escogidos que será publicado próximamente.

¿Cree usted que su poesía se podría bailar?

Creo que todo puede ser bailado así como todo puede ser escrito en un poema. Pero, claro, sería más difícil si tuviera que hablar de elementos concretos. ¡Me encantaría preguntárselo a una bailarina o un coreógrafo!

¿De qué trata su teatro? ¿Ha sido alguna vez puesto en escena?

Hace quince años escribí una obra en colaboración con mi amigo Bartis Attila cuya novela Tranquilidad también fue un éxito en España. Y después, en 2009, empecé a escribir una en solitario, pero no la he terminado. ¡Así es que si juntamos las dos podríamos decir que he escrito una obra completa! Pero, en serio, nunca he trabajo directamente para la escena.

¿Qué lugar ocupa Discurso vivo en su poesía? ¿Es la poesía el terreno donde se siente más cómodo?

Escribí los poemas de Discurso Vivo después de cumplir los cuarenta. Entonces sentí que un periodo de mi vida se cerraba. Hasta ese momento, escribir prosa era algo anecdótico para mí. Después de Discurso vivoescribí una novela y desde entonces también me siento cómodo escribiendo prosa. Y luego, vinieron otros poemas de nuevo. Ahora tengo suficiente material para un nuevo libro.
Kemény István
¿Qué le ofrece la prosa o el teatro que no puede darle la poesía?

Durante mucho tiempo estaba seguro de que escribir una novela para un poeta era como correr un maratón para un corredor de los cien metros. Que no tenía ninguna posibilidad. Pero ahora me he dado cuenta de que una novela requiere experiencia y perspectiva, aunque muchos han escrito buenas novelas cuando eran jóvenes. Pero, por desgracia, es necesario hacerse un poco mayor. Mi novela Querido desconocido tiene algunos capítulos que son tan ricos en diálogos que podrían ser adaptados al teatro. Pensar sobre estas técnicas y estructuras una y otra vez ha influido en mi forma de pensar y en el estilo de mi poesía también.

¿Está un poeta necesariamente alejado o distanciado de la vida cotidiana, política o social de su país? ¿De qué manera está esa realidad reflejada en su poesía?

No tengo un carácter revolucionario y por mucho tiempo estaba lo suficientemente ciego para pensar que después de la caída del comunismo las cosas irían automáticamente por el buen camino. Siento que si puedo percibir malas tendencias en la sociedad húngara, así como incluso en la europea, soy de alguna manera responsable si no las menciono. Hubo algunos momentos en los que he tenido que reaccionar, por ejemplo cuando escribí sobre el bombardeo de Yugoslavia o ahora en 2012, en la guerra civil intelectual de la sociedad húngara.

¿Qué sentido tiene la poesía cuando las nuevas tecnologías lo están invadiendo todo?

Si te refieres a Internet, creo que no hay ningún problema en absoluto. Internet no va a acabar con la poesía. En Hungría hay muchísimos blogs de poesía y a través de ellos la poesía llega a mucha gente, sobre todo a los jóvenes, que probablemente no comprarían libros.

¿Qué piensa Dios del mundo que creó cuando lo ve ahora tan contaminado?

Creo que lo lavaría concienzudamente e incluso le pasaría un trapo seco. Tenemos que rogar por su supervivencia.

¿Es la ironía una opción constructiva frente a la situación política y económica del país?

Esta es una cuestión vital para mí. No. La ironía no es constructiva. Es una estrategia para la supervivencia. Esto es muy importante y todo el mundo debería ser educado para comprenderlo. Incluso cuando se usa en casos de emergencia. Porque si uno abusa de la ironía a menudo acaba convirtiéndose en un cínico y demasiada gente ironizando al mismo tiempo puede arruinar a toda una sociedad.

Tengo entendido que trabajó usted para la televisión, ¿qué aprendió de esa experiencia?

He ganado práctica, experiencia y confianza. He encontrado serios valores en el género de los seriales diarios. Entiendo mejor como funcionan las cosas. Así es que creo que he llegado a ser mejor escritor mientras escribía los diálogos de los personajes de esos seriales.

Según su opinión, ¿qué obras del teatro húngaro contemporáneo sería absolutamente imprescindible traducir al español?

Creo que las obras de Pintér Béla podrían acercar Hungría y España. Sin exagerar, podría llegar a ser un lenguaje cultural común. Cuando un país es casi siempre perdedor en su Historia pero tiene una fantástica cultura, surgen las mejores tragicomedias.

La traducción, una tarea realmente difícil cuando se trata de poesía, ha sido llevada a buen puerto por María Elena Szilágyi Chebi, una uruguaya afincada en Budapest que acaba de obtener la nacionalidad húngara. Su dominio del idioma le ha permitido adentrarse en la obra de Kemény István y sacar a relucir sus virtudes así como eludir las trampas lingüísticas de una lengua como la húngara que parece pensada para la alta literatura. María Elena es músico también, violista, y tal vez se haya planteado la rescritura de los poemas de Kemény como la interpretación de un pequeño concierto de cámara.

¿Cómo llegaste a Discurso Vivo y a la poesía de Kemény István?

Primero descubrí el poemario Frío (Hideg) del mismo autor, mientras estudiaba traducción literaria en el Instituto Balassi de Budapest, con el profesor Péter Rácz, en el curso 2008-2009. De ese libro, los poemas titulados Noviembre, pánico (November, pánik)Me he vendido (Eladtam magam)Casi negro (Majdnem fekete)El plástico (A műanyag) y otros más, fueron los primeros que traduje del autor para un concurso de traducción que organizaba el instituto. En ese concurso obtuve el tercer premio, y así comenzó mi “carrera” como traductora literaria, paralela a la de la música. Más adelante me compré el libro Discurso vivo y las primeras cuarenta páginas las traduje como trabajo final del curso de traducción literaria. También analicé la obra de Kemény en el seminario de poesía contemporánea húngara del Balassi, realizando también un estudio comparativo de la traducción de algunos de los poemas en 6 idiomas diferentes. De más está decir que he leído prácticamente todo lo que ha escrito hasta el momento István Kemény, incluyendo también numerosas críticas y reseñas de sus obras en diferentes revistas literarias húngaras.

¿Cuáles han sido los principales retos o dificultades a la hora de traducir los poemas del libro?

El primer reto fue pensar con la mente del autor, “meterme en sus zapatos” entender bien los poemas y escribirlos de nuevo, seleccionar muy bien las palabras, mantener las estructuras. Cuando hice la primera parte utilicé básicamente el vocabulario del español rioplatense. Como después el proyecto lo abordé con una editorial española tuve que hacer cambios drásticos en el lenguaje, ellos me lo pidieron, y yo accedí. Por suerte conté con la ayuda de un escritor español, Andrés Barba en La Casa Húngara del Traductor de Balatonfüred.

¿Hasta qué punto se implica un traductor de poesía con la obra que está traduciendo?

En mi caso me impliqué lo normal, y maduré la obra durante casi 3 años. Para mí fue muy importante y también necesario trabajar en un lugar tranquilo, tuve la suerte de poder estar casi un mes con una beca en La Casa Húngara del Traductor de Balatonfüred, donde las condiciones son ideales para traducir.

¿Cómo definirías el estilo de Kemény István?

Algunos dicen que Kemény István es el primer poeta húngaro postmoderno de relevancia. Yo conozco al poeta personalmente y aunque creo que esa afirmación en parte es verdad, también opino que no se puede “etiquetar” así de fácil toda su poesía.
Maria Elena Szilágyi Chebi
foto: David Robert Evans
¿Qué criterios has seguido para traducir estos poemas?

Los criterios fueron elegir cuidadosamente las palabras, mantener el significado pero al mismo tiempo usar palabras con “textura”. Donde la forma aparece clara traté de mantenerla, pero en algunos casos donde la historia o el contenido era más importante que la forma o las rimas, lo traduje como verso libre. Es una tendencia que usa con frecuencia la poesía hispanoamericana contemporánea. Resumiendo: respetar al autor y que los poemas suenen “en español”.

El húngaro es un idioma ideal para la poesía, ¿puede reflejar el castellano la riqueza del original?

El castellano también es un idioma muy rico, pero es verdad que se pierden cosas. Por ejemplo, al comienzo del poema bailarina sin trabajo: “Vissza a kályhához…” si traduzco al pie de la letra: “volvamos a la estufa”, en esta frase se esconde la expresión húngara que no existe en español, “comenzar desde la estufa” es decir comenzar desde el principio, así que en ese caso con la traducción se pierde la palabra “estufa”.

¿Es también el traductor de poesía un poeta?

Dicen que sí, o por lo menos así tendría que ser. Nunca me lo planteé, sólo hice mi trabajo lo mejor posible.

Tú te dedicas también a la música, ¿te ayuda esto de alguna manera a traducir poesía?

Esencialmente sigo siendo músico (violista) y creo que sí tiene que haber una conexión entre ambas cosas, tanto la música como la poesía expresan sentimientos dentro de ciertos límites (el ritmo, la forma, etc.) y esa energía contenida se transforma en algo mágico cuando lo recibe el público.

¿Qué otros autores húngaros te gustaría traducir?

Me gustaría traducir por ejemplo a Nándor Gion, Gyula Mirnics (dos autores húngaros de Voivodina) y también a László András, entre otros.

http://miseroprospero.blogspot.com/2012/02/speech-for-living.html